Este 12 de octubre se conmemoró el día del Ingeniero en Alimentos en Chile. Adicionalmente, el 16 de este mismo mes se celebró el Día Mundial de la Alimentación. Estas fechas nos invitan a detenernos y pensar sobre el tema de la producción de alimentos procesados y la alimentación. El mundo en su globalidad ha ido avanzando en la seguridad alimentaria, que implica que cada vez existen menos problemas de subalimentación, donde Sudamérica se destaca por sus mejoras. A pesar de eso, aún siguen existiendo zonas del mundo donde el tema de la subalimentación es preocupante. Las iniciativas políticas, acompañadas por una industria responsable y dinámica, son pilares fundamentales para seguir mejorando.
En el contexto chileno, que es similar al de países de Latinoamérica, EEUU, Europa, etc., se han logrado niveles altísimos de seguridad alimentaria, en cuanto al combate de la desnutrición. Sin embargo, junto con esta nueva realidad surgen nuevos desafíos. El hecho de que tengamos alimentos no implica necesariamente que estemos bien alimentados. Pero tampoco implica de facto que el sistema sea nocivo o estemos en una época peor a todas las anteriores en cuanto a la calidad y disponibilidad de alimentos. La discusión es candente. Hoy toma mucha relevancia la calidad de los productos de fácil acceso, así como la educación de los consumidores.
Una buena alimentación pasa necesariamente por un consumidor bien “entrenado”. El estado y sus instituciones son los llamados a generar políticas efectivas, pero no parece suficiente pensar en medidas puntuales para lograr resultados reales, ya que un estado de bienestar de las personas no solo pasa por lo que come, sino por su estilo global de vida, que implica muchos aspectos difíciles de modificar.
En todo este ambiente, la industria alimentaria ha debido evolucionar con miras a satisfacer las nuevas demandas de los consumidores. Nadie hoy compra porque “es lo que había para comprar” sino más bien “porque es lo que quería comprar”, y las industrias exitosas son las que saben manejar bien este nuevo paradigma, el de que el consumidor es el motor de todo lo que se produce, y la innovación el arma que ayuda a responder a este reto exigente y dinámico. Así, los profesionales Ingenieros en Alimentos, que centran su quehacer a entender y manejar esta realidad, son fundamentales para que el sistema funcione y lograr ser competitivos como industria y sector. Chile tiene mucha potencialidad, y de hecho la industria ha avanzado, pero el ambiente es tan competitivo que se debe seguir profesionalizando el rubro, mejorando, y los Ingenieros en Alimentos están llamados a ser los que lideren el sector.
En Chile se ha apostado por apoyar el rubro de los alimentos procesados, ejemplo de eso es el programa “Transforma Alimentos” a nivel nacional, o el “Programa Estratégico Regional de Alimentos con Valor Agregado” de Los Ríos, pero estas estructuras que, si bien ayudan y son indispensables, corren el riesgo obvio de no dar los resultados esperados al no existir profesionales capacitados que desarrollen e implementen las soluciones/innovaciones, a base del conocimiento más actual disponible.
Para finalizar, concluir que el mundo de los alimentos procesados es dinámico, competitivo, pero lleno de oportunidades, y los profesionales Ingenieros en Alimentos deben jugar su rol para lograr mejoras a todo nivel, ya sea en la industria rentabilizando el negocio, como en la población asegurando una buena alimentación.