* Referente nacional de la biología marina ha dedicado su vida al estudio de los recursos marinos chilenos.
Profesor de química, apasionado por los animales marinos, siempre ha repetido que sus grandes amores son su señora y los recursos del mar chileno. Recalca chilenos, no porque esté en contra de los introducidos, sino porque se debe empezar por casa, conocer lo que tenemos y cómo estos funcionan.
Alumno del padrino de la biología marina en Chile, Patricio Sánchez, después de dos años de graduarse como profesor de química comenzó su gran interés por esta disciplina. Ha obtenido distintas becas y premios por sus publicaciones, ya que los resultados de sus investigaciones han sido relevantes.
Su primeros estudios fueron en poliquetos (gusanos marinos), luego llevó su atención más allá de éstos; consiguió una beca para realizar un master en University Collage of North Wales in Bangor, United Kingdom, donde su desempeño fue brillante y aconsejado por su tutor, Dennis Crisp, pasó de este programa directamente al doctorado.
En aquella época, Castilla estaba interesado en estudiar la conducta de los animales marinos y trabajó con la estrella de mar Asterias rubens, su tesis de doctorado fue cómo ésta responde a la presencia de alimento. Producto de su trabajo publicó seis artículos y obtuvo su Grado de Doctor en 1970, año en que regresó al país y comenzó a trabajar, en la P. Universidad Católica de Chile, como profesor de zoología para estudiantes de pregrado.
Volvió al país con la idea de encontrar una especie clave. Después de meses de investigación halló el modelo perfecto, el carnívoro único en Chile, Concholepas concholepas, comúnmente llamado «loco». Éste vive sólo en las costas de Chile y Perú y tiene una gran importancia económica y social, ya que muchos pescadores basan su sustento en esta especie. Descubrió que el loco regula la población de Mitílidos (choritos), picorocos, jaivas y otros, permitiendo que entren otros actores a este escenario. De tal forma que su presencia o ausencia determina qué hay en la zona intermarial.
La única forma de poner a prueba su hipótesis, sobre el loco como especie clave, era teniendo un sistema marino como experimento. Fue así como decidió empezar la primera Estación Costera de Investigación Marina, en Las Cruces. Ésta, de propiedad de la P. Universidad Católica de Chile, con un kilómetro de costa, fue fundada en 1983, impidiendo el acceso de cualquier ser humano. Sin duda, fueron los méritos académicos de Castilla los que convencieron a las autoridades para que le dieran estos derechos.
Después de dos años de excluir al hombre empezaron la investigación para ver si existían o no cambios en la zona intermarial. Encontraron un aumento de las poblaciones y tamaño, diez veces más locos dentro de lo que había afuera; las poblaciones de choritos disminuyeron drásticamente, reduciéndose a la vez las poblaciones de otros animales.
El Dr. Castilla y sus estudiantes aprendieron mucho durante los primeros años de funcionamiento de la estación y decidió hacer un cambio en la focalización de su ciencia, algo más aplicado, ya que Las Cruces sólo fue una experiencia académica. En 1988 llegó a un acuerdo con los legisladores para hacer una práctica de comanejo, acercándose a una caleta de pescadores en Quintay (1ª área de manejo).
Los pescadores dejaron de explotar el área en que habitualmente pescaban y la protegieron. El experimento duró tres años en los que se obtuvieron datos, se vio que era exitoso, más locos, más erizos, y Castilla fue capaz de convencer a las autoridades de que esto finalmente pudiera ser puesto en la Ley de Pesca. Luego esta experiencia se repitió en otra caleta ejemplar, el Quisco (2ª área de manejo).
La investigación de Castilla tuvo sus frutos concretos veinte años después, respaldado por 180 publicaciones, los resultados de estos trabajos fueron las bases para iniciar las Leyes de Conservación Ambiental en Chile.