Si bien los rumiantes contribuyen a la generación de productos clave para la alimentación humana, como lo es la leche, hoy en día los consumidores no solo buscan alimentos nutritivos y saludables, sino que además en su producción se genere el menor impacto medioambiental posible.
En este sentido se ha cuestionado el rol de la ganadería -incluida la lechería- en la emisión de gases efecto invernado y el consecuente efecto sobre el calentamiento global. De acuerdo a las estadísticas globales, el sector ganadero genera alrededor de un 14,5% del total de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de origen antropogénico a nivel mundial, mientras que en Chile éstos representan un 10,6%.
A ello se suma que, a nivel mundial, cada kilogramo de leche corregida por grasa y proteína (LCGP) produce en promedio 1,47 kg CO2eq (medida de dióxido de carbono equivalente). Aunque, en esto, existe una amplia variación entre países. Así, por ejemplo, un estudio reciente mostró que Nueva Zelanda es el país con menor huella de carbono (0,77 kg CO2eq/kg leche), mientras que Perú contaba con la huella más alta (3,34 kg CO2eq/kg leche).
Chile está en buen pie a nivel mundial
Estimaciones indican que se emiten 0,93 kg CO2eq/kg leche. ¿Qué hay de Chile? Está en buen pie a nivel mundial, dado que estimaciones indican que se emiten 0,93 kg CO2eq/kg leche, pero aun así todavía queda mucho espacio para mejorar.
Ese conteo de emisiones de CO2 ganaderas —tanto en Chile como a nivel mundial— se deben, principalmente, a factores como el uso de energía y agua, producción de purines, fermentación ruminal, producción de alimentos propios, compra de alimentos externos, transporte y procesamiento, retail y pérdidas en el consumo.
Los esfuerzos por aumentar la sustentabilidad
Considerando los antecedentes expuestos es clave que los sistemas de producción lecheros escuchen estas demandas y cuestionamientos, para que las metas del productor sean satisfechas al mismo tiempo que se satisfacen las expectativas sociales de protección medioambiental y las expectativas del consumidor con respecto a la calidad de los productos animales.
Para ello, existen diversos esfuerzos que permiten aumentar la sustentabilidad del rubro, sin comprometerla productividad animal.
Una de estas alternativas se relaciona con el riego en praderas. En este sentido, es importante realizarlo de forma racional, aportando lo que el suelo realmente pierde en función de la evapotranspiración.
Estudios recientes han demostrado que es posible regar las praderas a un 50% de la capacidad de campo, sin afectar su respuesta productiva.
Otra alternativa se relaciona con la alimentación animal, donde herramientas de simulación demuestran que la inclusión de harina de soya en la dieta incrementa significativamente la huella de carbono de las lecherías, debido a que este ingrediente es importado y el cultivo es producido en zonas deforestadas.
En esta línea, acaba de finalizar un estudio que demostró que es posible disminuir a la mitad (desde 1,75 a 0,85 kg) el afrecho de soya, reemplazándolo por grano de arveja producido localmente, manteniendo los mismos niveles productivos (25 kg de leche/día), reduciendo los kg CO2eq/kg leche y costos de alimentación, por tanto, mejorando la sustentabilidad del sistema lechero.
De esta manera, el sector lechero chileno, que es uno de los más eficientes del mundo, continúa trabajando en conjunto para ser más sustentable y en un mediano plazo alcanzar la carbono neutralidad.
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