En 1875, 140 años atrás, escribe don Daniel Barros Grez su famosa obra titulada «Como en Santiago: comedia de costumbres en tres actos», la que retrata, como no, la siutiquería provinciana, para la cual el modelo capitalino es «el modelo», negando la riqueza de su entorno, no tan solo natural, sino social y cultural.
Traigo a colación la pieza a propósito de nuestra literatura: no la de Santiago, la llamada con prepotencia: chilena, sino la nuestra, la valdiviana. Porque, estimadísimo lector, en nuestra zona se produce una riquísima literatura, tanto de escritores propiamente valdivianos, como de afuerinos que se han hecho valdivianos a punta de cariño, que es una de las fuerzas más poderosas que mueven a las personas.
Sin embargo, los estudiantes y el público en general, que reconocen fácilmente los nombres de Donoso, Edwards, Zurita, Bolaño, Allende, por nombrar los más recientes y dejando de lado premios nobeles y nacionales, los nombres de Clemente Riedemann, Jorge Torres, Marcelo Lillo, Maha Vial, Luis Ariel Guzmán, Pedro Guillermo Jara, Raúl Manzano, Verónica Zondek, Sergio Mansilla, Yanko González, les son, salvo honrosas excepciones, completamente desconocidos. Y he nombrado apenas al correr de la memoria a algunos de ellos. Y cuántos más en los talleres literarios, auto editándose con gran sacrificio económico. Sin canales de distribución. Sin oportunidades de visibilidad, sino en lanzamientos casi secretos, rodeados de sus familiares y amigos; o en ferias del libro, en que aparecen (o más bien desaparecen) tímidamente detrás de los autores marketeados por el negocio de las grandes editoriales santiaguinas e internacionales. Tampoco la educación (salvo, nuevamente, un par de excepciones) nada hace por acercarlos a los jóvenes estudiantes.
Desde la academia hago un mea culpa: tampoco nosotros hemos estado a la altura. Esperamos remediarlo pronto. La nueva malla curricular de la Escuela de Lenguaje y Comunicación de nuestra Universidad Austral, consulta al menos un curso de literatura regional, sin que sepamos, más que intuitivamente por el momento, qué entendemos por literatura regional. Este parece ser un campo más. Pero es el más importante, el de la cultura, en que debemos vencer el centralismo. Y hay que empezar a hacerlo ya. Ahora mismo y en serio.
LEER COLUMNA EN EL DIARIO AUSTRAL REGIÓN DE LOS RÍOS