El Dr. Sigisfredo Garnica, responsable del Laboratorio de Micología de la Facultad de Ciencias de la Universidad Austral de Chile (UACh), es el Director del proyecto “Biocontrolador de Hongos Endofitos Nativos (HEN)”, iniciativa financiada por el Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC) del Gobierno Regional de Los Ríos y su Consejo Regional.
El investigador y su equipo trabajan en generar un biocontrolador en base a consorcios de hongos endófitos nativos (HEN) para el control del gusano blanco y así contribuir al desarrollo competitivo y sostenible de las praderas para pastoreo en la Región de Los Ríos.
En este contexto, indica que “se trata de aislar hongos endófitos nativos, abarcando la máxima superficie geográfica, con transectos en el norte, centro y zona sur de la región. La idea es abarcar, de la manera más representativa posible, las extensiones donde se cultivan praderas de ballica, que es lo queremos estudiar”.
El investigador señala que este tema se ha trabajado en otras regiones del país, pero es primera vez que se desarrolla un estudio de este tipo en Los Ríos. En ese sentido, el impacto es importante pues en el caso de ballicas se generan grandes mermas, sobre todo en aquellas perennes, pues mediante un ataque severo del gusano puede llegar a tener una pérdida de hasta un 80% de la pradera, explica el docente de la UACh.
El Prof. Garnica relata que actualmente existen productos químicos para combatir el gusano, pero “afectan mucho al medioambiente, contaminándolo, y además se ha determinado que son poco efectivos porque el gusano está bastante profundo en el suelo entonces prácticamente no le llega el insecticida”.
“Es una alternativa de control biológico, amigable al medioambiente, pues se usa lo que existe en la naturaleza para atacar a este gusano. Por ejemplo, hemos hecho crecer varias cepas a diferentes temperaturas, pues la idea es buscar aquella que crezca mejor a temperaturas bajas en el sentido de que este hongo al ser fumigado en terreno, debe crecer bien en los meses con las más bajas temperaturas que corresponden a la etapa larvaria, cuando el gusano es más susceptible de ser atacado por el hongo”, sostiene el Dr. Garnica.
El equipo de trabajo del proyecto FIC lo integran, además, el Dr. Oscar Martínez (director alterno), docente de la Facultad de Ciencias, el Dr. Máximo Alonso, de la Facultad de Ciencias Agrarias, y el Dr. Raúl Venegas, del Instituto Tecnológico para la Agricultura Sustentable (ITAS).
Hongos aislados
A la fecha, en el Laboratorio de Micología de la UACh se han procesado más 1000 muestras, provenientes de plantas, raíces, semillas y también desde gusanos, lo que ha permitido aislar poco más de 700 cepas. En una primera etapa, la identificación de las cepas se realizó a través de su morfología, y después aquellos géneros con potencial biocontrolador del gusano (Acremonium, Beauveria, Metarhizium, etc.) fueron identificados en base a secuencias de ADN.
“Este proyecto es innovador, pues la idea básica es usar un consorcio de hongos (HEN), dos o tres diferentes, para tener una mayor posibilidad de éxito de biocontrol. Lo otro es la adaptación del hongo a las condiciones de la región, lo que no debería generar ningún problema, porque hemos visto que algunas especies ya se repiten y están distribuidas en varios sitios e incluso fueron aisladas desde gusanos muertos encontrados en tales praderas”, explica el Director del proyecto FIC18-55.
Agrega que “en esta primera etapa, se pretende buscar al menos dos consorcios de hongos que sean capaces de, por lo menos en condiciones de laboratorio y de invernadero, lograr asociarse con la planta en forma endófita y controlar el gusano blanco. Es decir, este grupo de hongos entran a la planta y no le producen ningún cambio morfológico y la protegen evitando su herbivoria”.
Trabajo futuro
El Dr. Sigisfredo Garnica recalca que en las pruebas efectuadas en laboratorio se trabaja en la producción de conidias (esporas de origen asexual) liberadas por el hongo, las que se pueden dispersar, por ejemplo, en agua en una concentración determinada.
Por eso –agrega- a futuro se espera generar un producto que pueda estar al alcance de los agricultores, pero por ahora la meta es seleccionar uno o más consorcios y determinar la concentración adecuada de conidia. Eso sí, como objetivo final este proyecto se plantea “poder contar a futuro con un producto, ya sea formulado en líquido o seco, que se pueda aplicar por pulverización en las praderas”, concluye el académico.