El Dr. Jose María Rey Benayas tiene la certeza de que se puede producir la misma cantidad de madera y de alimentos para los humanos, pero con un menor costo ambiental. Así lo explicó en la charla que dictó en la Facultad de Ciencias Forestales y Recursos Naturales de la UACh y que fue organizada por el Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2 y el Instituto de Conservación, Biodiversidad y Territorio.
“Lo que intentamos hacer es diseñar esquemas de producción que impliquen menos costo ambiental. En el mundo hoy en día sobran alimentos, se desperdicia aproximadamente un tercio de los alimentos que se producen”, afirma el Dr. Rey Benayas (Presidente y creador de la Fundación Internacional para la Restauración Ecológica) y agrega que también sobra madera. “No se necesita producir tanto. Por otro lado, cada vez se reducen más los niveles de biodiversidad y de otros servicios ecosistémicos distintos a los de la producción. Entonces la restauración ecológica puede aliviar este escenario”.
“Chile es un país forestal, aun así el 21% del territorio son agro ecosistemas, de ahí la importancia de poder conciliar producción agrícola y biodiversidad, porque ocupan una superficie enorme en el planeta y porque nunca vamos a prescindir de alimentos”, indica.
En cuanto a la restauración forestal, el profesor señala que existen tres tipos: a gran escala, restauración en mosaico y en áreas remotas, siendo la restauración en mosaico la cual se ajusta a nuestro país.
Éxito y conflictos de la restauración ecológica
Para el Dr. Rey Benayas, el éxito de la restauración depende del objetivo. “Es más difícil recuperar la buena condición ecológica de un ecosistema de referencia que restaurar para maximizar un servicio, como el secuestro de carbono o la producción de madera. La restauración ecológica está cambiando de paradigma, y si el objetivo es recuperar la estructura y función de un ecosistema original lo más probable es que nos encontremos en un escenarios de fracasos”. En cambio, una restauración factible en el mundo real es lo que él llama una “restauración ecológica posibilista”, que hace énfasis en objetivos pragmáticos que se trasladen al bienestar de los humanos.
En los agro ecosistemas existen básicamente dos estrategias: compartir la tierra (agricultura amiga) y la estrategia de separación de tierra, es decir, la que se dedica a la agricultura, y por otro lado, la que se destina a la conservación. “El foco de la agricultura amiga es producir, pero de forma compatible con la biodiversidad y la diversificación de los servicios ecosistémicos. La restauración compartiendo la tierra mediante la agricultura amiga tiene la ventaja de conciliar producción agrícola y aumento de la biodiversidad y de los servicios a escala de paisaje y a escala de campo. La separación de tierra solo permite esta conciliación a escala de paisaje”, señaló.
Explicó que existen muchas opciones para restaurar la biodiversidad mediante la agricultura amiga, que no compiten por el uso de la tierra, “en consecuencia no hay merma financiera ni de producción para los propietarios. Es lo que en su conjunto yo llamo la manicura de los campos agrícolas, son acciones de manicura la plantación de árboles aislados, parches de vegetación nativa, y en concreto, las cercas vivas, franjas de herbáceas y enriquecimientos florales, etc. Éste es un elenco de cosas que a través de la Fundación Internacional para la Restauración de los Ecosistemas con los productores hacemos operativos en el mundo real”.
Finalmente, concluye que se debe transitar lentamente hacia una expansión generalizada de la agricultura y las plantaciones forestales más amigas de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos. Para estos propósitos se necesitan cuatro pilares de cambio: financiación, sensibilización del público, educación y capacitación. Es decir la creación de un “nuevo talento”, donde los principales actores sean los jóvenes, agricultores, ganaderos y forestales.