* En la investigación participa además el estudiante de Conservación de Recursos Naturales UACh, Rodrigo Valderrama.
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La académica del Instituto de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Austral de Chile, Prof. Carolina Ihle, en conjunto con el académico de Vienna University of Technology , Prof. MsUD Johannes Pointl, y la académica de Columbia University, Nina Valerie Kolowratnik, están realizando el proyecto de investigación «Silent Trails in the Los Lagos Region, Chile” cuyo objeto de estudio es la reconstrucción espacial/temporal del Camino de los Jesuitas entre Ralún y Vuriloche.
El proyecto, que es financiado con fondos de la División de Cultura de la Cancillería Federal de Austria, está concentrada en la exhumación de los múltiples vestigios y relatos que construyen lugar y memoria.
La académica Carolina Ihle contó que lo que se realizará es la búsqueda de huellas constituyentes de una arquitectura invisible en una geografía dinámica. “Este proyecto busca documentar un espacio imaginado de varias generaciones de personas en tránsito. El trabajo en terreno y de archivo permitirá identificar modos a través de los cuales lo invisible, secreto y variable está inevitablemente vinculado a un espacio material patrimonial.
“El proyecto surgió en una primera instancia como una obsesión personal de redescubrir las claves espaciales y materiales de esos caminos que han sido utilizados generación tras generación por huilliches, poyas, mapuches, jesuitas, colonos españoles, alemanes, arrieros locales, prófugos de la justicia, etc. Porque si bien son pasos fronterizos conocidos, no están definidos como caminos señalizados, no tienen una arquitectura evidente, es decir de alguna forma siguen siendo secretos y solo funcionan a partir de los relatos, de recuentos orales de personas que viven en estos caminos y de relatos se aquellos que los han utilizado”.
La ruta de los Jesuitas
Es un paso para cruzar desde el Océano Pacifico al sector de la Patagonia norte de Argentina, pasando por el lado sur del Volcán Tronado. Es una huella para personas a pie o a caballo y que según recientes investigaciones puede haber sido utilizado incluso hace 10.000 años, vinculándolo con los descubrimientos de ocupación en Monte Verde en el Sur Austral.
En la historia más reciente los jesuitas intentando acercarse a Argentina, con el objeto de evangelizar a los habitantes del territorio y en búsqueda de la mítica ciudad del Dorado, fueron los más insistentes exploradores que recuperaron la ruta escondida por los pueblos originarios, dándole el nuevo nombre al recorrido. Lo interesante es que la ruta no está señalizada y se hace evidente sólo para alguien que la haya realizado con anterioridad o con los relatos de las personas del lugar.
Durante el trayecto se cruzan frondosos bosques, pampas, macales y se cruza varias veces el río y algunos arroyos, sin embargo hay que tener presente que es imposible de recorrer en temporada de invierno donde el paso queda cerrado y la gente local aislada por las lluvias y la nieve. Por este motivo la época del año en la que puede realizarse el recorrido es de noviembre a marzo.
La travesía
La académica contó sobre las dos travesías que realizaron. “En la primera, nos perdimos, porque no está señalizado y el mínimo margen del error del GPS imposibilita que uno pueda recorrerlo sin la ayuda de las personas que viven en la zona. Por esta razón, en una segunda oportunidad, partimos a caballo y con guía junto a un estudiante tesista de la carrera de Conservación en Recursos Naturales que se interesó en el proyecto y que realizará como tesis una reconstrucción de las especies que conforman el paso y la identificación de las marcas de incendios antropogénicos que han modificado el paisaje”, indicó.
“Nos demoramos cuatro días a caballo en llegar poco antes de la frontera junto al Volcán Tronador y de ahí nos devolvimos (hasta la próxima salida a terreno) ya que no hay ningún asentamiento humano hasta Valle Esperanza en Argentina que nos sirviera para el registro de la historia oral de la ruta. Durante el trayecto entrevistamos a las personas que viven en la zona, hicimos el levantamiento en GPS y realizamos el registro fotográfico. La idea es hacer a través de estos relatos orales una reconstrucción del espacio imaginado por los habitantes de la ruta y compararlo con los datos destacados por los equipos de medición”, dijo.