En la formulación de dietas para vacas lecheras el énfasis está en el contenido energético y proteico de la ración. No obstante, es importante tener en consideración los niveles y el tipo de fibra suministra, explica el Dr. Juan Pablo Keim, del Instituto de Producción Animal, Facultad de Ciencias Agrarias, Universidad Austral de Chile (UACh).
Es así que estimaciones realizadas en la Universidad Austral de Chile (UACh), muestran que los niveles de Fibra Detergente Neutra (FDN) en praderas del sur de nuestro país son bajos, especialmente, durante invierno, inicios de primavera y ocasionalmente en otoño. “Esto independiente de las especies que compongan la pradera, por lo que en estas épocas sería importante monitorear los niveles mínimos de fibra y evaluar la suplementación con alguna fuente de fibra efectiva”, afirma el Dr. Keim.
Añade que “la clave acá es que analíticamente los valores de FDN son suficientes, pero no tienen la efectividad necesaria. Si bien en invierno es baja no es un problema, ya que la dietas incluyen otras fuentes fibrosas como silo o heno”.
Para determinar si es necesaria la suplementación con fuentes de fibra efectiva (paja de cereales, heno o ensilaje) a vacas en pastoreo, es necesario estar en conocimiento del contenido de FDN de las praderas y el estado fenológico en que se encuentran.
“Si el FDN es menor a 35 % (BMS) y la pradera está en estado vegetativo, quiere decir que probablemente el pH ruminal será muy bajo y que las vacas podrían responderán a un aporte adicional de fibra efectiva. Esto ocurre si las vacas reciben suplementación con concentrados en base a granos de cereales. Si los niveles de FDN son superiores a 35 – 40 % el pH ruminal probablemente estará normal y las vacas no necesitarán una suplementación con paja”.
A juicio de Juan Pablo Keim, en dietas basadas en pradera, que incluyan una proporción de suplementos que contienen almidón (e.g. más del 25-30 % de la dieta como granos de cereales, es necesario calcular si se satisfacen los requerimientos mínimos de fibra (27-33 % de FDN, 20 % de eFDN) así como si los niveles de almidón están por debajo de los máximos recomendados (< 30 % BMS).
“Si los niveles de almidón están excedidos, hay que bajar los aportes de almidón. Si no se cumplen los mínimos de fibra, hay que incluir una fuente de fibra efectiva en la ración de, por ejemplo, heno, paja o ensilaje de tamaño mayor de 1 centímetro”, explica el investigador de la UACh.
Agrega que las concentraciones mínimas de “fibra” en la dieta se basan principalmente en consideraciones de salud ruminal, es decir, estimular motilidad ruminal, prevenir descensos bruscos de pH en el rumen, aumentar el tiempo de retención de los alimentos. En cuanto a la vaca, indica que se deben evitar cuadros de acidosis sub-aguda, laminitis y abomaso desplazado.
“Mientras que la concentración máxima de fibra estará determinada por los requerimientos de energía de la vaca, ya que a mayores niveles de fibra el consumo voluntario de MS se ve limitado debido a un efecto de “llenado” del rumen”, recalca el académico”.
Por último, señala que además se produce una disminución en el % de grasa láctea, “probablemente” lo más importante para el productor.
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