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En el contexto de su visita a la Universidad Austral de Chile, el artista visual chileno de profesión arquitecto, Manuel Marchant Rubilar quien expone hasta el 31 de agosto su obra el “El discurso de Diógenes”, en la Galería Replica se refirió a su trayectoria transdisciplinaria, su visión acerca de la formación universitaria y los desafíos de la Facultad de Arquitectura y Artes.
Uno de los pilares fundamentales de la Facultad de Arquitectura y Artes de la UACh es la transdisciplina, lo que implica que los estudiantes de sus carreras (actualmente arquitectura, artes visuales e interpretación musical) se empapen de las otras disciplinas en su proceso formativo a través de un plan común. Lo que genera que músicos trabajen en proyectos con artistas, con arquitectos etc.
En ese sentido, y teniendo en cuenta que eres arquitecto y artista ¿Cómo fue el proceso de integración transdisciplinar en tu trayectoria?
En mi formación y trayectoria se dan al menos tres procesos de integración transdisciplinaria que pienso que han sido fundamentales para mi visión de la profesión y que pueden ser útiles para plantearse la formación de arquitectos y artistas en la Universidad.
En primer lugar, ingresé el año 1973 al Departamento de Arquitectura de la Universidad Católica de Santiago (DAUC), en aquella época dirigida por el arquitecto Octavio Sotomayor. El DAUC se caracterizaba por un fuerte compromiso social y político con el proceso de cambios y organización de la Sociedad y el Estado en aquellos años.
Nuestra formación como arquitectos se entendía inmersa en la realidad social, de hecho los casos arquitectónicos estudiados eran demandas concretas y reales formuladas por las organizaciones sociales en poblaciones y lugares en los que existía trabajo directo con la comunidad. En el DAUC se dio entonces, una experiencia de transdisciplinariedad con lo social y político, nuestra formación como arquitectos estaba también alimentada por ramos comunes con las escuelas de sociología y sobre todo con una praxis formativa muy cercana y enraizada en las enseñanzas de Paulo Freire y su pedagogía entendida como práctica del compromiso social y la libertad.
El golpe militar del año 1973, pone fin a esta experiencia, los profesores del DAUC son reprimidos y exonerados de la Universidad Católica y hay un cambio radical en la forma, contenidos y metodología como enseñaba la arquitectura, por este motivo decido cambiarme el año 1975 a la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica de Valparaíso, la que había comenzado a conocer por otros compañeros que venían de ahí. Me atraía de la Escuela de Arquitectura de la UCV, su vinculación y fundamento con la Poesía, que hoy podemos entenderla como la base transdisciplinar que vincula e integra la enseñanza de las Artes en la UCV. Esta fue la segunda gran experiencia, en el ámbito de mi formación Universitaria: Compromiso socio-político y apertura a la experiencia Poética, dos prácticas nada fáciles de conciliar y que durante mucho tiempo actuaron como polos dialécticos de mi formación.
El tercer proceso, ya como arquitecto, surge del ejercicio de la profesión y trabajos en contextos de catástrofes, principalmente derivados de situaciones post terremotos de 1985 en la Zona Central de Chile, 1987 en Comunidades Aymaras del Norte al interior de Iquique y 2010 Escuela de Construcción en Cobquecura. En estas situaciones de trabajo con comunidades afectadas por catástrofes trabajamos de manera integrada y transdisciplinaria con profesionales del área de las Ciencias Sociales, Antropólogos, Sociólogos y Trabajadores Sociales. En ese contexto se produce una ruptura de las fronteras profesionales específicas y se constituye un cuerpo integrado de apoyo técnico y social para el trabajo directo en la base comunitaria.
¿Qué piensas de la inclusión de la transdisciplina en el proceso formativo de estudiantes de estas áreas?
