El 27 de abril se celebrará el Día Internacional de la Conciencia sobre el Ruido. La OMS indica que el ruido ambiental genera enfermedades cardiovasculares, trastornos cognitivos y del sueño, molestia, efectos adversos sobre el sistema nervioso y gastrointestinal.
En Alemania estiman que hay 4,8 infartos de miocardio y 30.1 casos de cardiopatía isquémica por cada 100.000 habitantes causada por el ruido del tráfico. Ya es evidente que el ruido ambiental es un problema omnipresente, que nos acompaña aunque no lo deseemos. Se trata de un problema complejo: es invisible y acumula efectos nocivos en nuestro organismo, altera la calidad de vida e interrumpe nuestras actividades.
¿Qué hacer? Disminuir el ruido de automóviles, aviones, electrodomésticos y herramientas, mejorar el aislamiento acústico de las viviendas, planificar ambientalmente nuestras ciudades, y no generar ruido a quienes nos rodean. La lista es extensa, y nuestra responsabilidad es ineludible. Acciones sencillas pueden marcar una gran diferencia, por ejemplo, usar la bocina del automóvil sólo para prevenir accidentes (y no para llamar o saludar a alguien), ser cuidadoso en el uso de electrodomésticos por la noche u horas de descanso, oír música y televisión a un nivel que no produzca molestias a los demás, cuidar nuestros oídos del uso desmedido de auriculares (a un nivel moderado y no usarlos en lugares ruidosos, porque habitualmente subimos el volumen). Tenemos la obligación de reflexionar sobre lo que significa el sonido ambiente y su papel en nuestra vida repleta de estímulos visuales y sonoros.
El sonido de la naturaleza, el viento, las aves y el mar nos ofrecen mensajes, sensaciones y paisajes que nos acercan a nosotros mismos. Sonidos armónicos, como la música, o sonidos cargados de información, como el lenguaje, nos permiten estar conectados con el entorno. Sin embargo, nuestro moderno mundo nos rodea de sonidos invasivos y no deseados. Vivimos inmersos en un mundo ruidoso por definición, que nos va separando unos de otros cada vez más. Debemos estudiar nuestro ambiente acústico para conocerlo y tomar medidas oportunas, es necesario desarrollar mapas de ruido y estudios de paisajes sonoros que nos permitan educarnos e ir diseñando las ciudades que necesitamos.
Necesitamos un entorno acústico más saludable, empezando por evitar generar ruido a los demás.
LEER COLUMNA EN EL DIARIO AUSTRAL REGIÓN DE LOS RÍOS