“La Selva Valdiviana es un ecosistema único, lleno de desafíos y de historias que están esperando a ser contadas”. Así lo cree Rocío Fritz Tapia. Ella nació en Angol el 8 de diciembre de 1991, cursó toda su enseñanza básica y media en la capital de la Provincia de Malleco, pero el 2011 decidió viajar a estudiar a la ciudad de Valdivia, en la Universidad Austral de Chile (UACh). Terminó Licenciatura en Ciencias Biológicas el 2015 y el año pasado ingresó al Magíster en Ecología Aplicada de la Facultad de Ciencias.
Atraída por su interés por descubrir cosas nuevas y desarrollar su capacidad de indagación, se preparó y postuló magíster en ecología aplicada, quedando en el programa, y en la actualidad no solo aprueba las asignaturas, sino destaca en el proceso.
De hecho, este año sobresalió, adjudicándose un proyecto Rufford, financiamiento de Reino Unido que entrega recursos para desarrollar iniciativas de conservación de la naturaleza en todo el mundo. Con más de 4000 proyectos ejecutados en 156 países; uno de los cuales es de Rocío. Dicha iniciativa la comenzará a ejecutar en la localidad de Iñipulli, en la Región de Los Ríos.
“Mi abuelo Antonio Tapia (75) fue el primero en mostrarme el método científico”, recuerda. Fue una de las personas que sin tener estudios científicos le mostró a temprana edad la rigurosidad del método. Por medio de actividades tan simples como tomar muestras de agua del pluviómetro de su hogar, que el mismo instaló. También reconoce Rocío que le enseñó el amor por las plantas, su importancia y el valor de ellas en los ecosistemas, pero también aprendió, “que cumpliera mis propias expectativas y metas” recuerda con cariño, Fritz.
Estudiar una carrera del ámbito científico estuvo en ella a temprana edad. Para ella significó la posibilidad de tener una profesión creativa pero a la vez rigurosa, donde ha ido adquiriendo nuevos conocimientos y experiencias. “Cada día es diferente al anterior”, asegura.
Inipulli ó Iñipulli es una localidad rural de la Región de Los Ríos, en la comuna de Mariquina, y se encuentra a 32 kilómetros de San José de la Mariquina, en la provincia de Valdivia. Es ahí que Rocío estudiará gestión del aprovechamiento forestal en la selva tropical templada del sur de Sudamérica. “Llegué a trabajar en esa localidad gracias a La Estación Experimental Bosque San Martín de la Universidad Austral de Chile, uno de los sitios de estudios de largo plazo más antiguos del Chile, bajo la coordinación del Dr. Mylthon Jiménez, del Instituto de Ciencias Ambientales y Evolutivas UACh».
“En la estación de San Martín conocí al cuidador Ricardo Muñoz, que es residente de la comunidad Iñipulli y en una de las ocasiones que fuimos a tomar muestras. Él nos invitó junto a otra colega a participar de una actividad que la comunidad había organizado. Ahí conocí a gran cantidad de personas que trabaja en el sector. Nos hablaron de los incendios, la abundancia de quila (Chusquea quila) y los ratones asociados, entre otras preocupaciones que me contaron. Yo me enfoqué en lo que podía trabajar”, recordó Rocío.
Conociendo los temas de interés de la gente, ¿cuál es la idea del proyecto que te adjudicaste?
«El proyecto que realizaremos junto con la gente de la localidad de Iñipulli, que son aproximadamente 32 familias y unas 80 personas que vive de manera permanente en el lugar, busca implementar un manejo y protocolos para evitar las invasiones de quila en el sector y así poder tener mayor madera disponible, menos probabilidad de incendios y menos eventos de hanta. Con la gente de Iñipulli nos mantenemos comunicados constantemente, especialmente con Ricardo Muñoz. Ellos están muy felices. Hay gente que está muy involucrada y comprometida».
¿Cuándo comienzan las actividades?
«Iniciamos los trabajos después de la semana del 18 de septiembre. Esa semana tendremos una especie de bienvenida o punto de partida del proyecto, donde nos presentaremos, porque aquí trabajaremos unas 12 personas junto a la comunidad. Presentaremos el proyecto, aclararemos dudas, conocerán sobre origen de los recursos, ya que usaremos poleras que nos identifiquen con el fondo. En octubre encuestaremos a las personas sobre valoración del bosque nativo, que será la forma de tener información de control, y saber al final del proyecto si ha habido cambios».
¿Cómo fue el momento de recibir la noticia de la adjudicación?
«Fue muy sorpresivo, ya que se había retrasado un par semanas de la fecha estimada. Lo cómico es que fue justamente un día en que se cortó la luz por la mañana, regresó un instante, me llegan un par de correos y luego se vuelve a cortar la luz. Veo que uno de ellos dice en el asunto Rufford Small Grants, rápidamente leo y le grito a mi pololo Pablo Fernando Saldivia (bioquímico): ‘¡Ganamos!'».
¿Cómo llegaste al fondo Rufford?
