Junio se ha transformado en el Mes del Orgullo Gay para todos/as los/as pertenecientes a la comunidad LGBTIQ+, mes coincidente con los movimientos sociales desarrollados en Stonewall 1969, puntapié inicial para las tradicionales marchas, celebración que no se basa en no ser heterosexual, sino en una demanda por el derecho a existir y no ser perseguidos, insultados, discriminados, cuestionados o asesinados; buscando reivindicar los derechos y libertades que se les ha negado.
Ser LGBTIQ+ significa tener una identidad y pertinencia a un grupo, el cual ha sido y es, perseguido en muchos países, por ser considerado un delito o algo fuera de la norma. La discriminación hacia disidencias, aún invisibilizada por el Estado, se origina por ignorancia, prejuicios, ideas religiosas, patriarcado, machismo, produciendo que, en distintos entornos, como el educativo, siga persistiendo, llegando a consecuencias como el suicidio.
Así también, ser mujer y pertenecer a la comunidad LGBTIQ+, en una sociedad heteronormada e hipersexualizada nos expone mayormente a ser violentadas, al no ser percibidas como objeto de consumo para los hombres, y estar expuestas a amenazas, acoso y violaciones debido a la orientación sexual; así como la limitación por el sistema en temáticas como la fertilización asistida y la conformación de familias homoparentales.
En los últimos 50 años, hemos visto el avance en materia de matrimonio homosexual, gracias a un cambio de mentalidad y aceptación, así en 1989, Dinamarca, emitió el primer fallo a favor de la libertad de unión, impulso que el 2012 generó la posibilidad de contraer matrimonio tanto civil como por la iglesia. Desde ese entonces y hasta el 2019, un total de 27 países reconocían el matrimonio igualitario, estando aún pendiente en Chile su formalización, siendo un anhelo al que aún aspiran múltiples parejas; sin embargo, aun cuando se visualizan estos avances, el número de casos y denuncias por homofobia, transfobia y crímenes de odio sigue en aumento, tal como lo demuestra el XIX Informe Anual de DDHH de la Diversidad Sexual y de Género.
Es por ello, que se hace inminente el desarrollo de una educación sexual integral, impulsando, entre tras capacidades, ser tolerantes y respetuosos, erradicando creencias y mitos culturales erróneos, combatiendo de esa manera la violencia de género.
Este 2021, en este nuevo mes del Orgullo LGBTQ+, esperamos que se continúe en un proceso de aceptación, no discriminación, protección e inclusión, trabajando por la libertad de ser uno mismo/a, como parte de una sociedad diversa, permitiendo una vida plena y sin temor a salir a la calle de la mano de quien amamos.