“Afecto por las expresiones patrimoniales no es sino afecto por el habitar y buen vivir del presente”
Leonor Adán Alfaro
A propósito de la conmemoración del Día del Patrimonio y junto a ello la realización de las actividades de la Semana de la Educación artística, reflexionamos desde BAFUACh sobre la presencia de las danzas y músicas del folclor chileno al interior de las escuelas, y su consideración como parte del patrimonio intangible en nuestro país. El patrimonio cultural, en su misión de “contribuir a la revalorización continua de las culturas y de las identidades” aspirando a ser un bien común, debiese ser concebido desde la pluralidad de realidades presentes en territorio chileno. Muchas de las expresiones artístico culturales que entendemos y reconocemos como parte del folclor -cantos, danzas, instrumentos, poesía, entre otras- las sentimos parte de este patrimonio dándoles valor en diversos espacios incluida la escuela como el lugar de formación formal de niños y niñas.
De ahí que muchas de las memorias que se instalan a partir de nuestro paso por la escuela, aquellas experiencias de infancia donde se forjan vínculos que perduran a lo largo de la vida, determinen en gran parte el modo en que nos relacionamos con las manifestaciones de danzas y músicas folclóricas. Estas expresiones, parte nuestro patrimonio intangible, pueden ser consideradas a su vez pertenecientes a las artes vivas, o artes de la presencia, lidiando por tanto con la complejidad que es ser patrimonial al no perdurar más que en los recuerdos y el relato de los y las participantes, -junto a a diversos soportes de registro- y su transferencia a partir de estas experiencias personales y colectivas. Sumamos a ello la naturaleza de transmisión oral y de constante cambio en este re-aprendizaje, tanto en la vida cotidiana como al interior de los contextos educativos formales.
Es en esta relación, entre lo enseñado como parte del curriculum vigente y los referentes artísticos para la construcción de actividades en aula, que nos parece necesario relevar el sentido crítico que como ballets o agrupaciones folclóricas debemos tener para la creación y recreación de manifestaciones culturales tradicionales y populares. Reconocemos que el constructo nacionalista imperante, ha propiciado la difusión de un acervo cultural acotado, tendiendo en algunos casos a la hegemonización y jerarquización de ciertas expresiones culturales como identificatorias o representativas de las comunidades.
Ocurre entonces en muchos casos, tanto al interior de agrupaciones artísticas como en las dinámicas de aprendizaje del folclor al interior de las escuelas, que se instalan ciertos estereotipos y modelos estético-políticos de territorios o “zonas”, representados y caracterizados por las y los bailarines, músicas y músicos presentes en la escena. Estas propuestas tienden a opacar la posibilidad de comunicación entre los y las artistas y el público participante, y puede disminuir lo significativo que llega a ser el aprendizaje colectivo en el caso de les estudiantes. Como si se perdiera una oportunidad de visibilizar y valorar los acervos culturales presentes en cada grupo humano, en cada territorio; y a partir de ello una nueva posibilidad de creación artística que abra experiencias sensibles para quien danza, canta, toca y quien participa como asistente.
Establecer arquetipos entre las agrupaciones, pareciera que ha fundado un modo de hacer y abordar cierto repertorio nacional, acotado, que puede reforzar la hegemonía nacionalista que si bien genera cierta identificación colectiva, puede distanciar a las personas en su hacer cotidiano de lo que terminamos entendiendo y aprendiendo como folclor. Cobra importancia entonces el sentido social y colectivo que nos evocan nuestras propias manifestaciones expresivas, donde la representación escénica puede generar espacios de reconocimiento de este diverso, humano y múltiple patrimonio intangible.
¿Cómo entonces desde los ballets y agrupaciones folclóricas abordamos la diversidad y el dinamismo de las expresiones culturales del país? Es un constante desafío que nos parece inicia con el reconocimiento del lugar de responsabilidad para con la presentación/representación de estas culturas, diversas, múltiples, no homogéneas; ampliar las miradas con las cuales observamos y nos relacionamos con cada territorio, abrir constantemente la escucha hacia quienes son y viven estas culturas, que no viven del pasado sino que son hoy; que valoran sus historias y memorias vivas y con quienes debemos ser respetuosos; incluso si aquello significa dejar de hacer.
Responsabilidad que tenemos además al ser espacios de referencia para las propias escuelas y los docentes que imparten los contenidos relacionados con folclor, lugar donde los niños y niñas en general profundizan sus conocimientos sobre las identidades locales y nacionales. Como BAFUACh esperamos ser colaboradores de estos procesos para que signifiquen un encuentro con la diversidad y riqueza patrimonial mediante la danza y la música, donde el diálogo entre las experiencias educativas y las artísticas, sean coherentes con los fenómenos sociales tradicionales y populares.