El Dr. Baader es Director de la ONG Alianza Chilena Contra la Depresión (ACHID) y coordinador del Grupo de Trabajo en Suicidología de la Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía (Sonepsyn).
El 10 de septiembre se conmemora el Día internacional de la Prevención en conducta suicida. Este año esta conmemoración se enmarca dentro de una situación única en la historia de los últimos tiempos, la pandemia de COVID-19, que nos presenta un contexto complejo y nos lleva a replantearnos sobre la forma en que vivimos y el sentido de lo que hacemos. Un contexto como el actual acentúa factores de riesgo asociados a la conducta suicida como el aislamiento social y el desarraigo de la comunidad.
Por otro lado, nos obliga a estar más encerrados en nuestro núcleo familiar, preocupados de la supervivencia y con miedo a la incertidumbre del futuro. En momentos como este es que las iniciativas preventivas cobran un mayor sentido, sobre todo en conducta suicida. Muchas veces se plantea que prevenir el suicidio es algo imposible, pero la conmemoración busca lo contrario, es hacer visible que existen muchas organizaciones y personas trabajando activamente en ayudar a las personas sufrientes a tener esperanza; a que con el solo hecho de una escucha activa y empática, podemos salvarle la vida a alguien que se pueda estar planteando la idea del suicidio como una solución. No tengamos miedo a hablar abiertamente de este tema, en la medida que lo hagamos, más y más personas van a poder optar por pedir ayuda, porque aquel que se plantea la opción del suicido está en un momento de desesperación y angustia y muchas veces, cursando alguna enfermedad de salud mental como depresión, trastorno bipolar, esquizofrenia, o puede estar abusando de alcohol o drogas, pero también puede estar inmerso en una situación de conflicto o abuso de todo tipo, que lo lleva a la desesperación.
Debemos entender el fenómeno de la conducta suicida como multifactorial, donde se conjugan factores biológicos, personales, relacionales, socioeconómicos y ambientales en determinar factores de riesgo que se conjugan.
La evidencia internacional y nacional y la experiencia clínica ha demostrado que una buena acogida afectiva, un acompañamiento en la búsqueda de ayuda y una adecuada red de apoyo permiten prevenir el desarrollo de una conducta suicida. Queremos sembrar esperanza.