* Escrito por el Dr. Christian Alvarado, académico del Instituto de Producción Animal de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Austral de Chile.
Llegó la primavera y con ella las praderas retoman su crecimiento. Éstas venían con una tasa de crecimiento invernal cercano a los 5 – 10 kg de materia seca (MS)/ha/día, dependiendo de la zona y, como consecuencia, con intervalos entre pastoreo superiores a 60 días. En esta época en cambio, podemos observar tasas de crecimiento superiores a 60 kg de MS/ha/día, con intervalos entre pastoreos de 10 a 20 días. Por lo tanto, en un sistema bien manejado esperaríamos un buena oferta de forraje como pradera, con excedentes suficientes para ser conservados, y cuyo contenido proteína cruda, fibra detergente neutro (FDN) y energía metabolizable (EM) debiera ser del orden de 25%, 40% y 2,8 Mcal/kg de MS, respectivamente.
Sin embargo, la utilización de praderas en primavera no está exenta de problemas. Este, a pesar de ser un recurso abundante en esta época, puede estar alejado en su composición nutricional de los requerimientos de nuestros animales, reflejándose esto en deficiencias o excesos de nutrientes. Así por ejemplo, el contenido de proteína cruda que promedia el 25%, puede llegar a un 30%, siendo suficiente para animales con producción diaria por sobre los 35 L, pero un exceso para vacas de mediana a baja producción o un rebaño criancero.
Otro factor a considerar es la degradabilidad ruminal de la proteína cruda. Si bien es cierto esto puede no ser relevante en animales de mediana a baja producción, en vacas de alta producción la degradabilidad de la proteína cruda en praderas de primavera puede hacer que los niveles de proteína no degradable en el rumen sean insuficientes. Esto se acentúa con los bajos niveles de carbohidratos disponibles para fermentación ruminal, lo que hace insuficiente la energía necesaria para capturar el nitrógeno disponible. Éste, por consecuencia, es excretado por el animal al medio ambiente, lo que implica por un lado una pérdida económica al ser una fuente de proteína que se pierde y, por otro, un posible foco de contaminación ambiental.
El bajo contenido de FDN y de fibra efectiva en praderas de primavera es un problema común. Esto se ve reflejado en eventos de acidosis ruminal, subclínica en la mayoría de las veces, pero que se refleja en la disminución del porcentaje de grasa de la leche, problemas podales, menor consumo de materia seca, parálisis ruminal y abomaso desplazado, entre otros trastornos típicamente observados en primavera.
En cuanto a los minerales, en su mayoría podrían ser suficientes para vacas de media producción (Ca, P, Mg) o eventualmente deficitarios en vacas de alta producción. La excepción sería de Potasio, el cual pudiese estar incluso en exceso, compitiendo con la absorción de otros minerales como el Mg o afectando el metabolismo del Ca, pudiendo producir hipomagnesemia a hipocalcemia, respectivamente. Por lo que se hace siempre necesario evaluar su contenido y suplementar en función de los requerimientos de los animales. Por el contrario, los requerimientos de vitaminas son satisfechos ya sea por aporte directo de las praderas o bien, a través de la síntesis ruminal.
Por lo tanto, el manejo de la alimentación de vacas lecheras durante la primavera se transforma en un desafío. Una pradera con estas características es suficiente para satisfacer las necesidades nutricionales de vacas con producciones de hasta 28 L/día, siendo el nutriente más deficitario la energía, el que será el foco de nuestra atención.
Para suplir las necesidades de vacas por sobre estos niveles de producción, y que la pradera por sí sola no es capaz de sustentar, está la alternativa de suplementar con un concentrado a base de granos con bajo contenido proteico. El grano de maíz, con un 8% de PC, es el que mejor se complementa con una pradera alta en PC. Si a esto se le suma la menor velocidad de degradación ruminal, lo hacen una buena alternativa a la hora de disminuir los riesgos de acidosis ruminal. Importante a considerar es su procesamiento, el que puede ir desde una molienda a un roleado o extruido, como una forma de mejorar su aporte de energía.
Asimismo el grano de trigo o cebada también son otras alternativas que, sin embargo, pueden ser un problema por su mayor velocidad de degradación ruminal y con ellos mayor riesgo de acidosis. Los niveles a suplementar varían entre 4 y 8 kg por vaca dependiendo del nivel productivo y de la oferta de pradera. Para niveles más altos de suplementación (6 a 8 kg) es necesario restringir la oferta de pradera, en caso contrario, se produce un efecto de sustitución, de pradera por concentrado. La respuesta esperada es una mejora en la producción de proteína láctea y una mayor eficiencia en el uso del nitrógeno de la dieta, disminuyendo su excreción. La respuesta en producción de leche puede variar desde un 0,3 a 1,0 L por kilo de concentrado, obteniéndose las más altas respuestas cuando la oferta de pradera se restringe y las vacas se encuentran en balance energético negativo, evitando o disminuyendo el efecto de sustitución.
Otra alternativa de suplementación es la utilización de forrajes, especialmente en situaciones donde la pradera tiene un bajo contenido de FDN (menor a 35%). La utilización de heno de buena calidad o paja, esta última con adición de melaza como una forma de mejorar su palatabilidad, es una buena alternativa para aumentar el contenido de fibra efectiva y el porcentaje de grasa en la leche. La suplementación con ensilaje de maíz puede ser un buen complemento a la pradera de primavera, al poseer este un bajo contenido de PC (8%), buen nivel de energía metabolizable (2,7 Mcal/kg de MS) y FDN (>40%).
Una opción menos usada en nuestro país, principalmente por su baja disponibilidad, es la utilización de fuentes con alto contenido de fibra fermentable. Ejemplos de estos son los subproductos de la destilería de granos (DDGS), el corn gluten feed (CGF) y, más conocida a nivel local, pulpa de remolacha. Estos ingredientes aportan una fibra más digestible y, por ende, un buen aporte energético, pero de una forma más lenta de lo que lo haría un grano de cereal. Sin embargo, su uso estaría restringido a su disponibilidad, costo y, no menos importante, los altos niveles de proteína que pueden tener los DDGS y el CGF.
Por lo tanto, durante la primavera se debe tener en cuenta y aprovechar las grandes ventajas de las praderas, esto es, su bajo costo de producción y alta disponibilidad en un sistema bien manejado. Sin embargo, y no menos importante, se deben tener presente los inconvenientes previamente señalados, los cuales se relacionan principalmente al alto contenido de PC la cual es extensivamente fermentada en el rumen, (posible) bajo nivel de fibra efectiva y bajo contenido de carbohidratos fermentables.
Artículo publicado en el Mercurio Campo