* Arículo publicado en el Mercurio Campo
Se espera que, en un futuro cercano, los sistemas de producción de carne de las regiones templadas experimenten cambios importantes en sus condiciones ambientales como resultado del cambio climático. Como consecuencia, la cantidad y calidad de nutrientes disponibles para el ganado, así como la fisiología y el comportamiento de los animales se verán afectados, lo que planteará desafíos económicos y de producción, así como también problemas de bienestar, expresa el Dr. Rodrigo Arias, académico del Instituto de Producción Animal, Facultad de Ciencias Agrarias de la UACh.
Es así que este artículo muestra los efectos de la ingesta de energía en la fisiología y respuesta productiva de novillos en engorda, durante la temporada de verano e invierno. “Los animales se vieron directamente afectados por las condiciones climáticas, particularmente la velocidad del viento y la lluvia durante el invierno. Sin embargo, esos efectos desaparecen durante el verano”, informa el académico, actual Director de la Escuela de Graduados de esta Facultad.
Los datos presentados son parte de la investigación que evaluó los efectos de las condiciones ambientales y el nivel de ingesta de energía metabolizable en el rendimiento y la calidad de la canal de los novillos terminados. Es estudio fue apoyada por el Fondo Nacional de Ciencia y Tecnología de Chile (FONDECYT, Proyecto 11121320).
Experimentos
El Profesor Arias señala que se realizaron dos experimentos en las cercanías de Temuco, uno durante el invierno y otro durante el verano, en un corral con capacidad de 24 animales con sistema de comedero automatizado CALAN. Los animales fueron clasificados por su peso vivo (PV), y asignados aleatoriamente a uno de dos bloques (livianos o pesados), y luego a uno de dos tratamientos: T1 = 1,85 veces o T2 = 2,72 veces el consumo de energía metabolizable de mantención (MEI).
“El experimento de invierno tuvo una duración de 91 días (24 novillos Angus x Hereford, PV = 420 kg ± 4,4 kg). Los novillos fueron alimentados una vez al día con la dieta experimental. La cantidad de alimento ofrecido fue diferente para ajustar el MEI según los tratamientos”, afirma el investigador.
Se registró el PV de cada animal usando una balanza electrónica y se estimó la ganancia diaria promedio (GDP, g/d). Asimismo, se registró la profundidad del barro dos veces durante el experimento en tres lugares diferentes de cada corral y luego se promedió.
“Los animales recibieron un tratamiento veterinario y un implante promotor del crecimiento (140 mg de acetato de trembolona + 20 mg de estradiol). Se midió también la temperatura timpánica (TT) a intervalos de 10 minutos durante 10 días en cada temporada. Además, usando datos climáticos se estimaron dos índices de confort térmico: a) índice integral del clima (CCI); b) índice de temperatura-humedad ajustado por la velocidad del viento y radiación solar (THIa)”, sostiene Arias.
El segundo experimento- explica- que se realizó en verano (95 días de duración, 24 novillos Angus x Hereford, PV = 431 kg ± 10,4 kg). “Los tratamientos fueron los mismos del experimento 1, al igual que las variables que se colectaron. Sin embargo, en este experimento también se registraron los puntajes de jadeo y tasas de respiración (TR) durante 3 días seguidos del verano, en la semana más calurosa. La TR (respiraciones por minuto = rpm) se midió dos veces al día”, relata el docente.
Finalmente, en ambos experimentos se colectaron los datos de la canal (peso de la canal fría, área del ojo del lomo, pH del músculo longissimus, cobertura de grasa, grasa del corazón de la pelvis renal (KPH) y marmoleado.
Resultados
En esta investigación si bien hubo diferencias en la Temperaturas Timpánica (TT) entre temporadas, estas parecen no ser biológicamente importantes, explicándose en parte por a la mayor cantidad de radiación solar directa recibida en la temporada de verano.
