Una de las definiciones más simples y de uso generalizado de la música nos dice que ella constituye “el arte de combinar los sonidos de la voz humana o de los instrumentos, o de unos y otros a la vez, de suerte que produzcan deleite, conmoviendo la sensibilidad, ya sea alegre, ya tristemente” (Real Academia Española, 2001).
Sin embargo, la música como una práctica social supera con creces a la definición anterior, pues a partir de ella se construyen distintas conexiones humanas plenas de significaciones, valores y funciones que no sólo definen el tejido social entre quienes la producen, sino que marcan una experiencia colectiva con quienes asisten. De este modo, el mensaje que posee cualquier obra musical muestra las características de la sociedad que las crea, las hereda o las interpreta.
Considerando lo anterior, la formación musical (directa o indirecta) podría ser considerada materia indispensable en los diferentes procesos educativos que acompañan la vida del ser humano, pero según hemos ido aprendiendo en nuestro viaje musical por las escuelas rurales hacia el valle interior de la Carretera Austral, esta resulta una tarea difícil de cumplir.
A mediados de abril de este año desde la Casa de las Artes de la UACh, en conjunto con la Delegación rural de la Ilustre Municipalidad de Puerto Montt, iniciamos una seria de visitas didáctico-musicales a diferentes escuelas rurales con el fin de llevar un poco de música a estos espacios educativos que ansiosos de ser partícipes directos de experiencias de aprendizaje y formación musical carecen del acompañamiento humano que les permita crear dicho espacio y poder instalar esta práctica artística entre sus tareas cotidianas.
Así, este proyecto desplegado desde hace ocho meses nos ha mostrado que si bien la música está en todas partes pues niñas, niños, apoderados y maestros disfrutan y participan de cada actividad y momento musical que les brindamos, no siempre encuentra un guía o acompañante que le permita a la música hacer nicho en estas escuelas y sumar al proceso formativo dentro y fuera de estas instituciones.
Sin duda alguna, la experiencia ha sido enriquecedora para todos. Cada visita ha ido nutriendo nuestra experiencia pedagógica y musical. Pero, tan grata vivencia también permite percibir la necesidad imperante no sólo de formar educadores en las áreas artísticas en general y la música en particular, sino también pone de manifiesto la necesidad de reflexionar acerca del papel que juega el arte en la construcción de sociedades más cooperativas y conscientes en su relación con el otro, tal como lo hemos experimentado a lo largo de nuestra travesía musical en la comuna de Puerto Montt.