El Paso Drake es un estrecho de aproximadamente 800 kilómetros de ancho que separa el continente americano de la Antártica. Por allí fluye la Corriente Circumpolar Antártica, la que conecta las principales cuencas oceánicas del planeta. Al ser un lugar difícil para realizar investigación científica por los fuertes vientos y frecuentes tormentas, existen pocos registros geológicos. De hecho, los últimos de gran escala geográfica databan de la década de 1960.
Sin embargo, entre febrero y abril de 2016, un equipo de científicos alemanes y chilenos participó en la expedición “Paleodrake” a bordo del rompehielos alemán Polarstern, perteneciente al Alfred Wegener Institute (AWI). En esa campaña, se extrajeron testigos de sedimentos desde el margen continental chileno, a través del Paso Drake hasta el Estrecho de Bransfield, ubicado entre las islas Shetland del Sur y la Península Antártica.
“Nosotros deseábamos ver si los sedimentos superficiales reflejaban realmente las regiones biogeográficas oceánicas actuales y las propiedades físicas, químicas y biológicas de los tres frentes oceánicos -subantártico, polar y el frente sur de la Corriente Circumpolar Antártica-”, explica la paleo-oceanógrafa Dra. Carina Lange, investigadora del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral de Chile (UACh) y académica de la Universidad de Concepción (UdeC).
Tras analizar los sedimentos superficiales, el equipo de investigadores elaboró un estudio científico que fue publicado en un volumen especial del Centro IDEAL en la revista científica Progress in Oceanography.
Entre los principales resultados de la investigación, que fue liderada por la bióloga Paola Cárdenas, se encuentra el hallazgo en sitios cercanos a la Península de foraminíferos, diminutos organismos que no son perceptibles a simple vista. Su esqueleto está hecho de carbonato de calcio y son fundamentales en las tramas tróficas de todos los océanos del planeta. Estos microfósiles pueden ser usados como bio-indicadores pasados de productividad oceánica, de temperatura superficial del mar, y en conjunto con otros microfósiles y parámetros geoquímicos, entregan información sobre cambios en la salinidad.
“Al sur de Frente Polar, encontramos foraminíferos en perfecto estado de preservación a pesar del paso de cientos de años, lo que no se había visto en expediciones anteriores. Desde el punto de vista científico, es sorprendente”, explica la Dra. Lange.
La investigadora asegura que el hallazgo no se relaciona con los efectos del cambio climático, sino que con el avance tecnológico que ha habido en el tipo de equipos de perforación. A diferencia de los años 60, hoy en día realmente es posible extraer la capa más superficial de los sedimentos de los océanos.
La información obtenida por los científicos será crucial para la calibración futura de indicadores biológicos y geoquímicos en una zona poco explorada y de difícil acceso.