Durante el invierno los valores medios de TT fueron afectados directamente por cambios en las condiciones climáticas. Así al aumentar las precipitaciones y la velocidad del viento resultó en una disminución de la TT.
“En efecto las precipitaciones aumentaron casi 10 veces (desde menos de 2,0 a casi 20,0 mm/d) en los días tres y cuatro de colecta de datos; mientras que la velocidad del viento aumentó en 2,8 veces. De manera similar, los días 6 y 7 de colecta de datos también hubo un aumento en las precipitaciones, incluso mayor que los días tres y cuatro, pero no hubo aumento en la velocidad de viento y los cambios en TT fueron menores, lo que devela el gran efecto en la regulación de la temperatura corporal que ejerce el viento en animales que están mojados”, indica el Dr. Arias.
Asimismo, agrega que las condiciones previas también favorecieron la formación de barro, que es también un factor de preocupación respecto a la potencial contaminación de la canal. Por lo tanto, la combinación de velocidad del viento y precipitaciones juegan un importante papel en el balance térmico durante el invierno. En efecto, estudios previos indican que un novillo puede experimentar estrés por frío a 15,6 ºC si su pelo y piel está mojada.
Durante el experimento de verano, en los días de colecta, en el 50% de los días se presentaron temperaturas máximas superiores a 25,0 ºC, con un promedio de 28,5 ºC. No obstante, durante las noches las temperaturas promediaron 7,5 ºC, lo que representa una caída de 21,04 ºC. Esta gran diferencia entre el día y la noche permitió probablemente a los animales disipar la carga de calor acumulada durante el día. Además, ninguno de los valores medios diarios de los índices de confort térmico evaluados superó los umbrales establecidos en la literatura.
Sin embargo, los valores máximos diarios para esos días en THIa y CCI fueron 79,9 y 34,2 ºC, respectivamente. En este estudio se observaron signos de incomodidad térmica en los animales, aumentando la TR en promedio 20 rpm más durante la tarde en comparación con la mañana. Otros investigadores han reportado la existencia de una estrecha relación entre TR y la temperatura corporal de los animales. Esta incomodidad observada en los animales podría asociarse con la mayor radiación solar recibida entre las 0900 y las 1800 h, que promedió 683,2 ± 26,8 W/m2. Por el contrario, el resto de las horas del día promediaron 142,0 ± 16,4 W/m2.
Por otro lado, los GDP observadas en la temporada de verano estuvieron acorde a lo proyectado por los modelos (NASEM, 2016), pero fueron inferiores a los proyectados en condiciones termo neutrales por el mismo modelo para el inviern, en donde se observaron reducciones del 50,5% y 42,5% por sobre lo esperado, para los tratamientos 1,85 veces y 2,72 veces MEI en el invierno.
“Así la combinación precipitaciones, viento, pelaje mojado, barro en el cuerpo y profundidad de barro podrían explicar esta diferencia en GDP. Otros investigadores señalan que existe una gran sensibilidad en la GDP debido a la velocidad del viento y pelaje húmedo. De manera similar, también ha sido reportado que animales con pelaje húmedo y expuestos a vientos de 1,78 m/s presentaron una disminución de 44,3% en la GDP”, relata el experto.
De acuerdo a la investigación desde un punto de vista productivo y económico, el período de invierno resultó ser el más crítico, ya que la relación alimento: ganancia fue 3,8 veces superior respecto del verano. Estas diferencias aumentaron en el invierno cuando se consideró el nivel de energía de la dieta. Sin embargo, en el experimento de verano ambos valores fueron similares.
“El nivel de energía consumida tuvo un efecto directo sobre la TT, GDP y conversión alimenticia de novillos terminados durante el período de invierno. Además, ambas variables se vieron directamente afectadas por las condiciones climáticas, particularmente velocidad del viento y lluvia. Por el contrario, durante el período de verano, el nivel energía consumida por los novillos no afectó ni la TT ni la GDP”, concluye en investigador de la UACh.