Cuando nos planteamos la idea de hacer un programa participativo no imaginamos todos los aprendizajes que nos dejaría este proceso. Sabíamos que la UACh debía profundizar su democracia interna y que, por tanto, es importante generar un acervo de prácticas de participación que alimenten regularmente mecanismos para la toma de decisiones, sobre todo, de cara a la reforma estatutaria. Pese a que enfrentamos un proceso de elección para la Rectoría especialmente comprimido, consideramos muy importante dar ahora un paso en esa dirección y atreverse a innovar: trascender los discursos e implementar un ejercicio concreto y público de co-construcción del programa de gobierno. Lo visualizábamos, además, como una oportunidad para contribuir a cerrar las heridas y las desconfianzas que nos ha dejado la reciente crisis interna. No nos equivocamos al haber tomado ese riesgo.
Los numerosos puntos ciegos que teníamos al inscribir la candidatura —debido a que la información institucional es incompleta, no está siempre disponible, o porque, sencillamente, una cosa son las cifras y otra muy distinta son las vivencias e interpretaciones de quienes componen una determinada comunidad— fueron iluminados. Nos reunimos, conversamos, reflexionamos, debatimos y trabajamos con personas de todos los estamentos, algunas con vínculos recientes y otras con largas trayectorias en la UACh. Así, hemos podido pensar y soñar, en conjunto, qué universidad queremos.
Orgullosos y orgullosas de este esfuerzo, y de sus frutos, presentamos nuestro programa de gobierno 2021-2025, disponible en la página https://maiteuach.cl. Aun siendo portavoces de un variado conjunto de personas y miradas, presentamos una visión unificada, articulada en principios, ejes y líneas de acción, que se relacionan entre sí.
Creemos que buena parte de las líneas de acción que presentamos impiden que se perpetúe un modelo piramidal y opaco de gobernanza universitaria, incompatible con la probidad; y crean condiciones para avanzar en la reforma de estatutos, en ciudadanía universitaria, inclusión y respeto por la diversidad. Aunque esta candidatura tiene compromisos claros y conocidos con la profundización de las políticas de género, hemos considerado necesario atender, además, el grave déficit institucional en la protección de derechos de estudiantes y trabajadores en situación de discapacidad, así como el rezago en cuestiones de interculturalidad.
Tras nuestras conversaciones con distintos estamentos, nos consta que urge incorporar mecanismos que reconozcan la pluralidad de talentos, perfiles y funciones, y que recompensen adecuadamente su contribución al desarrollo de nuestra institución. Ello propenderá, además, al mejoramiento del clima laboral y del bienestar de nuestra comunidad.
Hemos puesto en el centro del programa a las/los estudiantes y a sus aprendizajes, como lo requiere la legislación y nuestra responsabilidad pública, enfocándonos en el modelo educativo y el aseguramiento de la calidad. Asimismo, recuperamos el vínculo fluido, versátil y dinámico de la UACh con los territorios, propio de su historia institucional, actualizándolo a los desafíos de este nuevo ciclo político y social. Pensamos que nuestra universidad no puede sustraerse de los requerimientos derivados de la crisis ambiental y debe satisfacer las exigencias, éticas, sociales, legales y económicas, que permiten garantizan su sostenibilidad en el tiempo. Lo anterior, no solo precisa acciones en el plano interno, sino también un despliegue de estrategias para asegurar su incidencia en el diseño y aplicación de políticas públicas universitarias.
Nuestro programa participativo se inspira en el deseo ferviente de articular voluntades y cambios, para concebir y organizar una universidad democrática, inclusiva, transparente, sustentable, conectada e incidente. Agradecemos a quienes, con su entusiasmo y trabajo, han contribuido desinteresadamente a este esfuerzo.
Maite A. Castro G.