Ante una alta asistencia principalmente de estudiantes, docentes y profesionales del área salud, uno de los mayores referentes de la Semiología y Medicina Interna de nuestro país, Dr. Santiago Soto Obrador, presentó en la Universidad Austral de Chile la conferencia «Acto Médico y Ser Médico».
Realizada el jueves 20 de marzo en el Aula Magna, la charla fue parte de una visita especial a la UACh efectuada por el experto y organizada por el Instituto de Medicina de esta casa de estudios, en la cual desarrolló también las clases en el Hospital Base de Valdivia, “Semiología del Dolor” para alumnos del Curso Semiología 3er año de Medicina;“La tabla Hipocrática” a Medicina Interna II y profesionales; y “Pensamientos a partir de un caso clínico”, con internos y becados del Servicio de Medicina Interna.
Acto mágico
Durante la conferencia el autor del Manual de Semiología, texto guía fundamental en la formación de generaciones de médicos en Chile, destacó que “uno llega a la carrera con un médico interno, un buen samaritano, pero el concepto Escuela de Medicina muchas veces va acabando con él. En primer año queríamos ser médicos de barrio y ya en séptimo nos olvidamos de aquello. No es fácil recuperar a ese doctor inicial, por favor no lo pierdan”, sugirió.
Al respecto dijo que un factor importante en esta situación es lo que se conoce como “medicina aritmética, que produce un daño tremendo al traducir todo a la frialdad de los números. Hacer medicina no es sólo un diagnóstico, es reflexionar, ayudar”.
Entre otros aspectos, agregó que “el acto médico es tan mágico que a veces no nos damos cuenta de su trascendencia, no tenemos conciencia de que uno incide directamente en la vida de alguien. Para realizarlo hay que tener la humildad de reconocer en la otra persona o paciente una dignidad enorme, y aprender de esta dignidad”.
El Dr. soto instó a los estudiantes a “buscar la solución con el paciente o persona, trabajar junto a él, no para él, hacerlo partícipe del tratamiento. La medicina es sin parafernalia y no debemos ser sensores morales, sino consejeros. Recuerden siempre, el doctor no debe tener dedo índice, pero sí una oreja gigante y un gran corazón”.
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