Académico UACh colabora con tema central del Cuerpo de Reportajes del domingo en El Llanquihue. El contexto es el desarrollo inmobiliario de Puerto Montt, basado en un estudio efectuado por la inmobiliaria Tinsa Chile, y dado a conocer hace pocas semanas, donde se determinó que existen 22 proyectos en desarrollo, 10 de casas y 12 de departamentos, así Puerto Montt pasa a ser la ciudad con más proyectos inmobiliarios de Chile. La reflexión en torno a este tema tiene que ver con la pertinencia de este desarrollo en las actuales condiciones de la ciudad capital de la región de Los Lagos.
Fue invitado a participar con su opinión el Dr. Carlos Haefner, Académico Instituto de Gestión e Industria Sede Puerto Montt Universidad Austral de Chile, Antropólogo y Administrador Público, Magister en Economía y Doctor en Sociología, con área especialidad políticas públicas sociales, sociología de la exclusión social y sociedades complejas.
A continuación compartimos la opinión del académico:
Puerto Montt: ¿Ciudad sustentable y amigable?
Dr. Carlos Haefner, Instituto de Gestión e Industria, Universidad Austral de Chile.
Las ciudades son sistemas altamente complejos que crecen, innovan y modernizan su infraestructura, pero también se deterioran en forma acelerada generándose niveles altos de diferenciación y segregación socio urbana.
Las intervenciones en los espacios urbanos no son neutrales, es así como podemos ver una multiplicidad de proyectos inmobiliarios que por doquier terminan transformándose en verdaderos “guetos verticales” con la correspondiente estigmatización social de sus habitantes; diseños viales que privilegian el uso del automóvil y que limitan severamente vivir peatonalmente la ciudad; la constante privatización de los espacios urbanos, generando una gentrificación que favorece a personas de altos ingresos y provoca la expulsión de otros habitantes, tanto de sectores urbanos como rurales. La ciudad de Puerto Montt no está exenta de tales peligros. ¿Cómo abordar el crecimiento de Puerto Montt, que viene experimentando una transformación acelerada desde los años 90?
No se puede seguir obviando que ese crecimiento no ha configurado una ciudad sustentable. Hemos ido perdiendo el borde costero, éste se ha poblado de mega construcciones que, en otros países con sentido de la integración armónica del desarrollo con el medio ambiente, no podrían haber sido jamás aprobados.
Hoy existe una perfilada especulación por terrenos urbanos cada vez más escasos provocada por una demanda en aumento para nuevos proyectos inmobiliarios, ello ha incrementado los valores en las propiedades, las parcelas de agrado y arriendos en general.
En un contexto de pandemia que está haciendo estragos el empleo con la consiguiente precarización de la vida, no debe sorprendernos la proliferación de asentamientos precarios (“campamentos en tomas ilegales”) que son el rostro de la desigualdad de un modo de vida urbano desregulado.
Ya que estamos en medio de una vorágine electoral, donde los candidatos despliegan buenas intenciones para la ciudad y sus habitantes, sería muy relevante que nos plantearan cuestiones de fondo para resolver aspectos del diagnóstico que todos ya tenemos internalizado. Vale decir, que sistemas de decisiones estratégicas se han diseñado o pretenden diseñar (e implementar) para lograr una gobernanza urbana que permita configurar en serio una ciudad sustentable y amigable.
Hay preguntas mínimas que deberíamos hacernos que nos permiten orientar la discusión: ¿Cuál es la calidad del aire que respiramos? ¿Nuestros barrios disponen de jardines y arborización suficiente? ¿Es posible caminar sin riesgo por nuestras calles de día y de noche? ¿Cuántos kilómetros de ciclo vías están operativas? ¿Hay parques urbanos que permitan el encuentro comunitario? ¿Disponemos de equipamiento urbano orientado al cuidado del medio ambiente y reciclaje? ¿Cuántos de nuestros ciudadanos no tienen acceso a servicios básicos? ¿Existe un sistema de trasporte público de calidad? ¿Existe igualdad de derechos para acceder a sistemas de educación y salud en la ciudad? ¿Cómo estamos preservando nuestro patrimonio y fortaleciendo la identidad cultural? ¿Nuestros diseños urbanos son amigables con los adultos mayores?
Me temo que muchas de esas preguntas no son fáciles de contestar satisfactoriamente. Pero lo relevante es que son preguntas que no podemos seguir evitando si el objetivo es gobernar y no administrar.
Debemos consensuar un proceso que permita lograr la gobernanza necesaria para planear prospectivamente escenarios que permitan desplegar regulaciones significativas que eviten seguir encaminados a un desarrollo urbano caótico, como el que se ha observado desde hace un tiempo en la ciudad y, complementariamente, poder recuperar los espacios públicos ampliamente deteriorados y abandonados que limitan, por ejemplo, la posibilidad de convertir a la ciudad en un destino turístico de importancia.
Evidencia impresa reportaje 18/04/2021