«Dentro del programa de magíster hay una asignatura de Ecología Aplicada, a cargo de la Dra. Olga Barbosa. Fue en clases y utilizando el conocimiento ecológico adquirido a lo largo de este curso surgió la idea, ya que impulsa a que postulemos a diferentes fuentes de financiamiento, con el fin de que los podamos realizar. El fondo Rufford es ampliamente flexible y permite generar propuestas que pueden concursar para otras fuentes de financiamiento. Sin duda pensé en Iñipulli».
¿Por qué el interés de investigar selva valdiviana?
«La selva valdiviana es un ecosistema único, lleno de desafíos y de historias que están esperando a ser contadas. En particular, las problemáticas asociadas con las bambuceas como la quila, las cuales son consideradas como un elemento exógeno al bosque, me parecen muy intrigantes, ya que son elementos del paisaje que tiene un rol fundamental en la dinámica de estos bosques. A pesar de un sin fin de argumentos científicos que podrían despertar el interés de hacer ciencia en estos ecosistemas, me parece fascinante que en la selva valdiviana existan historias que se transmiten de boca a boca por los campesinos y que son las mismas historias que yo leí en algún paper científico».
¿Cuáles son los desafíos de la investigación que realizarás?
«Existen dos desafíos que son los más relevantes, sin considerar todo el reto operacional que este tipo de proyectos implica. El primero de ellos es promover el trabajo colaborativo entre la comunidad rural y el equipo de científicos. Este paso es fundamental para el cumplimiento de los objetivos del proyecto, que es caracterizar la selva tropical templada del centro-sur de Chile e implementar metodologías de tala que promuevan dinámicas sucesiones que permitan la explotación sostenible de estos bosques. Esto requiere de una ardua preparación del equipo de trabajo y una alta sensibilidad al momento de plantear nuestros propósitos.
«El segundo gran desafío es obtener un cambio en la percepción y valoración de los ecosistemas por parte de la comunidad, ya que esto implica un cambio en las actitudes y el comportamiento con las que la comunidad será capaz de enfrentarse a problemas asociado a su estilo de vida, donde esperamos que conceptos como conservación y manejo sustentable se incorporen a medida que avancemos en los distintas etapas del proyecto».
¿Cuáles son tus temas de investigación y cómo llegaste a ellos?
«En este momento me encuentro inmersa en la dinámica de bosques y la ecología funcional de plantas, particularmente me encuentro desarrollando, bajo el patrocinio de la Dra. Susana Paula y el Dr. Christopher Lusk, una investigación acerca del filtro dispersivo generado por el bambú Chusquea quila y sus efectos en el reclutamiento de árboles y arbustos. Dicha investigación parte de observaciones en terrenos realizadas junto a mi colega y gran amiga Luisa Parra, donde observamos la capacidad de esta especie de retener las semillas de las especies del bosque adyacente, de esta manera propusimos un pequeño proyecto el cual fue configurándose en una gran oportunidad de desarrollar el inicio de una línea de investigación».
¿Qué esperas alcanzar con la realización del fondo Rufford?
«Espero junto a mi equipo desarrollar un protocolo de manejo sustentable, el cual debe ser práctico, sencillo y transferible a otras comunidades, permitiendo el manejo sustentable y la conservación de estos ecosistemas. Además, esperamos que exista un mayor conocimiento científico-técnico por parte de la comunidad y que esto se retribuya de manera positiva hacia el equipo científico, de tal manera que exista proactividad por parte de la comunidad para encarar las problemáticas a las cuales se ven enfrentados regularmente».
¿Por qué escogiste esta fuente de financiamiento internacional?
«Lo pensé como una oportunidad de liderar por primera vez un proyecto y así pasar la teoría a la práctica, y espero que con posibles efectos que sean perceptibles en la conservación de sitios prioritarios. Los fondos de la Rufford Foundation costean los gastos asociados a alimentación, combustible y equipamiento, del presupuesto estipulado al momento de realizar la postulación».
¿Recibiste apoyo en la postulación?
«Durante este proceso recibí el apoyo académico, de mi tutora Susana Paula Juliá. En cuanto a la incorporación de las ciencias sociales Magdalena Huerta (geógrafa) ha sido un apoyo muy importante y Ricardo Muñoz, quien es locatario de Iñipulli, ha sido mi conexión con las reales problemáticas que enfrenta la comunidad».
¿Por qué luego decidiste especializarte en un programa de magíster como el de Ecología Aplicada?
«Mi decisión de escoger el Magíster de Ecología Aplicada como parte de mi formación como científica, comienza por mi inquietud por adquirir más conocimientos en ecología. Es una disciplina que combina capacidades de observación de la naturaleza con una fuerte capacidad analítica y una mirada crítica frente al razonamiento lógico que existe detrás de las hipótesis que se plantean. Dicha compromiso entre el trabajo en terreno y la aplicación del conocimiento adquirido, era precisamente el perfil que yo buscaba como joven científica en formación».
Después de terminar el programa ¿qué planes tienes en el ámbito académico?
«Dentro de mis planes está continuar con mi formación científica, particularmente espero poder realizar un programa de doctorado que me permitirá adquirir más herramientas para lograr abordar este tipo de problemáticas».