“Chile cambió” se menciona para resumir el contexto actual. Los significados y alcances del cambio aludido darán lugar a litros de tinta y horas de discusiones académicas. Como ocurre con eventos históricos complejos, probablemente jamás se llegue a una lectura unívoca y definitiva. No obstante, hay un ámbito en el cual se puede señalar desde ya, sin necesidad de estudios detallados o explicaciones exhaustivas, un cambio radical en la sociedad chilena.
El futuro aparece (con otro aspecto) para amplios sectores de la población. Durante años estuvo enclaustrado en el universo de los técnicos y la economía. Su expresión más evidente era encarnada por el ministro de Hacienda de turno, con su cíclica indicación en tono oracular: “Podremos crecer a X cifra si se llevan a cabo Y acciones. Sólo así avanzaremos para convertirnos en un país desarrollado en Z años”. Literalmente, todo el mundo quedaba comprendido en esa proyección y expectativa de aumento en el porcentaje del PIB. O casi todo. Hoy ha irrumpido otro futuro: uno popular, que se imagina de modo colectivo y vibra en las calles. Su más reveladora expresión son los cabildos y las asambleas que se diseminan y florecen a lo largo del país. Es de esperar que este futuro defina el presente del próximo Chile.
Versiones Pagadas:
Publicado en la Estrella de Chiloé página de opinión el 19/11/2019
Publicado en El Llanquihue, Cartas al Director el 20/11/2019