A ratos, los descubrimientos científicos nos dejan perplejos. Avances biotecnológicos que nos hablan de tomates con genes de pez, o cultivos con genes de insectos, sin duda, nos sorprenden; y lo hacen aún más, cuanto más se conoce el fascinante mundo de la transgenia, desde donde situaciones -hasta hace unas décadas impensadas- , se abren camino a la luz de la ciencia.
Así llegamos a los alimentos derivados de transgénicos. Un tema poco incorporado en el debate público nacional y, sin embargo, tan bastamente discutido y regulado en los mercados externos. Y es que, +sabemos en qué consisten?, +generan algún efecto en la salud humana y/o en el medio ambiente?, +consumimos transgénicos los chilenos?
Salimos a buscar las respuestas a éstas y otras preguntas entre investigadores de la Universidad Austral de Chile con la idea de aproximarnos un poco más a este tema, controversial y fascinante.
Transgénicos
Los transgénicos u Organismos Genéticamente Modificados (OGM), son aquéllos a los que se les ha alterado la información genética artificialmente incorporando genes de un organismo de otra especie mediante ingeniería genética (tecnología del ADN recombinante).
La idea es conferir a ese organismo (por lo general una planta) alguna propiedad ventajosa: mejores propiedades organolépticas y nutritivas, mayor resistencia a las plagas e infecciones, que puedan soportar mayor cantidad de herbicidas mejorando el rendimiento de los cultivos, o permitiendo su crecimiento en lugares incluso desérticos.
De ahí que para algunos ésta sea la llamada “revolución verde” que podría aportar a terminar con el hambre en el mundo. Sin embargo, para otros(principalmente organizaciones ecológicas) su eficacia es cuestionable y sus peligros latentes.Greenpeace, por ejemplo, los apodó "»los nuevos Frankenstein"» por considerarlos seres mutantes, que no habrían existido de no mediar el accionar del hombre en un laboratorio.
Ante ese dilema, el Prof. Fernando Figuerola, del Instituto de Ciencia y Tecnología de los Alimentos de la UACh, nos explica que existen a lo menos cuatro aprensiones:
- Que sean alergénicos, como cuando se extrae el gen de un alimento que en su estado natural pudiera ser alergénico (la nuez de Brasil, por ejemplo) y se traspasa a otro transportando, por ende, esa misma característica.
- Que exista transferencia genética, principalmente que se transfiriera genes con resistencia a antibióticos generando vulnerabilidad a ciertas infecciones; temor que ha ido quedando de lado, ya que en las actuales transformaciones ya no se utilizan antibióticos.
- Que al introducirse un DNA “diferente”, se viera alterada la calidad nutricional de los alimentos.
- El eventual impacto en el medio ambiente en caso que se escapara al medio el gen intervenido afectando los equilibrios ecosistémicos.
A excepción del primero, para ninguno de los aspectos antes mencionados existe comprobación científica concluyente, señala el Prof. Figuerola, para quien es más peligroso el uso de pesticidas que los alimentos transgénicos. Un planteamiento respecto del cual la Prof. Marcia Costa del mismo Instituto, se refiere con cautela.
Para la docente, el problema de los transgénicos radica justamente en que no se conoce de los reales efectos en el largo plazo, sobre la salud de las personas y del medio. “Si bien es cierto en la naturaleza y en el hombre existen sistemas de control para restaurar los equilibrios frente a ciertas intervenciones de tipo habitual, se desconoce la oportunidad de estos sistemas de control frente a intervenciones transgénicas, donde cohabitan tantos otros microorganismos y seres vivos”.
Corrientes ambientalistas denominan a ese fenómeno “contaminación genética”, y por lo mismo Marcia Costa señala que lo central es, proceder adoptando todas las medidas de bioseguridad que sean necesarias.
Por su lado y desde Alemania, el Dr. Ricardo Riegel, académico del Instituto de Producción y Sanidad Vegetal UACh y especialista en genética molecular, señala que más allá de la técnica, lo importante es lo que se haga con ella. “Hay muchos ejemplos positivos de su aplicación y sin duda hay otros tantos que no tienen mucho sentido e involucran ciertos riesgos”, puntualiza.
Normativa en Chile
En nuestro país está prohibida la producción de cultivos transgénicos para consumo nacional. Así lo establece el Servicio Agrícola y Ganadero, SAG, sobre normas para la internación e introducción al medio ambiente de organismos vegetales vivos modificados de propagación(semilla).
A ello se suma la ley Bases del Medio Ambiente (ley N¦ 19.300) que obliga a Evaluación de Impacto Ambiental a las actividades o proyectos en que se liberen organismos genéticamente modificados, o transgénicos, al medio ambiente.
Las regulaciones vigentes permiten importar semilla para su multiplicación y posterior exportación, así para su comercialización en el mercado interno, uso industrial, ni para consumo animal o humano.
Los alimentos transgénicos pueden ser clasificados en dos grupos: los que llegan a la mesa del consumidor en su forma original (alimentos frescos), y los que son utilizados como materia prima para elaborar otros alimentos (un buen ejemplo es la soya importada).
A diferencia de lo que ocurre en otras partes del mundo como Europa, donde se exige etiquetado a los alimentos que contengan a lo menos un 0,9% de organismos genéticamente modificados; en Chile no es posible saber qué alimentos contienen esos elementos.
El Dr. Riegel opina que la normativa chilena es insuficiente. “Actualmente hay muchos vacíos legales, las responsabilidades no están claras entre el Ministerio de Salud y el de Agricultura. Además los controles son nulos. Es decir, las pocas leyes que hay no se están cumpliendo como deberían”.
El académico nos informa que -en el marco de los talleres prácticos con estudiantes de la UACh, donde se aplican técnicas moleculars basadas en la PCR (Reacción en Cadena de la Polimerasa)-, se han encontrado con productos elaborados con Soya que se encuentran a la venta en supermercados y son transgénicos, sin mencionar esta condición en ninguna parte de su etiquetado.
Por su lado, en una de sus últimas visitas a Valdivia, el Ministro de Agricultura, Álvaro Rojas, reconoce que ésta es una materia que debe ser discutida. “Creo que es un tema opinable y discutible, y este Ministerio está disponible para liderar esa discusión e incorporarlo a la agenda de trabajo”.
Así las cosas el debate queda abierto, y el desafío planteado para que, como sociedad, se avance en un tema en apariencia tan lejano y, sin embargo, tan cerca de nosotros que muchas veces, y casi sin saberlo, lo tenemos incorporado en el menú de nuestra mesa.