Pienso que los desafíos y problemas del mundo contemporáneo exigen que la formación sea transdisciplinaria. Si vemos el nivel de complejidad de los problemas reales a los cuales nos enfrentamos hoy como arquitectos, artistas y comunicadores, no veo otra manera honesta de abordar la formación Universitaria sino a partir de la transdisciplinariedad y esto debiera ser así desde los primeros años de la Carrera, programas comunes y formación integrada en los primeros años de arquitectos, artistas visuales, músicos, teatro, cine, televisión es deseable para generar futuros profesionales creativos y comprometidos con su medio y su realidad. Profesionales que puedan dar respuestas innovadoras y que valoricen significativamente los ámbitos sociales en los que se desempeñan, ya sea aportando solidaria y creativamente en las comunidades más desposeídas o bien realizando un permanente ejercicio crítico en el ámbito en el que deben desarrollar sus proyectos y propuestas.
¿Qué importancia crees que tiene la creación de una Facultad relacionada con las artes en un lugar periférico?
No me atrevería hoy a señalar que Valdivia es un lugar periférico, esto por varias razones. La teoría centro-periferia corresponde a un modelo de análisis de la estructura social y económica de los países industrializados o en vías de industrialización, propuesta principalmente por CEPAL en los años 60. Hoy en día después del fin de la guerra fría, con la reorganización de los poderes económicos y políticos globales, con los conflictos masivos que generan grandes masas de inmigrantes a los países “desarrollados”, con la irrupción de internet y las redes sociales, pienso que debemos buscar otros modelos de análisis para describir o entender lo que sucede a nivel global y a nivel local.
Pienso por ejemplo que ciudades como Valdivia y su entorno regional tienen mucho que aportar a la generación de un modelo de desarrollo más humano y que apunte a una organización social más plena, con respeto a la diversidad cultural, una relación más amable de la ciudad con la naturaleza y sobre todo una fuerte valoración de la Cultura por sobre las relaciones económicas de dominio y explotación.
Planteo esto pues pienso que Valdivia tiene un espesor cultural de gran riqueza, que surge o puede surgir de la integración y respeto de las diversas raíces que componen su estructura social, esto será posible si todas y cada una de ellas son respetadas y respetuosas de las demás, me refiero a la raíz cultural huilliche, alemana y española, que en su conjunto otorgan una gran riqueza a la región.
También aspectos del emplazamiento de la ciudad y su conservación y respeto por la naturaleza y el paisaje hace que se constituya como ciudad de una gran singularidad, de la cual hay mucho que aprender, es lo que podemos denominar una ciudad inspiradora de modelos de desarrollo y análisis. No tiene nada que envidiar a ningún Centro, sin embargo, hay que considerar que todos estos equilibrios son precarios y depende de su gente que la ciudad crezca y se transforme en un modelo de desarrollo urbano y convivencia social.
En ese sentido y contestando la pregunta creo que la existencia de una Facultad de Arquitectura y Artes, como la existente hoy puede llegar a constituir un pilar fundamental para la realización de un proyecto como el señalado, para esto debe ser parte constituyente de una comunidad consciente de su riqueza humana y patrimonial.
¿Cómo crees que se puede potenciar?
Decía anteriormente que los equilibrios latentes que uno puede percibir en la Ciudad son precarios, frágiles. Es responsabilidad de la Universidad contribuir a hacer esta realidad y esta riqueza cada vez más visible y valorada por la propia comunidad, tanto en las áreas urbanas como rurales.
En ese sentido se debe potenciar un vínculo activo y permanente con la comunidad, aportando con toda la energía, imaginación y fuerza que la Facultad es capaz de hacerlo. La Universidad crecerá en la medida que su integración con las raíces y fuerzas sociales, culturales y productivas sea real y profunda.
Es decir la integración, la transdisciplinariedad surge en la medida que hay una praxis universitaria capaz de responder creativamente a las demandas de la sociedad y a la configuración de un modelo de desarrollo más humano y sustentable, donde conceptos como solidaridad, belleza, cultura y respeto a la diversidad sean fundamento de la vida cotidiana.