Rosabetty Muñoz es una de las personas de la sociedad chilota que ha destacado por su vida dedicada a la escritura poética y ensayística, la formación de jóvenes artistas, la promoción de las mujeres, la educación de los niños y jóvenes y al desarrollo de la cultura de su comunidad y, por tanto, de todo el país.
Nació y ha vivido la mayor parte de su existencia en Ancud, una de las dos ciudades y culturas más representativas del archipiélago de Chiloé. Estudió Leyes en la Universidad de Concepción, pero luego se trasladó a la Universidad Austral de Chile a seguir su vocación, ser Profesora de Castellano.
“La verdad es que Concepción quedó grabada para mí como el espacio del desarraigo: fue duro salir de Chiloé y no encontrar un espacio para lo que más he amado siempre: la poesía”, señala Rosabetty.
Durante sus estudios se destacó por su alto rendimiento, su colaboración como Ayudante de Literatura en las tareas docentes y también en su actividad paralela como poeta, oficio vocacional en el que sobresalió desde el primer momento. Formó parte de los grupos literarios Chaicura de Ancud, dirigido por el poeta Mario Contreras, se vinculó con el Taller Aumen, de Castro, dirigido principalmente por el escritor y profesor Carlos Trujillo, para luego fundar el grupo Índice con otros estudiantes de Letras de la Universidad Austral de Chile.
“En Valdivia encontré un ambiente propicio para escribir, leer, preguntar. Mis compañeros del grupo literario Índice fueron fundamentales (Oscar Galindo, Sergio Mansilla, César Díaz, L. Ernesto Cárcamo, Clemente Riedemann), otros que no estaban en el grupo como Jorge Torres, Ricardo Mendoza, Maha Vial, Pedro Jara. Entre los académicos que recuerdo, el profesor Iván Carrasco fue muy importante por su dedicación, consejos y forma de entender la vida más allá de la literatura. He citado varias veces sus palabras. Cuando me fui de la universidad, me dijo: ‘Cuida tu vida, es el mejor material para tu poesía’ y bueno, he tratado de seguir ese consejo”, nos cuenta la poeta.
Rosabetty tuvo la oportunidad de irse al extranjero para seguir estudios de postgrado. No obstante, decidió hacer su vida, su familia y su arte en Chiloé y particularmente en el lugar donde había nacido, donde vive hasta el día de hoy en una hermosa casa con vista al mar, al puente Pudeto y a los bosques de una comunidad indígena. Es ahí donde trabaja como profesora, educando en su cultura a los niños ancuditanos.
“Intento que mis estudiantes se apasionen con la literatura. Trato de acercarlos por el lado de la búsqueda de la expresión personal, de la exploración en su propia identidad y desde allí, acompañando el proceso, presentarles obras que se acercan a su mundo”, indica la profesora.
No sólo ha desarrollado la docencia con niños y jóvenes, también ha elaborado diversos proyectos de orientación poética y cultural, ha establecido relaciones fructíferas con artistas de distintas disciplinas, ha formado y dirigido muchos talleres de creación literaria, vinculados con la promoción de las mujeres chilotas y los valores humanos.
Pero su mayor dedicación ha sido la poesía, mediante la cual ha difundido y otorgado mayor expresividad, sutileza y valor estético al habla y la cultura chilotas y ampliado los registros fónicos, verbales, temáticos, retóricos, ficcionales e identitarios de la lírica nacional en su proyección hacia otras lenguas y horizontes. El Canto a una oveja del rebaño, En lugar de morir, Hijos, Baile de señoritas, La Santa, historia de una elevación, Sombras en el Rosselot, Ratada, constituyen sus libros relevantes, celebrados, estudiados en universidades nacionales y extranjeras, premiados.
Su poesía ha sido reconocida por su incorporación a diversas antologías nacionales e internacionales, sobre todo de mujeres, ha sido galardonada con Mención de Honor en el premio Municipal de Poesía de Santiago y Pablo Neruda, Premio Pablo Neruda, Beca Fundación Andes, Consejo Nacional del Libro y la Lectura, Altazor, entre otros. Últimamente, la Academia Chilena de la Lengua ha decidido nombrarla Académica de la Lengua.
“Me importa mucho el amor por la palabra. Creo que la distinción que me hace la Academia es un nuevo desafío, para seguir empeñada en este trabajo que va a contramarea de los tiempos: mientras es tan extendida la aparente comunicación sin límites, uno ve cómo se reducen los contenidos, como pierden profundidad y espesor los encuentros. Encantar a los jóvenes que me toca conocer con la palabra, es mi objetivo principal”, finaliza la poeta Rosabetty Muñoz.