Hacia 1996, empresas como Intel, Ericsson y Nokia habían desarrollado tecnologías inalámbricas de corto alcance para intercambiar información entre diversos dispositivos. En paralelo, sostenían conversaciones para estandarizar estos sistemas caracterizados por el bajo costo y mínimo consumo de energía, a fin de evitar la fragmentación y la competencia.
Intel había bautizado su programa como Business-RF; Ericsson lo llamaba MC-Link y Nokia acuñó Low Power RF. En diciembre de ese año, las firmas se reunieron en Lund, Suecia, para formar un Grupo de Interés Especial (SIG en inglés). A sugerencia de Intel, el proyecto se denominó temporalmente como Bluetooth, hasta que el área de marketing diera con un nombre definitivo.
Las alternativas barajadas para bautizar esta tecnología inalámbrica no fueron muy afortunadas, por lo que quedó con el nombre inicial. En febrero de 1997 estaba prácticamente conformada la SIG, pero el nombre seguía en blanco. En 1999 se unió Microsoft al Bluetooth SIG, en tanto Apple lo hizo en 2015. En sus primeros tiempos, Bluetooth SIG operaba con personal facilitado por las empresas participantes, hasta que a partir de 2002 inició la contratación de su propio equipo.
Como en todo orden, existe una alternativa al mundo inalámbrico de Bluetooth. La competencia se denomina Wi-Fi Direct, tecnología que “permite que los dispositivos Wi-Fi se conecten directamente entre sí”, explica wi-fi.org, “por lo que resulta sencillo y cómodo imprimir, compartir, sincronizar, jugar y mostrar contenidos a otro dispositivo”.
Hasta ahí, un servicio parecido a Bluetooth. La diferencia radica en que “los dispositivos Wi-Fi Direct se conectan entre sí sin necesidad de unirse a una red doméstica, de oficina o pública tradicional”.
Esto permite a Wi-Fi Direct transmitir mayor cantidad de información -hasta 250 Mbps, frente a los humildes 2 Mbps de Bluetooth-, con un rango de alcance superior de hasta 200 metros, en tanto la señal de Bluetooth se diluye en distancias más cortas. Wi-Fi Direct también gana en velocidad, hasta diez veces más rápido que la competencia.
Sin embargo, el talón de Aquiles de esta opción es su gasto energético. En usos domésticos, Wi-Fi Direct no se justifica excepto en el caso de las impresoras. Por cierto, hay más equipos disponibles con Bluetooth que Wi-Fi Direct.
Conviene aclarar también que Wi-Fi Direct no es una versión mejorada de la wifi (término que, curiosamente, no tiene significado), el sistema que solemos usar en los hogares. Como dijimos, la diferencia básica reside en prescindir de internet para que dos aparatos puedan dialogar, en una red privada temporal e intercambiar datos. El wifi en tanto, posibilita conectarnos a la red y acceder a equipos ligados a esa red.
A su vez, Wi-Fi Direct permite compartir archivos -fotos, vídeos, documentos-, imprimir y retransmitir a aparatos de televisión y computadores. Está disponible además en Chromecast y en consolas PlayStation y Xbox.
En el caso de Apple, su equivalente es la transmisión denominada AirDrop o AirPlay, que permite enviar fácilmente archivos entre dispositivos de la marca. Para Android requiere ir a la configuración, activar la función, y disponer de aplicaciones como My Drop, Share it, Xender o Send Anywhere. Cualquiera de ellas también debe estar instalada en el otro dispositivo, para completar el proceso de intercambio.