La mosca de las alas manchadas (Drosophila suzukii Matsumura Diptera: Drosophilidae) es nativa del sureste de Asia y se ha convertido en una plaga seria para la fruticultura a nivel mundial y también en Chile.
En nuestro país fue detectada a mediados de 2017, en la Región de La Araucanía, para luego distribuirse al norte y al sur, abarcando a la fecha desde la Región de Coquimbo a la de Aysén (SAG 2021), explica el Dr. Esteban Basoalto, Entomólogo, académico del Instituto de Producción y Sanidad Vegetal de la Facultad de Ciencias Agrarias y Alimentarias de la Universidad Austral de Chile.
Indica que esta plaga prefiere la fruta sana, en maduración o ya madurada de la mayoría de los frutales menores como arándanos, frambuesas, zarzamoras y frutillas. Además, afecta cerezas, uvas y otros frutos de pulpa blanda.
Pero ¿Cómo reconocerla?
El Dr. Basoalto explica que al igual que muchas moscas del vinagre, D. suzukii es muy pequeña, los adultos miden de 2 a 3 mm de longitud, con la hembra levemente más grande que el macho. Cuerpo de color amarillo-marrón, presencia de bandas oscuras en el abdomen y ojos rojos.
Su oviposición ocurre, preferentemente, cuando la fruta comienza a madurar o a cosecha y los frutos afectados casi no muestran señal de daño. Posteriormente, se desarrollarán pequeñas larvas (hasta 3,5 mm) de color blanquecino y sin patas visibles, permitiendo la entrada de patógenos. Los daños por estos organismos son evidentes en postcosecha, resultando en pérdidas significativas.
Los adultos viven cerca de dos semanas y las hembras pueden depositar hasta 100 huevos por día, con máximos de 300 a 384 huevos en toda su vida. Su identificación no es simple dado que muchas drosófilas pueden ser atraídas por trampas y fruta en descomposición. Siendo necesario valerse de una lupa de mano o una estereoscópica (de laboratorio) y examinar las mosquitas atrapadas.
“Aunque especies nativas tienen parches obscuros en las alas, no tienen manchas circulares definidas, como los machos de Drosophila suzukii; ni tampoco las dos bandas oscuras (peines sexuales) en el primer par de patas. La identificación de las hembras (sin alas manchadas) se basa en observar el ovipositor, que es alargado, similar a una sierra, con dientes continuos y endurecidos”, indica el Entomólogo de la UACh.
Monitoreo y manejo
El Prof. Basoalto sostiene que el manejo de esta plaga es complejo, por su biología, potencial abundancia y disponibilidad de diferentes hospederos, a través de la temporada; además, por su capacidad de desarrollar varias generaciones por año (con ciclos de 8 a 25 días, aunque las hembras pueden sobrevivir varios meses en invierno). “En adición, enfrentamos la cero tolerancia a fruta para fresco infectada (presencia de huevos o larvas) y reducida oferta de insecticidas registrados para su control”.
En ese contexto, aclara que el monitoreo es esencial para detección temprana de su presencia y focos. Existen trampas comerciales y caseras, que usan atrayentes específicos, vinagre de manzana o mezclas de atrayentes alimenticios.
Es por eso que recalca que las trampas se deben instalar antes del pintado de bayas, en sectores críticos como deslindes, sitios de procesamiento de fruta y el cultivo. Siempre en áreas sombreadas, dado que no gustan de volar a pleno sol. El número de trampas sugerido (SAG) es al menos una por hectárea y en cada zona crítica; en huertos con superficies menores a 1 hectárea considerar al menos una trampa por huerto o cada cultivo presente.
“La experiencia mundial destaca medidas de manejo cultural, que incluyen la remoción y destrucción de la fruta demasiado madura y plantas hospederas silvestres o asilvestradas (como frambuesas, zarzamoras, etc.) cerca del cultivo; además, es crítico realizar la cosecha a tiempo”, advierte el docente.
Por eso explica que, si se llega a detectar Drosophila suzukii, se debe implementar un programa de manejo basado en el monitoreo y con herramientas de control, como insecticidas registrados (en especial productos con acción de Knock-Down); entre los que destacan spinosinas, piretroides y diamidas.
En este último ámbito, destaca que “la lista de plaguicidas registrados para su control está en permanente actualización y disponible en la web del SAG. También se debe tener presente la realización de monitoreos adicionales para determinar su distribución aproximada, y áreas más críticas dentro y en el entorno del huerto. Junto a lo anterior no se deben descuidar las medidas de control cultural”.