Lea entrevista completa en la sección Tema del Día del medio regional (pág. 2 y pág. 3).
¿Cómo evalúa, desde la perspectiva de las universidades, la crisis que se está viviendo?
Es muy interesante mirar el conflictivo escenario en que se desenvuelve la educación en Chile, y en particular la educación superior. Llevamos décadas de una inestabilidad permanente, tanto que nuestro modo de ser, nuestras identidades, tienen mucho que ver con ello. Estos últimos 8 meses hay que mirarlos aún con más detención, por las consecuencias que podrían llegar a tener para todo el sistema universitario. Estábamos en medio del llamado estallido social cuando nos estalló la pandemia. Ello ha significado que, con escasos períodos de presencialidad, las universidades hemos desarrollado la mayor parte de nuestras actividades docentes de manera remota. Desde el 18/10 que no nos sentamos a trabajar con nuestros estudiantes con la “ardiente paciencia” que requiere el trabajo intelectual. Una pregunta que cabe hacerse es si este período no dejará acaso huellas permanentes en nuestro sistema. Acaso nos acostumbraremos a la docencia virtual como una posibilidad cierta; acaso se instalarán procesos de autoaprendizaje más eficaces y se volverán más habituales los exámenes libres. Con seguridad tendremos en el futuro inmediato cambios significativos en nuestros modos de hacer docencia, si como se espera, esta crisis sanitaria se mantiene por varios meses más.
¿Cuántos son los funcionarios, académicos y estudiantes que actualmente están haciendo trabajo a distancia? (en Valdivia y los campus de las tres regiones).
Nuestra Universidad tiene más de 18.000 estudiantes de pregrado y postgrado en sus tres campus. Trabajan en nuestra universidad además alrededor de 1.400 académicos y 1.900 funcionarios. Se trata, por lo tanto, de una comunidad bastante grande. Pero hay que agregar además todas las empresas, instituciones y personas que colaboran directa o indirectamente con la Universidad. Otros elementos que agregan complejidad a esta situación es que la mayor parte de nuestros estudiantes son de otras regiones y localidades. Literalmente tenemos estudiantes desde Arica a Tierra del Fuego. Prácticamente la totalidad de los integrantes de nuestra comunidad se encuentra realizando actividades a distancia. Todo ello ha significado un gran desafío y dificultades de todo tipo, ya que nuestra Universidad se caracteriza por un fuerte énfasis en procesos de carácter presencial, especialmente en su docencia. Por esa razón agradezco muy sinceramente el compromiso de nuestros estudiantes, académicos y de todo el personal por continuar con las actividades en todos los niveles. Hemos visto compromiso, trabajo e imaginación.
¿Qué tan complejo fue determinar un protocolo sanitario de seguridad, considerando que la universidad en general tiene áreas muy diversas que imagino requieren de atención especial o medidas distintas para cada cual?
Afortunadamente la Universidad tiene normativas, protocolos y comités activos en materias de seguridad. Sin embargo, éste es un escenario distinto, por esa razón constituimos un comité del más alto nivel liderado por Prorrectoría para que coordinara las decisiones y protocolos que se han ido dando a conocer. La prioridad ha sido el cuidado de la salud de nuestra comunidad, por esa razón muy tempranamente y de manera progresiva fuimos traspasando las actividades presenciales a actividades no presenciales. Por ello quiero agradecer la excelente disposición de todas las personas que forman parte de nuestra Universidad, que han debido esforzarse y realizar sus actividades muchas veces en condiciones más difíciles que las habituales. He visto mucho compromiso, muchas horas de trabajo silencioso, mucha dedicación para que nuestra Universidad pueda seguir cumpliendo con su importante misión.
¿Cuál es la situación actual de aquellas obras de renovación de infraestructura que se estaban ejecutando al momento de iniciarse la emergencia sanitaria?
Los proyectos de infraestructura siguen su curso con normalidad. Recientemente hemos finalizado el segundo edificio de la Facultad de Ciencias, que albergará a los Institutos de Bioquímica y Microbiología, Farmacia, y Ciencias Químicas. Más de 6.000 m2 dedicados a laboratorios para docencia e investigación. En verano se dio inicio al Edificio que renovará la infraestructura de la Facultad de Filosofía y Humanidades, el que avanza de acuerdo a lo planificado. Esperamos además iniciar en un par de meses el Centro Náutico, y hacia fines de año un nuevo Pabellón Docente en el Campus Isla Teja, además de otros proyectos. La renovación y mejoramiento de la infraestructura de la Universidad es una tarea prioritaria.
¿Qué tan preparada cree que estaba la UACh para adoptar medidas como por ejemplo hacer clases a distancia? Por primera vez nos vemos enfrentados a algo que afecta a toda la comunidad universitaria y eso ha implicado adaptarse a una nueva forma de hacer las clases.
