El objetivo de este III Coloquio que convocó y organizó la Comisión de Ciencia y Tecnología y los vicerrectores de Investigación de las instituciones del CRUCH, fue promover el debate y la reflexión de los investigadores jóvenes de las universidades pertenecientes al Consejo de Rectores. Los debates se llevaron a cabo primero en Santiago el 19 de julio; en Antofagasta para la zona norte el 2 de agosto; y en la Universidad de Concepción (UdeC) el 9 de agosto de 2013 para la zona sur, donde participaron alrededor de 30 científicos, entre ellos el Dr. Iván Oliva.
En primera instancia, se convocó a una reunión por la Dirección de Investigación y Desarrollo (DID) de la UACh a petición del CRUCh, donde participaron investigadores de menos de 40 años en el contexto de nuestra universidad. Finalmente, se eligieron 4 representantes para asistir al encuentro de la zona sur en la UdeC. El Dr. Iván Oliva nos comenta sus reflexiones en torno a las temáticas tratadas en el encuentro.
– Dr. Oliva, nos podría mencionar sus impresiones sobre las discusiones del III Coloquio de Ciencia, Tecnología, e Innovación del CRUCh en el cual participó.
Fue muy interesante la discusión con otros sistemas de conocimiento, yo tengo un interés innato por el diálogo de carácter interdisciplinario, donde pudimos detectar problemas generales y particulares. Sobre todo de las políticas de desarrollo y la dificultad de pensar una política a largo plazo de Ciencia y Tecnología en nuestro país, porque no existe. Por eso fue interesante la invitación del CRUCh, que no solamente apelaba a recoger la voz de investigadores jóvenes, sino también, pensar a largo plazo, al menos en 30 años. Y eso tiene que ver con la posibilidad de crear un Ministerio de Ciencia y Tecnología.
– En ese sentido cuáles son los desafíos que se presentan.
La discusión se desarrolló pensando los desafíos de una política de Ciencia y Tecnología, y la dificultad de priorizar ciertas áreas de manera a priori, porque es difícil proyectar o anticipar la contribución de determinadas disciplinas bajo una proyección de escenarios tan inciertos. Por cierto, es necesario proyectar una política y priorizar ciertas áreas, pero también que tenga una flexibilidad que asuma a la ciencia aplicada y la ciencia general como un artificio en cierta forma. Cuando lo miras de una perspectiva más amplia, lo que en un momento es ciencia pura o especulativa en otro es ciencia aplicada, donde en general caemos nosotros como Ciencias Sociales.
– Pensando desde la línea de investigación que desarrolla nos podría comentar su visión de la discusión, y los aportes que desde ahí pudo realizar.
Lo interesante de la reunión fue tratar de suspender un poco nuestros ámbitos de interés particular, para pensar un poco elementos de juicio crítico, que tanto en el trabajo interno que hicimos con nuestros colegas en la universidad, y el trabajo externo que se hizo allá, tienden un poco a opacarse. La ciencia no tiende a pensarse a futuro, ni tampoco en sus interfaces con otras disciplinas, y yo creo que es necesario generar redes de investigadores que superen la adscripción a un dominio particular, porque eso poda las posibilidades de pensar el país, las implicancias de bienestar social que tiene hacer ciencia en cualquiera de sus dimensiones, y mientras las universidades o FONDECYT, siguen manteniendo estos estereotipos disciplinares, las problemáticas sociales y contemporáneas son de naturaleza compleja y multidisciplinar, que parecen generar una disonancia con la estructura hegemónica de la organización de la ciencia.
– Entonces, cuáles serían las políticas públicas en Ciencia, Tecnología e Innovación, que desde la discusión en la que participó, se concluyó se deben fomentar o proyectar.
Se parte del diagnóstico de que el Ministerio de Educación está excedido en sus funciones en temas de Ciencia y Tecnología. En la discusión se planteó la idea de que el Ministerio de Educación mantuviera sus obligaciones con el pregrado, y el postgrado tuviera una relación directa con un Ministerio de Ciencia y Tecnología, asumiendo que en ese nivel se dan procesos de generación científica. En ese sentido, se cortarían procesos que deben estar contenidos en una misma orgánica, los economistas le llamarían cadena de valor, que puede conllevar problemas de articulación y de gobernabilidad. Inaugurar esta nueva institucionalidad también arriesga cortar otras cadenas de valor, en este caso para mí, la educación a nivel de pregrado no puede ser el pariente pobre de este nuevo Ministerio, y esa es una discusión que recién se está generando.
– Siguiendo la misma línea de la discusión, y llevándola al caso de las Ciencias Sociales y Humanidades, cómo podríamos ver el papel de estas disciplinas en ante este escenario.
Desde lo tratado en el encuentro, veo un reconocimiento claro de las demás disciplinas de que el papel de las Ciencias Sociales y Humanas está depreciado, y tiene que adquirir un rol más preponderante, está en el imaginario social que el desarrollo científico y tecnológico no necesariamente involucra nuestra área, y efectivamente tenemos una forma diferente de hacer ciencia. Pero ese conocimiento puede darle contexto y pertinencia al desarrollo científico y tecnológico que se genera, cuando analizamos cómo las sociedades son capaces de pensarse a sí mismas.
– Pensando sobre la base de estas reflexiones y las proyecciones de la Ciencia y Tecnología en Chile, y como coordinador de un programa de postgrado que aborda estos temas, qué desafíos vienen para la educación en el país…
Pensando desde el Magíster en Educación, que tiene una mención en Política y Gestión, la educación se ve en un registro más amplio, más aún cuando se trata de una nueva institucionalidad y cómo acoge o no acoge los procesos formativos en la educación superior. Porque insisto, comparto el diagnóstico que el Ministerio de Educación en su actual forma tiene demasiados hitos de atención, y efectivamente no da abasto, y probablemente CONICYT sea un ente bastante autónomo dentro de la administración del Ministerio. Pero desarticular el pregrado y el postgrado, y el concepto formativo que está en la base de la conciencia científica y tecnológica es un riesgo que hay que atender, pensando que el fenómeno educativo no puede quedar invisibilizado bajo una visión netamente desarrollista.