- La nueva Ley Marco de Cambio Climático establece entre sus lineamientos no incentivar la plantación de monocultivos forestales. Es una medida de resguardo plenamente respaldada por la evidencia científica y por el inventario nacional de gases de efecto invernadero, según describe el autor de esta columna para CIPER: «Las plantaciones forestales en Chile son emisoras netas de CO2, altamente inflamables, y representan un 40% del área quemada anualmente, además de tener impactos negativos sobre los caudales, provisión de agua y biodiversidad».
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La Ley Marco de Cambio Climático, promulgada en junio de 2022, que establece como meta la carbononeutralidad de Chile para el año 2050, refleja el compromiso de nuestro país en la lucha contra el cambio climático a escala global (una de cuyas metas es no sobrepasar el umbral de 1,5 ºC de alza en la temperatura promedio del planeta). Alcanzar la carbononeutralidad se refiere a que las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero sean iguales a las absorciones o capturas de estos gases, y para ello se requiere, entre otras cosas, de ecosistemas sanos que capturen y almacenen carbono para contrarrestar las emisiones asociadas a energía, transporte y minería, así como también la reducción de emisiones de estos sectores.
El artículo 5 de la Ley indica que la estrategia climática de largo plazo tendrá «lineamientos relativos a conservación de ecosistemas, restauración ecológica, forestación y reforestación con especies nativas». Señala, también, que «los lineamientos no incentivarán la plantación de monocultivos forestales».
Esta exclusión no ha sido bien recibida por algunas organizaciones gremiales del sector forestal que por largo tiempo han promovido la expansión de las plantaciones forestales en Chile, las cuales actualmente abarcan 3,1 millones de hectáreas; 93% de las cuales corresponden a monocultivos de pino radiata o eucaliptos.
Pero los lineamientos de la Estrategia Climática definidos en esta Ley Marco están plenamente respaldados por el Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero, documento oficial, así como por la evidencia científica. Son antecedentes que muestran que, en el caso de las plantaciones forestales, las emisiones de CO2 equivalente (CO2 eq) generadas por los incendios y las cosechas a tala rasa para producir principalmente celulosa han superado a las capturas por crecimiento de los árboles en 33 millones de toneladas anuales de CO2eq, como promedio para el período 2010-2018. Es decir, los monocultivos forestales son un emisor neto de CO2 , y en lugar de ayudarnos a que Chile mejore el balance de gases de efecto invernadero y se acerque a la carbononeutralidad, nos alejan de ella.
Por el contrario, los bosques nativos son sumideros netos, ya que las capturas de CO2eq por crecimiento de los árboles han superado a las emisiones (por incendios y tala) en un promedio de 63 millones de toneladas de CO2eq (período 2010-2018), siendo el principal componente de la mitigación del cambio climático reconocida por el Inventario de gases de efecto invernadero [HOYOS Y OTROS 2021]. La investigación científica ha demostrado que en Chile las turberas y los bosques nativos son clave para la captura y almacenamiento de carbono, lo cual coincide con estudios globales. Son capaces de almacenar el carbono por siglos o milenios (lo que se conoce como «secuestro de carbono»), constituyendo enormes reservorios. La conservación de estos ecosistemas — reduciendo los incendios, su destrucción o degradación— es clave para evitar las emisiones de CO2 y la consiguiente intensificación del cambio climático.
Otra razón por la cual se justifica excluir los incentivos a los monocultivos forestales es que, de acuerdo a estadísticas de Conaf, en el período 2010-2022 las plantaciones han sido el principal tipo de vegetación afectado por los incendios (a un promedio de 44.000 hectáreas anuales), lo cual representa el 40% del área total quemada (comparado con un 17% para los bosques nativos). En la década 1990-1999, los incendios de las plantaciones forestales afectaron a 10.000 hectáreas anuales, lo cual correspondía a un 20% del área total quemada.
El hecho de que el área quemada de los monocultivos forestales se haya cuadriplicado, y además se haya duplicado su porcentaje de participación en el total entre los períodos indicados, puede explicarse por las características de alta inflamabilidad de pinos y eucaliptos, que son especies adaptadas al fuego, al aumento de las temperaturas, a la sequía a partir de 2010 y a la creciente homogeneización de los paisajes formados por grandes áreas continuas de monocultivos forestales. Es importante tener presente que el aumento de los incendios en los monocultivos, además del incremento de las emisiones de CO2, genera pérdidas económicas a los vecinos (viviendas, infraestructura, cosechas, ganado maquinaria, entre otros). El abastecimiento de agua en dichos predios debido a la destrucción de las fuentes e instalaciones es otro impacto de los incendios provenientes de los monocultivos forestales, tal como ha ocurrido en el sector Los Guindos de la Región de Los Ríos en un incendio reciente.