Creo que ninguna Universidad estaba preparada para este cambio. Somos una Universidad que por definición es presencial y debemos cumplir una serie de obligaciones legales al respecto. Sin embargo, creo que las universidades del CRUCh han respondido adecuadamente a este desafío. Y entre ellas nuestra Universidad ha demostrado, sin aspavientos, una gran capacidad de adaptación al cambio. En el caso de la UACh veníamos trabajando junto a las direcciones de pregrado, postgrado y de tecnologías de la información, un plan de trabajo que nos permitiera un uso más intensivo de las TICs para la docencia. Esta crisis ha hecho aflorar las capacidades existentes y ha permitido avanzar muy rápidamente. Estoy seguro de que cuando volvamos a las actividades presenciales seguiremos aprovechando las ventajas que la docencia no presencial ofrece para fortalecer nuestra docencia presencial.
¿Cómo se han debido adaptar aquellas carreras que requieren de clases presenciales?
Todas nuestras carreras son presenciales por definición. Por ello lo que hemos hecho son adecuaciones curriculares para que las actividades de carácter teórico se realicen durante este período para posteriormente, a nuestro regreso, retomar las actividades prácticas tales como laboratorios, salidas a terreno o cursos de vinculación profesional. Cada asignatura ha sido adecuada a este nuevo contexto con el firme propósito de garantizar una adecuada formación de nuestras y nuestros estudiantes.
¿Se ha detectado alguna brecha de acceso a la tecnología que sea preocupante al momento de plantearse la necesidad de las clases a distancia?. Me refiero a que tal vez no todos los estudiantes cuentan con computadores o acceso a internet.
Yo pienso que momentos como éste ponen a prueba algunos mitos o creencias. Suponer, por ejemplo, que éste es un país muy bien conectado, pero nos encontramos con zonas rurales que tienen muy mala o no tienen conectividad. O suponer que estamos plenamente habituados a las tecnologías de la información y que sabremos aprovecharlas adecuadamente para los procesos de aprendizaje, pero existen brechas de capacitación. O suponer que los estudiantes son nativos digitales, cuando son nativos respecto al uso de las redes sociales, pero no siempre para sacar un provecho académico de las tecnologías. Existen brechas en la sociedad, en la Universidad y en las personas.
Por ello estamos trabajando arduamente con el propósito de que en un tiempo razonable logremos conectar adecuadamente a la totalidad de nuestros estudiantes. Para ello hemos distribuido más de 4.000 dispositivos de conectividad ilimitada y facilitado más de 500 computadores a nuestros estudiantes. Todo lo anterior se ha logrado en un tiempo record, con mucho esfuerzo de las personas encargadas. Aún tenemos algunos casos no resueltos, pero seguiremos intentando que ningún estudiante se quede fuera del aula y pueda continuar su formación. Por ello he sido tan enfático en agradecer a nuestros docentes y a nuestros estudiantes que pese a las dificultades siguen trabajando de manera remota. Para ello no sólo hemos debido abordar el tema de conectividad, sino también el complejo tema de hacer adecuaciones curriculares, establecer orientaciones pedagógicas para este contexto y generar una serie de medidas de flexibilidad académica para nuestros estudiantes.
De haberse detectado algún problema que no haya permitido llegar al 100% de los alumnos, ¿cómo se ha logrado resolver eso?
Es difícil para cualquier Universidad llegar al 100% de los alumnos, pero se está trabajando para acercarse. Hay que considerar que tenemos estudiantes en lugares muy remotos del norte de Chile o de la Patagonia. En caso de que no exista conectividad debemos recurrir a otras estrategias como enviar materiales impresos, realizar cursos intensivos o rendir exámenes libres a aquellos estudiantes que no hayan tenido oportunidad de conectarse.
¿De qué forma eso podría estar afectando la calidad de la educación que entrega la universidad en este caso excepcional de tener que seguir funcionando en medio de una emergencia global?
La calidad es el gran desafío. Generar las condiciones para que en este contexto se produzcan aprendizajes significativos para nuestros estudiantes. Estoy seguro de que el sólo hecho de participar de este nuevo modo de trabajo académico es ya una experiencia vitalmente significativa, pero se trata además de que las actividades que realicen de manera remota contribuyan a su formación profesional. Nuestra Universidad tiene el declarado propósito institucional de aseguramiento de calidad en todas sus actividades. Por ello hemos iniciado un proceso de reflexión, de elaboración de orientaciones y de mecanismos de autoevaluación de la calidad de estos procesos formativos.
¿Cuál es su evaluación sobre cómo está funcionando en general la UACh actualmente?
Tenemos una evaluación preliminar positiva. Podríamos sintetizarla diciendo que la Universidad está realizando todos sus procesos clave. Seguimos desarrollando todos los procesos de gestión institucional y administrativa. Nuestras actividades de investigación se mantienen. Los procesos de acreditación de carreras y programas continúan. La docencia de pregrado y postgrado está funcionando de manera no presencial. Pero es evidente que se ha producido un cambio y eventuales riesgos respecto de la intensidad de nuestro trabajo, si esta situación se prolonga. Por ello hay que estar muy atentos a cada uno de los procesos e ir verificando que se estén desarrollando con niveles de calidad adecuados.
