“Hoy llegué a las 7:20, llegué tarde”, dice don Jorge, en quien todos reconocen un sentido de responsabilidad único. “Llego a las 7, caliento agua, tomo desayuno, barro, limpio las mesas y 10 para las 8 estoy abriendo”, describe su rutina Jorge Hernán Campos Cano, funcionario del Casino Central de la UACh hace 20 años. A sus 59 años es el más experto lavador de loza, conocido por la buena recepción y acompañamiento que brinda al personal nuevo, especialmente cuando llegan a hacer su práctica o pasantías del Programa DUAL.
No por pasar gran parte del tiempo en la cocina ha dejado de compartir con los estudiantes. “He conocido hartos alumnos, se titulan, se van a otras regiones o países y después de hasta 10 años incluso me pasan a ver”, dice recordando la relación de amistad que entabla con algunos. “Cuando algunas niñas estaban embarazadas, yo adivinaba al tiro… Estás embarazada; después venían a mostrarme sus guaguas”. Pero sin duda que el gran recuerdo lo tiene de un estudiante de Antropología que acostumbraba a quedarse en el casino después del cierre. “Se quedaba estudiando hasta tarde, le convidaba un té con sándwich y seguía estudiando y siempre me decía que me iba a invitar a su casa”.
Transcurría el año 2004 y don Jorge estaba de vacaciones cuando recibe el llamado de Mauricio Urbina quien le dice que debía presentarse al día siguiente en Osorno para tomar el bus que lo llevaría a Punta Arenas. “Al principio no lo creía… Me fui bien arropado con un par de monedas. Salí a las 12 de Osorno y llegué al otro día. Llegué hasta Puerto del Hambre y Fuerte Bulnes. Estuve como 15 días; estaba tan bien que se me pasó el tiempo, hasta que el papá de Mauricio me preguntó: ¿y usted don Jorge cuándo entra a trabajar? Se me había pasado un día», comenta riendo.
Orgulloso cuenta de Javiera, la nieta que cursa Auditoría en la UACh y de Ignacia que egresó recién de 8°, ambas hijas de la hija que aun cuando no existen lazos sanguíneos crió como si los tuviera, al formar una familia con María Soto Pérez, su pareja.
Tal es su chochera que ahora financiará a su nieta un curso para aprender a manejar ya que tienen un auto nuevecito “de paquete” en casa, a la espera de la flamante conductora. “La nieta sacaba la cuenta que yo no podía jubilar porque le faltaban dos años en la U. para que le dé comida”, relata.
Aunque de pocas palabras, disfruta mucho recordando los memorables paseos que hacía con sus compañeros de trabajo en décadas pasadas. “Recorrimos siete lagos, contratamos un bus y justo el día después de salir de vacaciones nos fuimos a Chamiza por la Carretera Austral. En eso me tocó agarrar el cordero para el asado, y en lugar de eso, el cordero me arrastró hartos metros… Partí ‘soplao’, ‘agarrao’ del lazo”, recuerda entre las anécdotas de aquellos años.
Para don Jorge su oficio también ha experimentado grandes cambios. “Hoy todo es más tecnológico, horno automático, la máquina lavavajillas, todo computarizado”, dice. Pero lo que no cambia es su disposición al trabajo, tanto que en su casa también se ocupa de los platos. “Cuando lavo loza en mi casa me llaman la atención por el ruido… No estás en el casino me dicen…”, comenta con una sonrisa.
Pero quien no ha visto a don Jorge escuchando una radio o hablando por ella, no lo conoce. “3GolTangoYuliet 5472…se hace presente”, es su identificación como radioaficionado en 11 metros en la Red de Emergencia de Los Ríos de la que forma parte. Esta afición es la que le permite comunicarse con personas hasta del sur de España, Italia y Francia, con quienes se conecta todos los días de las 9 a las 9:30 horas y de presentarse alguna emergencia en el territorio nacional o hasta donde tenga alcance su frecuencia, está listo y dispuesto a prestar ayuda desde las comunicaciones por radio, sin que el idioma sea un impedimento, porque para eso los radioaficionados manejan un sistema de símbolos que todos conocen, explica.