Fue escrita como parte de la difusión del programa “Cambiar es Avanzar: igualdad y conciencia de género” y de la campaña de los «16 Días de Activismo Contra la Violencia de Género», a la cual adhiere la UACh.
Concretar los desafíos de la educación no sexista más allá de lo que el papel aguanta es una enriquecedora experiencia. Hablar de coeducación en una realidad que perpetúa estereotipos femeninos y masculinos, es como luchar contra un gigante. Sabemos que palabras, juguetes, cuentos y expectativas construyen caminos diferentes en la infancia. Los textos escolares de la historia de Chile mantienen las figuras estereotipadas de hombres y mujeres, asociando atributos como liderazgo a los hombres, mientras que las mujeres se caracterizan como cuidadoras. También se excluye de la educación a investigadoras, artistas y grandes inventoras. Mucho menos considera a quienes no se identifican con roles femeninos o masculinos. Aquí es donde percibo la cuna de la acumulación del conocimiento desde una perspectiva machista y notoriamente sexista.
Urge incorporar enfoque de género en la acción pedagógica, ya que derribaría las barreras sociales, permitirá apreciar las capacidades más allá de los estereotipos y contribuiría a una sociedad con mayor igualdad. El papel aguanta todo, por lo que es necesario conocer el panorama sobre el que pretendemos hacer un cambio. En lo personal, trabajar junto a escolares es la clave. Es comprender más allá de lo que la teoría postule. Es conocer y comprender que la infancia está completamente subestimada. La educación convencional otorga una formación diferenciada. Esto es evidente, y por lo tanto, injusto. Entregar las herramientas y capacidades para entender el por qué potencia la acción de cambio y pinta un panorama distinto.
La coeducación implica educar desde la igualdad de valores a las personas. Sus bases se construyen desde el reconocimiento de las potencialidades en la infancia independientemente de su sexo y los roles que derivan del ser hombre y ser mujer. Es un área en la cual hacer efectivo un cambio de paradigma. Propiciar espacios para reflexionar y cuestionar las relaciones entre las personas influye en integrar esta perspectiva en la vida cotidiana. Es incorporar la lucha del feminismo por la erradicación de los prejuicios, la discriminación y los estereotipos. Es fundamental que la educación chilena incorpore una visión de género para erradicar los sesgos con los cuales crecemos, y así concretar el verdadero desafío.Consuelo Sarmiento Covarrubias
Tesista de Periodismo UACh
Directora proyecto FDI Género y Bienestar Estudiantil: Jornadas Hacia una Educación No Sexista
* Fue publicada como carta a la Directora en El Diario Austral Región de Los Ríos.