¿Cree que a raíz de esta emergencia sanitaria se deban reforzar modalidades de trabajo distintas o que tal vez antes no se habían explorado con tanta profundidad?
Estoy convencido que esta crisis ha acelerado procesos necesarios de modernización en la gestión, y de uso intensivo de TICs para la docencia. Resultará de todo esto, esperamos, una oportunidad para enfatizar una mejor coordinación institucional, fortalecer el trabajo interdisciplinario, la internacionalización de las universidades y generar cursos en red entre las distintas sedes de la Universidad, aprovechando mejor nuestras capacidades. También, y ese puede ser el resultado más evidente, fortalecer la docencia con actividades y herramientas virtuales. Pero no hay que ser ingenuos respecto a los riesgos de involucionar que están ahí, a la vuelta de la esquina, por ello es tan importante estar atentos y ejercitar majaderamente el espíritu crítico en estos tiempos.
¿Cómo evalúa el rol que han jugado los profesionales UACh en la pandemia?. Desde el área de la ingeniería y de la salud, están saliendo aportes bastante considerables para ayudar a la comunidad, con proyectos como por ejemplo, los respiradores mecánicos, la elaboración de mascarillas e incluso tener un laboratorio acreditado para exámenes Covid-19? ¿Qué iniciativas destacaría como contribución a la lucha contra la pandemia?
Creo que esta compleja situación nacional e internacional ha servido para visibilizar las capacidades de nuestra institución en muy diversos ámbitos. Hemos visto grupos de trabajo que se han dedicado de manera decidida y generosa a contribuir contra la pandemia. Loable es el trabo del Laboratorio Leufulaf de la Facultad de Ciencias de la Ingeniería, liderado por el Dr. Guillaume Serandour, que se han dedicado a fabricar desde mascarillas y tórulas que se distribuyen en el servicio de salud, hasta un complejo dispositivo de ventilación mecánica que puede ayudar mucho en momentos de crisis. Se trata de tecnología de avanzada, pero también de un trabajo interdisciplinario en que se han sumado la Facultad de Medicina y la Facultad de Ciencias Veterinarias. También es muy notable el esfuerzo que está realizando el Laboratorio de Biotecnología Médica de la Facultad de Medicina a cargo del Dr. Alejandro Rojas, que está trabajando en la búsqueda de anticuerpos de alpacas y llamas para neutralizar el virus. Sus avances son realmente importantes y están a la par de las iniciativas más avanzadas a nivel global. En un ámbito más práctico de extraordinario impacto en la región ha estado el trabajo del Laboratorio de Hantavirus de la Dra. Carola Otth, que ha sido transformado para diagnóstico de Covid 19 y que gracias al trabajo de la Dra. Andrea Silva ha permitido realizar múltiples diagnósticos debidamente coordinados con el Hospital Base de Valdivia. Agregaría para finalizar, dejando fuera muchas otras iniciativas, la que lidera el Dr. Claudio Verdugo de la Facultad de Ciencias Veterinarias que ha diseñado un método de diagnóstico masivo de bajo costo; o el trabajo del Dr. Mario Calvo Arellano con plasma de personas contagiadas recuperadas. Todas estas iniciativas han llamado la atención de medios nacionales e internacionales por su relevancia.
¿La UACh ha debido reorientar presupuestos debido en el actual escenario sanitario?, de ser así cuál ha sido la mirada en ese sentido?
Efectivamente hemos debido hacer importantes cambios en el Presupuesto de la Universidad. En primer lugar, nos hemos puesto en un escenario en que nuestros ingresos van a disminuir por menor funcionamiento de nuestros laboratorios, menos licitaciones del Estado, entre otros. Al mismo tiempo, hemos diseñado un presupuesto equilibrado que pone énfasis en nuestro principal objetivo institucional: seguir cumpliendo con nuestra labor formativa y académica. Por ello hemos destinado recursos significativos a conectividad, equipos y capacitación. Pero al mismo tiempo, no hay que perder de vista nunca el rol integral de nuestra Universidad y preocuparnos especialmente de asegurar la estabilidad de nuestro personal y la sostenibilidad futura de nuestra institución.
¿Con sus pares de otras universidades hay algún consenso o discusión sobre cuándo se podrían retomar las actividades con «normalidad»‘?
“Cuándo” es posiblemente un adverbio sobre el que tenemos poca claridad. Ello va a depender mucho de la eficacia de las políticas en salud. Y ha sido fácil advertir que se puede pasar muy fácilmente del entusiasmo optimista a la frustración. Tal vez sabemos un poco más del “cómo”. Ya que en otros lugares del planeta el regreso a las actividades lectivas presenciales ha sido lento y progresivo. Por ello no podemos sentarnos a esperar que las cosas vuelvan a su curso habitual porque no sabemos cuando ello ocurrirá, lo más razonable en este escenario es trabajar considerando la contingencia y tratar de hacerlo bien, con calidad y compromiso.