Con el poema del monje budista zen Thich Nhat Hanh “El Noble Silencio” inició el encuentro el Dr. Gerardo Rivera, psiquiatra y académico de la Universidad Austral de Chile que dirige las sesiones para, a partir de todas esas reflexiones, dar paso a la primera meditación de la jornada y luego observar cómo se está en el presente, después de meditar.
El taller, dedicado en esta oportunidad a continuar profundizando entre la música y las intervenciones basadas en mindfulness, tuvo nuevamente como invitado a Matías Tupper: Músico y profesor de música de la U. Vicente Pérez Rosales. Con estudios de profundización musical en composición en La Habana, Cuba. Practicante de meditación e instructor de yoga meditación y mindfulness. Formado en liderazgo desde la escucha, Teoría U, del MIT, Estados Unidos. Actualmente es director del área organizacional del centro ASIA Santiago, donde se dedica a llevar la práctica de mindfulness a diferentes contextos, promoviendo el bienestar y el autocuidado al interior de las organizaciones, quien también realiza talleres de reducción de estrés basado en mindfulness y sobre el arte de escuchar (ver nota relacionada).
En esta ocasión, el profesional retomó una actividad pendiente de la sesión anterior, que denominó “fenomenológica”, realizando un experimento de distinción a través de la escucha, invitando a los y las participantes a volver a la postura meditativa y mirar con dedicación y curiosidad qué pasa en la mente cuando llegan los sonidos. Para el ejercicio, el profesional hizo sonar diferentes cosas, señalando que “nuestra mente apenas suena algo busca identificar el sonido, lo etiqueta, e incluso puede crear un relato respecto de lo que suena. Entonces, ¿dónde está la atención al escuchar? ¿En el sonido mismo o en el relato de un sonido?”.
A continuación, invitó a observar qué ocurre en la mente automáticamente, mientras él tarareó una melodía, añadiendo que “así como pensar no es un defecto de la mente, completar es un hábito que hemos aprendido” y preguntó sobre qué identificamos primero: ¿la melodía que suena o el recuerdo que tenemos de ella? Incorporando la reconocida pieza musical de Vivaldi “Las cuatro estaciones”, abriendo el diálogo entre las y los asistentes en torno a la experiencia.
Seguidamente, realizó la actividad “Bach, un puente a lo divino”, contando sobre la religiosidad de Bach, cuya producción musical está conectada con la divinidad como el motor de la composición. Esta vez, hizo escuchar una pieza musical breve del compositor, que no tiene carácter religioso, para que en una hoja escriban lo que sientan o la emoción que provoca la obra de manera íntima. Asimismo, hizo escuchar la pieza cuatro veces, explicando que la mano derecha del piano toca sonidos agudos y la izquierda grave, solicitando identificar esa comunicación que ocurre entre ambas sonoridades.
Posteriormente, llevó a cabo otra práctica denominada “Experiencia de redención y compasión”, inspirada en el libro de Claudio Naranjo “La música interior”, donde aparece un ejercicio propuesto por él, pero que el profesor Tupper modificó para la clase, tomando al remordimiento como una emoción compartida, proponiendo la escucha del fragmento “Apiádate de mí señor” de la obra “La pasión según San Mateo” de Bach, a modo de redención, invitando nuevamente a poner atención en las sensaciones que aparecen. Aquí, el Dr. Rivera guio una meditación de compasión conducidos por la música.
Para decantar todo lo conversado durante la sesión y a modo de cierre, se realizó una escucha conjunta de la interpretación de Claudio Arrau de la sonata Pathétique de Beethoven.
Al finalizar, el Dr. Rivera repitió la lectura del “El Noble Silencio” de Thich Nhat Hanh.