* La mayoría de ellos estudia, algunos ya están egresados y otros además, trabajan. Sin embargo, dedican parte de su tiempo al voluntariado en la Escuela Intrahospitalaria del Hospital Clínico Regional Valdivia. Se trata del Centro de Acción Juvenil «Navegantes», compuesto por estudiantes de distintas carreras, varios de ellos de la Facultad de Medicina de la Universidad Austral de Chile.
Fue una tecnólogo médico quien, a principios del año 2004, entregó el dato que existía esta escuela. Desde ese momento la inquietud quedó dando vueltas dentro de un grupo de amigos que querían hacer algo más que sólo ir a la universidad. En un principio no eran más de diez, hoy ya son cerca de veinte y el grupo sigue creciendo. «Antes de conocer de la existencia de esta escuela, nosotros ayudábamos a otras instituciones, pero cuando supimos que la Escuela Intrahospitalaria casi no recibía ayuda externa, decidimos trabajar con ellos», cuenta Valeria Hermosilla, alumna de la Escuela de Enfermería de la UACh.
«La idea es que los chicos de la escuela pasen un rato agradable, tratar de sacarlos de su realidad, aunque sea por un momento e inculcarles algunos valores y principios», relata otro integrante del grupo de voluntarios.
La primera actividad que realizaron fue la celebración de la Pascua de Resurrección. A pulso, como ellos mismos dicen, pidiendo colaboración entre sus familiares, lograron hacer una hermosa fiesta para los niños. Así, siguieron con la navidad, el día del niño y últimamente la celebración de fiestas patrias.
«Además deacompañarlos, nosotros los apoyamos con materiales de trabajo. La idea es que no les falte nada y que se sientan acompañados y apoyados. Además, para nosotros es muy gratificante verlos felices», señala la estudiante de Tecnología Médica de la UACh, Gabriela Solís.
Es tanto el compromiso que estos jóvenes voluntarios han adquirido, que ya están a punto de obtener la personalidad jurídica del grupo, y así postular a proyectos y obtener fondos para poder seguir trabajando en esta escuela, ya que por el momento, todo lo que gastan sale de sus propios bolsillos.
Una de las últimas estudiantes en integrarse fue Pamela Negrete, alumna de la Escuela de Medicina de la UACh. Al igual que la mayoría de los voluntarios, ella se enteró por un amigo de la existencia de este grupo. «No sólo por ser alumna de medicina me motivé a trabajar con los alumnos de la escuela del hospital, lo que yo quiero es entregar una ayuda social. Primero quiero conocer a los niños, estar con ellos y luego seguir ayudando en lo que se pueda», cuenta.
+Cómo Funciona?
La Escuela Intrahospitalaria comenzó a funcionar en el Hospital Clínico Regional Valdivia en el año 2000, con reconocimiento del Ministerio de Educación. Funciona igual que todos los establecimientos educacionales, pero sólo hasta octavo año básico.
Aquí, asisten niños de entre 2 y 18 años de edad, con enfermedades crónicas y un mínimo de tres meses de hospitalización o tratamiento y que han recibido la autorización de su médico tratante para asistir a este colegio. La educación aquí es personalizada.
Una profesora básica, una educadora de párvulos, una sicóloga y una asistente de párvulos son las encargadas de brindarles educación a estos niños.
El espacio es reducido, pero la vocación y entrega de quienes aquí trabajan es enorme.
Sólo una pequeña sala en el tercer piso de este centro asistencial alberga a los niños y profesionales de esta escuela.
Todos los días, en un furgón contratado gracias a la subvención especial que otorga el Gobierno, llegan los niños que están en tratamiento en el hospital pero que no necesitan estar internos. Ellos solamente asisten a esta escuela.
Cada dos semanas o una vez al mes van los niños que deben asistir a control médico. En este caso, las profesionales se trasladan al policlínico. Aquí se trabaja con ellos y se les entregan tareas para realizar en la casa.
Por último, pero no menos importante, están los niños hospitalizados a quienes en su mayoría se les atiende en la cama. Tanto para los niños del policlínico como para algunos hospitalizados, ésta es una escuela de tránsito, la idea es que luego puedan reintegrarse a su escuela de origen sin haber perdido los conocimientos correspondientes a su nivel.
La garantía es que el niño no pierde la continuidad escolar, se pasa la materia como en todos los colegios, aunque con un grado de dificultad menor.
La escuela tiene cupo para 30 niños, capacidad que ya está copada, pero en la práctica atienden a un número mayor, pues como cuenta la Educadora de Párvulos de la Escuela, Marianela Lara, «no podemos dejar de lado a niños que necesitan seguir recibiendo educación y que por motivos médicos no pueden asistir todos los días al colegio».
Con respecto a la labor que realizan los voluntarios, Lara comenta que «estamos felices con el trabajo que realizan los jóvenes de este grupo. Siempre llegan con actividades novedosas y con mucho ánimo. Aquí no necesitamos gente que venga a compadecerse de nuestros niños. Los voluntarios les traen entretención, a veces algunos regalos y lo mejor de todo es que llegan a formar parte de ellos, de sus actividades, se han integrado perfectamente y eso nos tiene muy contentos».