Sus funciones son diversas, pero la presión por su uso es cada vez mayor. En la UACh se trabaja en torno a este recurso y se busca impulsar su investigación y valorización.
“La humanidad se sustenta en los primeros 20 cm de suelo”. Una frase que resume muy bien lo esencial que es este recurso para la vida: sostiene las ciudades, nos provee de alimentos, de la fibra de la madera, actúa como filtro del agua, secuestra carbono y ayuda a mitigar el cambio climático. Desde el Laboratorio de Nutrición y Suelos Forestales de la Facultad de Ciencias Forestales y Recursos Naturales de la UACh, se trabaja para prestar servicios al desarrollo del área silvoagropecuaria en esta línea, y también con visión de futuro, preparándose para los cambios que podrían generarse con relación a la regulación del suelo y a la necesidad de conocer más sobre sus funciones.
Es la mirada que posee el Dr. Felipe Zúñiga Ugalde, académico del Instituto de Bosques y Sociedad de la Facultad, quien reflexiona sobre el tema y se cuestiona el que aún no exista –aunque sí se encuentra en discusión en la Comisión de Agricultura del Senado– una propuesta de Ley Marco de Suelos en el país. Urge contar con una regulación. “Puedes ser legalmente el dueño de una superficie y decidir si se usará con fin agrícola, forestal o como parcela de agrado, sin embargo, no existe una regulación de su uso. Citando a la Senadora Carmen Gloria Aravena “Los suelos de nuestro país, postergados y usados de manera indiscriminada, dan un primer paso para ser considerados como lo que son: un recurso no renovable que necesita protección”, comentó.
Es así como el suelo sufre cada día una mayor presión por su uso. Las ciudades se han expandido ‒y lo continúan haciendo‒ hacia las zonas donde se encuentran los suelos fértiles y, en opinión del Dr. Zúñiga, “esto se debe a una falta de ordenamiento territorial que considere las propiedades específicas de cada suelo””.
Pero ¿cómo se define el concepto “suelo”? En palabras simples, el suelo es un reflejo de la integración entre sus factores de formación y que corresponden a el clima, el material parental, el relieve, los organismos vivos (e.g. vegetación, ser humano) y el tiempo.
Cuando el suelo posee diferentes tipos de coberturas (e.g. bosque nativo, pradera, plantación o cultivo) sus propiedades variarán y podrían verse severamente afectadas. Aquí aparece otro concepto ligado a nuestros suelos y es el de “degradación”, condición que ocurre cuando el suelo disminuye o pierde sus funciones. “Si el suelo tiene una determinada capacidad de conducir agua o aire y esta capacidad disminuye, éste puede comenzar un proceso de degradación, el que puede ser reversible o irreversible. El grado de degradación que el suelo alcance, dependerá del estrés al que esté sometido. Alteraciones como una erupción volcánica, deslizamientos en masa, o acciones antrópicas como un mal manejo pueden llevar a que el suelo se degrade de manera irreversible”, explicó.
Agregó que “cada vez que los suelos fértiles se sellan con concreto por efecto de la expansión urbana, ocurre una degradación irreversible, pues esa superficie no podrá ser destinada a un uso silvoagropecuario y, en consecuencia, se pierde el espacio y la función del suelo para la producción de alimento o fibra”.
Suelos de Los Ríos
Nuestra región y en general la zona sur se caracteriza por poseer suelos derivados de material volcánico (Andosoles), [1]en algunos casos transportado por el viento y depositados por las mismas erupciones, pero en otros casos, transportados y depositados por acción de los ríos. “Son suelos que presentan propiedades muy particulares llamadas ándicas. Morfológicamente, se caracterizan por presentar texturas franco limosas, ser muy friables y poseer un horizonte melánico (i.e. oscuro).”, explicó el académico. Un dato relevante es que el 60 % de los suelos arables en Chile son suelos volcánicos, pero a nivel mundial representan apenas el 1% de los suelos del mundo.
Los suelos volcánicos como éstos son, físicamente, muy buenos para cultivar, toda vez que se considere una mejora de la fertilidad, asociada principalmente a los niveles de fósforo y acidez.
Calidad en sus análisis
Desde otra arista, el Laboratorio de Nutrición y Suelos Forestales de la UACh, trabaja día a día con este recurso, en el análisis de muestras de suelos, aguas y foliares, para pequeños y medianos agricultores. Aquí su labor es crucial, ya que de eso depende la fertilización del suelo y la postulación a programas del Gobierno para la obtención de subsidios.
En esta labor destaca el trabajo de la profesional Ilona Slebe, encargada del Laboratorio y de realizar los análisis. “Cuando haces una propuesta para mejorar la fertilidad de un suelo, éstos tienen tres componentes: la demanda, el suministro y la eficiencia con que haces la aplicación del fertilizante. La demanda depende de la planta; la eficiencia de cómo se aplica; y el suministro es el nutriente disponible que tiene el suelo en un momento dado, entonces, como laboratorio entregamos ese componente de la ecuación. Lo anterior permite diseñar estrategias de fertilización en el corto, mediano y largo plazo e incluso llegar a mejorar la fertilidad del predio”, destacó Ilona Slebe.
No solo se apoya al área silvoagropecuaria, sino también a proyectos de investigación, al Instituto Forestal y a otras unidades de la Universidad Austral de Chile.
No es menor que el Laboratorio sea unos de los acreditados en la zona sur del país. Su calidad en los análisis de suelos y foliares que desarrolla desde 1998 comprueba un compromiso de larga data, respaldado a través de la Comisión Nacional de Acreditación, lo cual significa que existe una validación detrás de los resultados entregados y que éstos son homologables con otros laboratorios del país.
El Dr. Zúñiga, recientemente incorporado al grupo de suelos forestales, está consciente que aún falta mucho por explorar en esta línea, y es por eso que su foco está en generar, a corto plazo, proyectos de investigación que provean información necesaria para alcanzar un uso sustentable del suelo. En concordancia con lo anterior, el académico participó en la mesa de trabajo “Erosión, Degradación y Desertificación de Suelos”, como parte de la elaboración del anteproyecto de Ley General de Suelos que actualmente se encuentra aún en discusión.
[1] Del japonés “an-do” que significa suelo oscuro.
Leer artículo en Revista Campo y Tecnología. (Pág 40-41).