Chile es uno de los principales productores de arándanos frescos a nivel mundial, ubicándose en cuarto lugar después de Perú, China y EE.UU. En 2022/23, nuestro país exportó 87.585 toneladas de arándanos frescos, 25% menos respecto al récord registrado en 2020/21 y 18% menos que la temporada anterior. Esto, sumado al explosivo aumento de la oferta peruana, ha limitado la participación chilena en los envíos del hemisferio sur, disminuyendo desde 72% en 2015/16 a 22% en 2022/23. Por otro lado, el valor FOB de las exportaciones ha mostrado una tendencia decreciente en las últimas temporadas, ubicándose por debajo de los valores logrados por los restantes proveedores del hemisferio sur (IQonsulting, 2023). Mientras que, la superficie plantada en Chile se ha mantenido en torno a 18.000 hectáreas, muy lejos de la tasa de aumento de 1.200 hectáreas anuales observada entre 2005 y 2019 (ODEPA, 2023).
Estos antecedentes reflejan una ya reconocida pérdida de competitividad de la industria nacional, derivada de múltiples factores, pero donde la deficiente condición de la fruta, particularmente al arribo en el mercado norteamericano, aparece como una de las principales causas. Por tanto, la continuidad de la industria chilena depende de su adaptación a las nuevas condiciones de mercado. Esto es, cumplir con los exigentes estándares de los consumidores actuales y competir con múltiples proveedores que ofrecen fruta de alta calidad en un mercado donde ya no existe una ventana de venta exclusiva para los arándanos chilenos y los envíos se hacen mayormente por barco.
Actualmente, la industria chilena del arándano se encuentra en un proceso de renovación varietal para recuperar su competitividad. Para esto, los productores requieren contar con información confiable sobre el comportamiento en pre y en postcosecha de las nuevas variedades disponibles bajo las particulares condiciones edafoclimáticas de las diferentes zonas productivas de Chile.
Opciones
En ese contexto, la incorporación de nueva genética en los huertos nacionales tiene por objetivo mejorar el rendimiento y la calidad de la fruta, reemplazando aquellas variedades más antiguas y/o con peor desempeño en postcosecha. Adicionalmente, busca ampliar la ventana de exportación y adaptarse a las nuevas condiciones productivas derivadas del cambio climático. Este proceso viene desarrollándose hace un tiempo, incentivado por el Comité de Arándanos-ASOEX que, a través, de su Sistema de Calidad ha clasificado las variedades en grupos según su condición de arribo y comportamiento en los mercados de destino.
A pesar de que los productores de arándano nacionales están conscientes de la importancia de la renovación varietal tanto a nivel individual como de industria, este proceso ha sido paulatino debido al alto costo que involucra. De hecho, variedades antiguas como ‘Legacy’, ‘Duke’ y ‘Brigitta’ siguen predominando, y se estima que solo alrededor de 10% del área plantada en Chile posee variedades de nueva generación (IBO, 2022). Entre ellas destacan ‘SuzieBlue’, ‘Blue Ribbon’ y ‘Cargo’ que contabilizaron 20%, 14% y 13% de las plantas de vivero vendidas a nivel nacional en 2021, según el Anuario de Viveros 2022. Mientras que, variedades tradicionales libres como ‘Duke’ y ‘Legacy’ siguen siendo un alto porcentaje de las plantas vendidas, sumando 35% en conjunto (AGV, 2022).
Por otro lado, para tomar una decisión acertada sobre las variedades reemplazantes, los productores requieren contar con información confiable sobre el comportamiento productivo y en postcosecha de las nuevas variedades bajo las particulares condiciones edafoclimáticas de las diferentes zonas productivas de Chile. En este aspecto, las universidades e instituciones de investigación han aportado, a través, de la ejecución y publicación de algunos estudios individuales y en conjunto con la industria. Sin embargo, considerando la urgencia que requiere el proceso, se deben multiplicar los esfuerzos para disponibilizar la mayor cantidad de información y en el menor tiempo posible.
Este artículo fue escrito por las siguientes personas:
- Pamela Artacho V., Ing. Agr., Mg. Dra. Docente del Instituto de Producción y Sanidad Vegetal, Facultad de Ciencias Agrarias y Alimentarias, Universidad Austral de Chile (pamela.artacho@uach.cl)
- Carolina Contreras D., Ing. Agr., Mg., Ph.D. Docente del Instituto de Producción y Sanidad Vegetal, Facultad de Ciencias Agrarias y Alimentarias, Universidad Austral de Chile.
- Gaspar Cocio P. Estudiante de la carrera de Agronomía. Facultad de Ciencias Agrarias y Alimentarias, Universidad Austral de Chile.