A las puertas de lo que se decida finalmente en el Congreso, todos los cálculos indican que la creación de la Región de Los Ríos o Región XIV será ratificada para transitar con paso firme, después de tres décadas de infatigable batalla jurídica, social y política.
De allí que la reflexión que nace al interior de la Universidad Austral de Chile –actor involucrado con las aspiraciones regionalistas valdivianas- busca ser un aporte consistente dentro de un debate público sobre lo que realmente implica la creación de una “región nueva” como la llaman los más fervientes defensores de una causa incomprendida por unos y profundamente sentida por otros.
Este ejercicio reflexivo coincide además con el lanzamiento del libro “La Nueva Región de Los Ríos. Una mirada desde la Universidad”, en el que escriben once destacados docentes de la UACh de las más diversas disciplinas, entre ellos el ex Rector Carlos Amtmann, quienes entregan una mirada analítica acerca de procesos vinculados a este verdadero acontecimiento en la modernización del país.
En su calidad de universidad regional, la UACh ha sido –desde el principio- protagonista de este hito, contribuyendo al análisis con una primera publicación “Construcción de regiones: desafío pendiente” (2004), además de una serie de seminarios donde se han tratado los aspectos más significativos de este proceso.
“Región real”
La última modificación que se hizo a la estructura administrativa del país fue en 1974, cuando los temas de seguridad nacional fueron el criterio bajo el cual se conformó el ordenamiento del territorio en trece regiones. De este modo, Valdivia fue integrada a la Décima Región como una de sus cinco provincias, junto a Osorno, Llanquihue, Chiloé y Palena, conformando una zona de más de 67 mil km2, superficie que supera incluso a la de algunos países de Europa.
La extensión territorial (casi el 10% del suelo nacional continental), y la diversidad sociocultural, económica y productiva entre cada provincia hicieron desde un principio muy difícil una gestión integradora y más equitativa. A las potencialidades de la industria de la salmonicultura, Puerto Montt sumó su condición de capital regional, transformándose en un centro de desarrollo no necesariamente compatible con el de las otras provincias de la región. Ello ha generado una sensación de frustración en sus habitantes -en especial de Valdivia y Palena-, que se tradujo en una mayor sensibilidad para lograr una nueva regionalización.
Hoy, el escenario chileno es distinto, comenta José Escaida, director de la Unidad de Relaciones Regionales e Internacionales UACh. Valdivia ha consolidado su posición sobre lo que algunos especialistas han llamado una“región real”, al contar con un territorio autodefinido, identidad cultural , compromiso empresarial con el desarrollo local , autodeterminación administrativa y sobre todo, una visión de futuro común, tal como se consigna en el estudio “Conflictos regionales y políticas públicas”.
Para Escaida, lo esencial de esta discusión es diferenciar la descentralización de la regionalización, como procesos relacionados, pero no necesariamente inherentes el uno al otro, siendo mucho más complejo hablar de reformas descentralizadoras que de nuevas regiones. Coincide con ello el Doctor en Derecho, Juan Carlos Ferrada (Instituto de Ciencias Jurídicas y Sociales UACh), en el sentido de que actualmente, la constitución de regiones tiene por una parte, un componente técnico relacionado con la generación de desarrollo económico y por otra, una definición territorial que reconoce y afianza la identidad cultural de cada una de las zonas regionales.
Descentralización: un Paso Más Allá
La descentralización tiene que ver con el traspaso de poder a gobiernos locales y en esa línea, la propuesta que emerge desde la academia, es que no necesariamente haya una réplica de la estructura administrativa del país, sino que exista una distribución de las funciones y de la gestión pública acorde a las necesidades de la nueva región.
El Dr. Ferrada indica en este punto, que la pretensión de descentralización es uno de los aspectos más débiles del proyecto valdiviano. “Mi impresión es que el plan del Gobierno y la discusión parlamentaria ha girado fundamentalmente en la creación de regiones, pero no se ha planteado seriamente el debate acerca de cuál es el modelo de gestión eficiente en el ámbito regional y en ese sentido, la repetición de la estructura -que es lo más probable que suceda- es un elemento en contra. La creación de la Región de Los Ríos no va a cambiar en absoluto el esquema centralizado que existe en el país”.
Recalca que si bien, hacer el intento de generar una región piloto en cuanto a administración pública es recomendable y un anhelo compartido por todos los gestores del proyecto, la innovación en el modelo de gestión será sólo a nivel de burocracia interna, debido a la rigidez de la normativa que regula a la administración estatal.
En opinión de Escaida, este proceso es un cuestionamiento y al mismo tiempo, una oportunidad de generar un nuevo estilo de gobierno que otorgue mayor poder y autonomía a los núcleos regionales, con la finalidad de fortalecer las capacidades de una comunidad para obtener recursos e invertirlos según las necesidades de sus habitantes.
Mientras para Ferrada, es también un paso crucial en la profundización democrática, factor clave en el desarrollo , especialmente en el contexto de una nación como Chile que se ha impuesto la competitividad como herramienta de crecimiento en la sociedad globalizada.
Proyecto Integrador
El objetivo de crear la nueva región es lograr un desarrollo territorial integrado con mayor participación de las comunidades. Es decir, convocar la participación de las comunas en torno a metas estratégicas de largo alcance y de gran impacto en el desarrollo. “La idea es crear agencias de desarrollo territorial –acota José Escaida- que permitan tener miradas más amplias en el tiempo. La Región de Los Ríos necesita la participación ciudadana, como una manera de lograr legitimidad y aceptación de cada propuesta”.
En este sentido, la integración de las comunas es crucial y ello pasa también porque existan liderazgos que tengan claro el objetivo de trabajar mancomunadamente en torno a los objetivos estratégicos que se planteen.
Sin duda la convocatoria de municipios que conformaron -en el 2003- la Asociación Provincial de Municipalidades de la Provincia de Valdivia fue un paso significativo en esta dirección. Con el “Grito de Lago Ranco”, ese mismo año, los alcaldes de la provincia quisieron afianzar las aspiraciones de la nueva región y presionar para la aprobación de las reformas constitucionales necesarias. Al mismo tiempo, se firmaron acuerdos con Codeproval (Corporación de Desarrollo de la Provincia de Valdivia), con la Asociación de Municipalidades de Chile y con la Universidad Austral de Chile para fortalecer el trabajo y los objetivos de la naciente entidad. Este compromiso se reforzó con la firma del "»Acuerdo de Futrono"», el 28 de mayo pasado, donde los alcaldes y concejales de la provincia de Valdivia entregaron su respaldo al proyecto regionalista de cara a la votación en el Parlamento.
No cabe duda que para la Universidad Austral de Chile, entidad que ha entregado su mirada desde la academia, pensar en lo que representa la nueva región no es nuevo. Lo innovador, en esta oportunidad, radica en la capacidad de visualizar más allá de la contingencia y aportar a la viabilidad de un proyecto regionalizador que, quiérase o no, marcará un hito en el desarrollo futuro de Chile.