Los Partidos Políticos, y a partir de lo que señalan las encuestas y estudios de opinión de los últimos 15 años, cuentan con un importante y creciente desprestigio, por lo que la mayoría de sus decisiones son cuestionadas en su legitimidad. En ese contexto, una de las principales críticas que estos conglomerados reciben refiere a la forma en la que se eligen a los candidatos que presentarán en las elecciones.
Durante años, estas nominaciones se discutían en el seno de los Partidos, alejando no sólo a sus adherentes y afiliados de la decisión final, sino también a la meritocracia como un factor justificador la elección.
Muchas veces, y desde todos los sectores políticos, las candidaturas promovidas por los Partidos buscaban perpetuar en el poder a quien lo ostentaba o bien entregarle la posibilidad a una persona que era instrumental a los intereses de los Partidos, lo que implicaba -en la práctica- postergar la irrupción de nuevas generaciones de líderes que viniesen a refrescar a una clase política cuestionada por su escaso nivel de representación.
Ante ello, y como un mecanismo corrector a estas falencias de representatividad, es que se estableció la posibilidad que los Partidos Políticos, así como los pactos en los que estos participen, puedan realizar Primarias a la hora de elegir candidatos a presidente, senador(a), diputada(o), gobernador(a) regional y alcalde(sa). De esta forma, las Primarias se transformaron en un mecanismo resolutor de la nominación de la persona que será candidata(o) a las distintas elecciones, estableciéndose una legitimidad en representatividad mayor a la experiencia pasada, ya que esta decisión queda en manos de sus adherentes, afiliados, o independientes, según sea el formato de Primaria elegido. Al respecto es importante señalar que la ley establece que los Partidos Políticos no están obligados a realizar Primarias; sin embargo, cuando estos deciden implementarlas su resultado sí se vuelve vinculante.
Así entonces, y a modo general, la realización de Primarias fomenta el reencantamiento de la ciudadanía con la democracia. Lo anterior, en función de legitimar no sólo la elección del candidato que llegará a la papeleta final, sino también en lo que refiere a convertir a los Partidos Políticos en verdaderos espacios de representación política; no obstante, también es posible reconocer algunos problemas derivados de las realización de las Primarias, tales como las “enemistades” que se generan por la competencia electoral al interior del Partido o del Pacto, y el desgaste que sufre la ciudadanía por el alto número de elecciones en los que está llamado a participar.
Con independencia a todo esto, y en virtud de lo que es la experiencia nacional, así como lo establecido en la literatura especializada, es posible establecer que tener Primarias es mejor que no tenerlas.
Evidencia El Llanquihue 14/04/2024