Con cerca de 600 personas conectadas a las plataformas Zoom y YouTube, se llevó a cabo el seminario virtual “Pensando la sociedad chilena en tiempos de estallido social y pandemia”, organizado por la Red G9 de Universidades Públicas no Estatales, el cual es el primero de otros seminarios a realizar por parte de la entidad, y que inició con las palabras del Rector Ignacio Sánchez, de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
En la oportunidad, el docente Álvaro Langer, Director del Instituto de Estudios Psicológicos de la Facultad de Medicina de la Universidad Austral de Chile y Director Alterno del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes Imhay, participó junto a los académicos de la PUC Sol Serrano, del Instituto de Historia, y Rodrigo Valdés, de la Escuela de Gobierno, y Paula Ascorra, de la Escuela de Psicología de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
Los docentes tuvieron 8 minutos cada uno para exponer y luego respondieron a una ronda de preguntas.
Salud mental en Chile
Con el propósito de guiar la reflexión y la presentación de los académicos, se les invitó a contestar tres preguntas que guiaron la discusión de cada uno de ellos desde su área. La primera de ellas fue: ¿Cuáles han sido los tres cambios más importantes que han observado durante los últimos meses en la sociedad chilena, producto de la crisis social y sanitaria?
En ese sentido, el académico Álvaro Langer sostuvo que “en el ámbito de la salud mental hay tres cambios relevantes: visibilizar la prevalencia de problemas de salud mental en Chile, lo que utilizando la analogía del ‘tsunami de la salud mental’, del ensayo de Mario Waissbluth del 2017, deja al desnudo un abrumante y desolador panorama, con una alta prevalencia de trastornos y problemas de salud mental. No obstante, esta evidencia no fue producto de un proceso sistemático de acción de políticas públicas en el área, más bien irrumpió como consecuencia de un malestar social que posicionó a la salud mental como el reflejo de una crisis del con-vivir. La interdependencia, con independencia del grado de acuerdo con la frase ‘no era depresión, era el capitalismo’, lo relevante es la mirada de interdependencia entre variables que tradicionalmente se han evaluado de forma aislada: las determinantes sociales de la salud, como las condiciones de vida, los niveles de pobreza, con los problemas de salud mental. Y por último lo colectivo, la relevancia de la salud mental en una acción colectiva y no individual, poniendo la dignidad y la equidad como consecuencias de la salud mental”.
Respecto de la segunda pregunta -¿Qué aspectos consideran necesarios abordar para superar esta crisis en el corto y en el mediano plazo?-, el Psicólogo señaló que “lo primero es tomar muy en serio la salud mental, sin embargo, hoy no es prioridad en la acción, solo en el discurso. Hoy existe una confusión de valores y se debe discutir el rol que tiene la salud mental en el buen vivir, porque si no se hace algo, las consecuencias mentales van a ser mayores que el virus mismo. Como punto de partida cabe destacar la propuesta de la mesa social de COVID-19, como un trabajo asociativo entre actores políticos, la academia (por ejemplo, núcleo Imhay), asociaciones gremiales, entre otros actores”.
Ante la tercera pregunta sugerida -¿Quiénes debiesen ser las personas o las instituciones que tengan un rol preponderante en el proceso para superar esta crisis?-, el académico indicó que “quienes debiesen tener una activa respuesta son el gobierno y el mundo político, aumentando el presupuesto de salud mental y, por supuesto, las universidades, para aportar con un pensamiento crítico, basado en la evidencia, frente a las demandas sociales. La salud mental tiene que ver con cómo yo me relaciono conmigo mismo y con los otros, inserto en un territorio. Como se maneje esto va a ser importantísimo para la salud mental, la pandemia está dando la oportunidad de hacer esa reflexión para aprender a con-vivir”.
Adicionalmente, en la ronda de preguntas el Dr. Langer reforzó diciendo que “el elemento que se agotó fue la unidimensionalidad, que pone el factor económico por sobre el buen vivir”.
Y que, frente a la crisis nacional, “no estamos todos en el mismo barco, estamos en un mismo océano, algunos van sujetados a una tabla, otros en un bote y algunos en un yate”, enfatizando que era esencial reconocer esta dimensión humana para generar cambios en la sociedad y que debemos aprender a con-vivir.