Escrito por el Dr. Juan Pablo Keim, académico del Instituto de Producción Animal y Director del Magíster en Ciencias mención Producción Animal de la Universidad Austral de Chile.
Se inicia la primavera, época de mayor crecimiento de las praderas y con ello los agricultores comienzan a rezagar potreros para la conservación de forrajes, principalmente ensilajes. La primera disyuntiva apunta a si éste quiere favorecer la calidad nutricional del ensilaje o la cantidad producida. Generalmente, en el caso de vacas lecheras se tiende a priorizar calidad por sobre cantidad, ya que la respuesta productiva se ve fuertemente afectada por la calidad de este.
La calidad de los ensilajes.
Esta se ve fuertemente afectada por:
- la calidad del forraje original
- Las técnicas utilizadas durante el proceso del ensilado
1) Calidad del forraje original:
La especie forrajera, limita los niveles de calidad nutricional que se pueden obtener a partir de varias prácticas de manejo. Leguminosas están asociadas a mayores respuestas productivas por una rápida degradación en el rumen, mayor densidad en el fluido ruminal y menor retención en el animal, lo que favorece el consumo de mediante Materia Seca (MS). La presencia de malezas está asociada negativamente con la calidad del forraje, no obstante, existen especies de hoja ancha como Plantago lanceolata que poseen alta digestibilidad durante la temporada de crecimiento habiendo desarrollado líneas comerciales de éstas. Además se puede observar que existen diferencias entre especies de un mismo género, como es el caso entre ballica inglesa (Lolium perenne) y pasto ovillo (Dactylis glomerata), las cuales están influenciadas por el estado de desarrollo.
En estado vegetativo a inicios de la temporada de crecimiento, las plantas se consideran de alta calidad, teniendo un alto contenido de agua, ácidos orgánicos, alta digestibilidad y proteína cruda en exceso (a excepción de gramíneas tropicales). Sin embargo, el bajo contenido de MS puede limitar el consumo de alimento. Plantas en estado tierno poseen sólo la capa primaria de la pared celular desarrollada y a medida que la planta madura, se desarrolla la segunda capa de pared celular, la cual es más gruesa y sirve de soporte y estructura a la planta.
En estados de crecimiento y madurez avanzados, el contenido de proteína y carbohidratos no estructurales disminuye, mientras que aumenta el contenido de lignina, disminuyendo la digestibilidad del forraje. Esto se debe a que la lignina forma compuestos con otros componentes de la pared celular (lignina-celulosa/hemicelulosa), bloqueando la degradación enzimática de la celulosa y hemicelulosa. Asociado al estado de madurez, se encuentra la relación hoja: tallo.
Las hojas son más digestibles y tienen más Proteína Cruda (PC) que los tallos, además sufren un menor grado de lignificación al avanzar la madurez. Es característico que al avanzar el estado de madurez, la relación hoja: tallo sea más estrecha, es decir, aumente el contenido de tallos en comparación a las hojas, lo que lleva a un aumento de la pared celular (fibra detergente neutra), menor digestibilidad y PC. De este modo, para obtener forrajes conservados de buena calidad, resulta de vital importancia sincronizar las épocas de cosecha con un estado de madurez determinado.
2) Las técnicas utilizadas durante el proceso del ensilado
Por lo general, la calidad del forraje conservado es inferior a la del forraje original, ya que en el proceso de conservación pueden ocurrir una serie de pérdidas. En ensilajes, el proceso de ensilado será preponderante en la calidad final y factores como la ausencia de oxigeno, contenido de humedad, azúcares disponibles, capacidad buffer del forraje, marcarán la diferencia entre un ensilaje de buena y mala calidad.
Este proceso de conservación consiste en convertir los azúcares contenidos en la planta en ácido láctico, a través de un proceso de fermentación anaeróbica, lo cual conlleva a pérdidas energéticas. Un ensilaje de buena calidad debe representar menos de un 2% de pérdida en el contenido de EM, respecto al forraje original; no limitar el consumo de MS, minimizar pérdidas de N o conversión de proteína verdadera (PV) a nitrógeno no proteico (NNP), que las pérdidas de MS desde la cosecha a la utilización sean menores a 20%, y minimizar las pérdidas por efluentes.
En general, mientras más rápido se logra la estabilización del ensilado, menores son las pérdidas y mejor es la calidad del ensilaje. En este sentido para ensilajes de praderas permanentes las plantas debieran ser cortadas con al menos 2.5-3.0% de azúcares (base peso fresco), 8% al ser pre-marchitado a 30% de MS y sobre 5% con contenido de humedad del 50%. Bajos contenidos de azúcares y una pobre compactación (para generar condiciones anaeróbicas), resultan en fermentación secundaria, la que conlleva a producción de ácido butírico y NNP.
Respecto a la digestibilidad y contenido energético del ensilaje, el período de rezago resulta ser el factor más determinante, ya que al entrar a estado reproductivo la digestibilidad disminuye considerablemente, por lo que un rezago excesivamente largo va en desmedro de la calidad del ensilaje.
El contenido de MS del forraje a ensilar resulta fundamental en la calidad del proceso fermentativo. Se han observado efectos benéficos en la fermentación al aumentar el contenido de MS (mediante pre-marchitamiento) desde un 18 a 30%. Ensayos de alimentación han demostrado que ensilajes con contenido de MS alto (44.9%) aumentó el consumo de MS en vacas lecheras y la producción de leche en vaca alimentadas con ensilajes de alfalfa.
La adición de aditivos con cepas bacterianas (Lactobacillus plantarum, L. buchneri) son prácticas utilizadas para mejorar el proceso de fermentación, disminuir las pérdidas de MS y energía durante el proceso del ensilado, mejorando la producción de ácido láctico y reduciendo el pH y aumentando la estabilidad del ensilaje una vez abierto.
Cómo indicador de la calidad fermentativa se utiliza el contenido de nitrógeno amoniacal (N-NH3), pH y ácidos orgánicos.
Artículo publicado en el Campo Sureño