* Ver presentación Dr. Blázquez (PDF)
¿Somos diferentes mujeres y hombres? ¿Es válido decir que las mujeres son capaces de cosas que los hombres no, o viceversa? ¿Nuestra orientación sexual es posible de modificar? Este tipo de preguntas se han hecho en la ciencia desde la antigüedad hasta ahora. Durante el siglo XIX y a principios del siglo XX, se postulaban diferentes teorías que planteaban las diferencias intelectuales entre mujeres y hombres, en donde en muchas de ellas mencionaban cierta inferioridad del cerebro femenino ante el cerebro masculino.
Antiguamente el contenido de estas investigaciones científicas se centraba en diferencias fisiológicas y anatómicas o en factores básicos como el tamaño del cerebro, y a partir de aquí nacieron las desigualdades. Por ejemplo, William Alexander Hammond (1828-1900), neurólogo norteamericano que defendía con vehemencia la superioridad del cerebro masculino frente al femenino.
También se exponía que la homosexualidad era una enfermedad que se podía corregir, teoría que, naturalmente, fue desechada. Sin embargo, existen países que aún castigan la homosexualidad de las personas.
La ciencia ha evolucionado y, más en específico, el estudio de la neurociencia. El profesor e investigador Dr. Juan Luis Blázquez, Docente de la Universidad de Salamanca, en su charla “La construcción del cerebro sexual, una mirada desde la neurociencia”, realizada en la Facultad de Medicina de la Universidad Austral de Chile, expuso las diferencias entre el cerebro masculino y femenino, vinculada estrechamente a la predisposición de enfermedades o a la orientación sexual.
Cerebro sexual
Las personas contienen dentro de su organismo 46 cromosomas, 23 aportados por la mujer y 23 aportados por el hombre. Dos de estos cromosomas son los que definen el sexo de cada ser humano. El sexo biológico se define a través de los cromosomas sexuales X e Y, las mujeres llevan dos cromosomas iguales, XX y los varones están definidos por el cromosoma X e Y. El cromosoma Y contiene entre 50-60 genes, mientras que el cromosoma X puede llegar a tener entre 800 a 900 genes.
La primera etapa del embrión es muy importante en el sentido en que se define el sexo, al principio el embrión es siempre femenino a menos que se masculinice. Para ello se debe expresar el gen SRY que se encuentra en el brazo corto del cromosoma Y, esto da lugar a tasas de testosterona altas que bloquean la diferenciación sexual de los órganos internos y externos sexuales femeninos, por lo tanto se desarrolla el sexo masculino. Si falta del gen SRY se diferencian las vías y genitales externos femeninos.
La etapa embrionaria es crucial en el desarrollo de la persona, durante esta se pueden producir variables que definan el vivir del individuo. Por ejemplo, embarazos que sufrieron estrés en su primera etapa pueden producir variables en los genes que se traduzca en enfermedades a largo plazo.
Orientación sexual: homosexualidad y transgénero
Hay veces que la enzima encargada de producir testosterona no genera los niveles necesarios, esto provoca que el cerebro no descifre los llamados de esta hormona, por lo tanto el cerebro no se masculiniza. Es decir, cromosómicamente hay personas que son XY, sexualmente hombres, pero como el cerebro no interpreta correctamente la testosterona éstas se desarrollan como mujeres.
“En España comenzó a circular un bus que por medio de una pancarta declaraban que las mujeres son XX y los hombres son XY, bueno como podemos ver eso no es cierto” declara el investigador que agrega que el gen que codifica a la testosterona puede producir variaciones en la persona., en algunas más en otras menos.
“Las hormonas sexuales, el estrógeno y la testosterona, antes del nacimiento o en el periodo neonatal, tienen un efecto de organización, esto significa que esculpen nuestro cerebro con las diferencias características de un sexo o el otro. Los efectos de organización son indelebles, es decir, permanecen para siempre”, explicó el profesor Blázquez, detallando que en el ambiente prenatal, también pueden influir sustancias del ambiente o plásticos. Muchos de ellos tienen efectos endocrinos que pueden influir y permanecer para siempre en la o el ser humano.
Por otro lado, las oleadas hormonales tienen efecto de activación en la pubertad y en el adulto, que contribuyen a la organización de la conducta sexual, todo lo que se produce después del nacimiento lo que hace es amplificar lo que ya venía sucediendo en el cuerpo de la persona. No se puede modificar.
Como se explicaba anteriormente, los genes durante su primera etapa pueden producir variaciones que definan la vida de las persona. Los genes y las hormonas que participan en la diferenciación de un sexo o el otro producen cambios anatómicos reales en el cerebro y su diferente expresión puede crean variantes, y estas variantes se pueden traducir en personas homosexuales o transgéneros. Sus cerebros se desarrollan e interpretan más parecido al de una mujer.
Los genes no son 100 por ciento determinantes, muchas veces va a depender del ambiente que genere un cambio y que modifique el ADN, pero que no necesariamente se transmitirá a las y los descendientes de esta persona.
Trans
En varios estudios se ha examinado que el núcleo del lecho de la estría terminal (BNSTc, región del cerebro que indica la identidad sexual de la persona) es el doble de grande en hombres que en mujeres. Se descubrió que el BNSTc de las mujeres transexuales es similar al de las mujeres cisgénero (personas que se sienten cómodas con el sexo que se les asigno al nacer), mientras que en los hombres transexuales es más parecido al de los hombres cis. Estas diferencias persisten aunque los participantes transexuales del estudio hubieran tomado hormonas como parte de su transición.
Se puede entender entonces, que la homosexualidad y las personas transgénero están definidas así desde el nacimiento, e incluso antes, su conducta no es una enfermedad sino una variante en sus genes y hormonas sexuales, es algo innato que no se puede corregir. La orientación sexual de las y los seres humanos no tiene relación con la educación, sino que responde a los mecanismos biológicos que no dejan espacio a las elecciones personales o a los efectos de las interacciones sociales. “Hay un cierto número de personas que no se sienten identificados con el sexo que se les asignó al nacer, se sienten atrapados en un cuerpo que no es de ellos. Dentro de estas minorías hay una tasa de suicidio muy alta, por lo tanto creo que es algo que se debe poner atención y estudiar”, concluye la charla el Dr. Juan Luis Blázquez.
La identidad de género, la homosexualidad y el transgénero son temas latentes actualmente en la sociedad, y que sin embargo no hay muchos estudios sobre esto. Enseñar a la sociedad chilena, incorporar a nuestra cultura la identidad de género y dejar de lado la discriminación y la exclusión es un paso urgente para crear una sociedad más inclusiva. El llamado es a conversar sobre estos temas, crear instancias de enseñanza y conversación transdisciplinar, a educar e informase correctamente.
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