Hemos vivido días tristes en nuestra comunidad creativa con múltiples partidas. Hoy despedimos a Carlos Krebs, un pilar inmenso de la música chilena, un amigo, un guía, un soñador incansable. Hoy, en cada acorde, en cada golpe de batería, desde el más reciente artista local hasta Los Jaivas lo evocan con sus melodías; hoy, cada músico valdiviano entona un lamento en su honor. ¿Cómo abarcar en palabras a alguien tan querido y esencial para nuestra comunidad? ¿Cómo encerrar en frases su presencia vibrante y generosa?
Carlos era mucho más que un baterista o proveedor de backline; fue el latido de una comunidad, un constructor de sueños compartidos, un mentor cuyos consejos eran abrazos, una inspiración por su alegría desbordante. Su generosidad era su sello, su entusiasmo la chispa que encendía escenarios. Desde el teatro a los festivales, desde los videoclips a cada encuentro en Fluvial, su huella es profunda y perdurable.
Hoy sentimos su ausencia, pero su legado nos impulsa. Nos enseñó a vivir el oficio con dignidad, amor, solidaridad y respeto. En cada show, en cada esfuerzo, estará Gatito, recordándonos que Valdivia puede, y debe, seguir siendo una ciudad musical.