Los biodigestores operan con residuos domiciliarios, estiércol de bovino u ovino según sea la disponibilidad de recursos en cada sector donde estén ubicados. En 2015, la Gobernación de Valdivia lideró un plan piloto de instalación de biodigestores domiciliarios en zonas rurales de esta provincia, con el fin de estudiar la viabilidad del uso de biogás como fuente de energía.
El proyecto se realizó en el marco del Plan de Fortalecimiento Provincial, coordinado con el Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP) y de la mencionada Gobernación, para usuarios de INDAP y del Programa de Desarrollo Territorial Indígena (PDTI), asesorados por el Programa de Desarrollo Local (PRODESAL).
Paralelamente, el profesor Alfredo Erlwein, académico del Instituto de Ingeniería Agraria y Suelos de la Facultad de Ciencias Agrarias y Alimentarias de la Universidad Austral de Chile, ha desarrollado una línea de investigación en digestión anaeróbica, que ha incluido el estudio del estado del arte nacional de la biodigestión tanto a escala industrial como domiciliaria.
“Hemos encontrado que un importante porcentaje de los biodigestores en el país se encuentran en desuso, fruto de malos diseños, insuficiente apoyo técnico y desconocimiento del proceso. Por ello, nos interesa evaluar cuales son los factores que inducen la paralización de estos sistemas, de manera de mejorar su desempeño y fomentar esta tecnología de gran potencial energético, ambiental y económico”, afirma el docente, quien también es investigador del CISVo-UACh.
De igual modo, explica que la idea del proyecto de la Gobernación fue suplir parte de la demanda energética necesaria en los hogares de familias rurales como, por ejemplo, en el calor para cocinar. Además de aportar a quienes trabajan en economías de subsistencia o con microemprendimientos cuyos procesos necesitan de energía, como es el caso de artesanía en lana, específicamente el teñido de la misma. “No obstante, muchos usuarios experimentaron problemas, por razones tanto técnicas como culturales”, sostiene el Prof. Erlwein.
En esa línea, intermediado por operarios del programa ejecutor del proyecto, Erlwein contactó al agricultor Sr. Segundo Rantul para sondear la posibilidad de adquirir su biodigestor, que se encontraba en desuso por al menos un par de años, para efectos de investigar mejoras tecnológicas que habiliten su uso y la masificación de estos sistemas.
“Al respecto, don Segundo, en un acto de generosidad destacable, ofreció donar el biodigestor, dada su convicción respecto a los aportes de la ciencia y a su compromiso con la comunidad”, destaca el académico.
Para el Sr. Rantul, “la idea es que el biodigestor se vaya mejorando para poder también usarlo en invierno, pues no servía mucho en esa época y como es la universidad la idea es que investiguen para darle mejor uso y lo puedan usar los estudiantes e insertase en ese rubro”.
El biodigestor actualmente se encuentra ubicado en dependencias de la Estación Experimental Agropecuaria Austral (EEAA) de la UACh, y se implementará en un domicilio particular, pues para el desarrollo de la investigación es fundamental que el biodigestor funcione asociado a un hogar representativo, dados los tipos de residuo de origen, frecuencias de carga y condiciones prácticas que inciden en el uso.