La temporada de incendios de 2017 marcó un récord, afectando a 280.000 hectáreas de monocultivos forestales, lo cual representa casi la mitad del área total quemada ese año (570.000 ha) y emisiones de 122 millones de toneladas de CO2eq para las plantaciones. Lo ocurrido en 2017 es especialmente grave dadas las predicciones climáticas para nuestro país hacia mayores temperaturas, una reducción en las precipitaciones y un aumento en la ocurrencia de eventos climáticos extremos tales como las sequías [GONZÁLEZ 2020].
Los incendios de los monocultivos forestales también tienen efectos negativos para los bosques nativos circundantes y su biodiversidad, como es el caso de los bosques de ruil, especie endémica del mismo género que el roble y el roble maulino, que crece únicamente como fragmentos aislados inmersos en las plantaciones forestales en el sector costero de la Región del Maule. Se trata de una especie en peligro de extinción fuertemente afectada por los incendios del año 2017, los que fueron propagados desde los monocultivos forestales y por la posterior invasión de pinos, que está impidiendo o retardando la regeneración natural y recuperación de estos y otros tipos de bosques nativos. [GONZÁLEZ y otros 2022]
Una tercera razón, que ha sido ampliamente documentada por diversos estudios y que justifica la exclusión de los incentivos a la plantación de monocultivos forestales, es que estos disminuyen los caudales y producción de agua en las cuencas, en comparación a los bosques nativos en Chile, especialmente ante las predicciones de cambio climático [VARIOS AUTORES 2021].
Otra investigación muestra que si el 50% del total de plantaciones a establecer en un conjunto de veinticinco cuencas correspondiera a monocultivos de pino y eucaliptos, y el restante 50% a restauración con bosque nativo, se reducirían los caudales en un 20% respecto a si solo se hubiera realizado restauración con especies nativas. Si la totalidad del área de estas cuencas se plantara con monocultivos, dicha reducción sería de un 40% [VARIOS AUTORES 2019]. La Ley Marco de Cambio Climático considera esta evidencia científica, y de manera acertada incorpora los Planes Estratégicos de Recursos Hídricos (artículo 13), los cuales incluyen, entre otras medidas, «una evaluación por cuenca de la disponibilidad de implementar e innovar en nuevas fuentes para el aprovechamiento y la reutilización de aguas, con énfasis en soluciones basadas en la naturaleza, tales como la restauración o conservación de humedales, riberas, bosque nativo…». Un artículo científico reciente muestra cómo la restauración de los bosques nativos reemplazando los monocultivos forestales de eucaliptus aumenta los caudales y provisión de agua en las cuencas [LARA y OTROS 2021].
Es importante destacar que hay razones adicionales a las aquí indicadas que justifican que el Estado no otorgue incentivos a los monocultivos forestales, los cuales fueron entregados a partir del D.L. 701 de 1974 durante cuarenta años. En el primer período de gobierno del presidente Sebastián Piñera y en el segundo de Michelle Bachelet se presentaron proyectos de ley para otorgar subsidios a las plantaciones forestales, pero no prosperaron. De particular interés es lo ocurrido durante el gobierno de la presidenta Bachelet, en que el proyecto propuesto en 2015 fracasó fundamentalmente por no existir justificación económica para que el Estado siguiera subsidiando los monocultivos forestales, además de los problemas sociales, territoriales, políticos y ambientales que originaría este nuevo programa de subsidios.
La falta de respaldo y la oposición a este proyecto de ley desde un sector político amplio y organizaciones dedicadas a la conservación, académicos, comités de agua rural, entre otros, se acrecentaron a raíz de la llamada «colusión del papel confort», que finalmente terminó por sepultar este proyecto en 2016. Después de eso, no ha habido iniciativas para reestablecer subsidios a los monocultivos forestales.
En conclusión, el hecho de que la Ley Marco de Cambio Climático señale que los lineamientos de la Estrategia Climática no incentivarán la plantación de monocultivos forestales se justifica plenamente en la evidencia científica y en el inventario de gases de efecto invernadero. Las plantaciones forestales en Chile son emisoras netas de CO2, altamente inflamables, y representan un 40% del área quemada en el período 2010-2022, además de tener impactos negativos sobre los caudales, provisión de agua y biodiversidad. Esta situación se está y seguirá agravando debido al cambio climático. Por otra parte, la Ley Marco es un aporte a incentivar la conservación y restauración de los bosques nativos, humedales y otros ecosistemas naturales, no solo para la mitigación del cambio climático y para avanzar hacia la carbononeutralidad, sino que, para mejorar la disponibilidad de recursos hídricos, la provisión de agua y la biodiversidad. La Ley Marco de Cambio Climático establece claramente las acciones que el Estado promoverá. El excluir explícitamente los incentivos a la plantación de monocultivos forestales es una decisión estratégica acertada respecto a la política e inversión públicas. Dicha exclusión, en ningún caso prohíbe a los propietarios establecer dichos monocultivos.