* El antropólogo francés participa en el XVII Congreso Nacional de Arqueología Chile y dictó este miércoles la clase magistral «La noción de mestizaje en la escritura de la historia indígena y nacional: algunas reflexiones en torno al caso mapuche».
* En entrevista con «Noticias UACh», el investigador se refirió a los efectos positivos y negativos que están generando en las comunidades indígenas y la sociedad chilena, la implementación de programas interculturales como «Orígenes».
* Planteó también que el desafío del Estado es enfatizar lo que la gente tiene en común y ver los conflictos desde una dimensión más amplia y no sólo desde el punto de vista cultural.
Guillaume Boccara llegó desde su natal Francia a Chile en 1991, para iniciar la investigación de su tesis de Doctorado sobre la historia del pueblo mapuche en el período colonial. En forma paralela se interesó por conocer cómo vivían actualmente los descendientes de este pueblo originario y su relación con los vecinos y el Estado.
Es así como comenzó un trabajo etnográfico en comunidades mapuches de la Novena Región, con énfasis en el chamanismo, la machi, asesorando la puesta en marcha de un programa de antropología médica en el hospital Maquehue de Temuco.
Posteriormente viajó a Estados Unidos donde comenzó una nueva investigación enfocada, esta vez, a analizar cómo desde las agencias multilaterales (BID y Banco Mundial) se pensaba el tema de la diversidad cultural y se implementaban proyectos de etnodesarrollo.
Programa «Orígenes»
El año 2001 el estado chileno inició el programa «Orígenes», como parte de la política de Nuevo Trato de los gobiernos de la Concertación, que apuesta a dejar instalada una nueva forma de relación entre el Estado y los pueblos indígenas. Para ello se suscribió un convenio de préstamo firmado entre el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Estado de Chile (www.origenes.cl).
Boccara explica que algo similar ocurrió en Argentina con recursos aportados por el Banco Mundial. El objetivo de su estudio etnográfico pretende conocer como se implementó, su diseño y el impacto que ha tenido en las comunidades y «comparar un poco las dos políticas tanto de Chile como en Argentina, con dos agencias multilaterales, en un contexto en el cual hasta los años 90 en ambos estados negaban la existencia de pueblos indígenas en el país.»
El antropólogo señala que a partir de la década del 90 se comienza a implementar una política en lo indigenista con financiamiento del exterior, definiéndose como «países pluriétnicos, multiculturales», lo cual implica también una reconfiguración de la administración pública.
Pero, +qué provocó este cambio en la mirada hacia los pueblos indígenas?. En su investigación apunta a cuatro factores: la desaparición de los movimientos sociales y de las ideologías que abarcaban a todos los grupos como si fueran iguales; al fuerte resurgimiento de un movimiento indígena a partir de los años 70; la reconfiguración del Estado neoliberal; y la importancia de las agencias multilaterales en la implementación de programas de desarrollo de los países del cono sur, focalizados a los pueblos más marginados, más discriminados y más pobres.
Consecuencias
Guillaume Boccara señala que se deben reconocer los aspectos positivos de estos programas de etnodesarrollo. «Es prácticamente la primera vez en la historia de Chile y de Argentina en que se reconoce la existencia de grupos indígenas, que hay una política tan fuerte, tan focalizada y con tanta plata hacia los pueblos indígenas y es la primera vez que se reconoce que hay una deuda histórica, que han sido discriminados y que además se generan programas específicos para los indígenas en salud y educación intercultural.»
Sin embargo, advierte que hay dos problemas de fondo. Por un lado, el modelo de desarrollo económico que impacta de manera negativa en las tierras indígenas, «porque siguen siendo la última frontera o la frontera del capitalismo global, tanto en el sur con las forestales, más al sur con las salmoneras y en el norte con las mineras, generan una destrucción, un deterioro del medio ambiente que afecta directamente a las comunidades indígenas y ahí hay una contradicción que el Estado chileno no ha podido superar.»
Por otro lado, la concepción del programa «Orígenes» se realizó sin la participación de los pueblos indígenas, «fue un programa diseñado desde Washington y con algunas personas en Chile. Entonces el programa en sí empezó mal. Por lo tanto seguimos con mecanismos de funcionamiento que no realmente toman en cuenta la opinión, la sabiduría, los conocimientos, los anhelos, las aspiraciones de los grupos indígenas», aspecto que se quiere rectificar con la implementación de la segunda fase de este programa.
Los peligros de la «Etnicización»
Otro punto que, según Boccara, no se ha considerado es que el 70 por ciento de los indígenas viven en ciudades, tanto de Argentina como en Chile. «Hay un fenómeno étnico en la ciudad que no ha sido tomado en cuenta (…) que como siempre hacen parte de los estratos más bajos de la sociedad. A muy corto plazo va a generar problemas de fondo de odio étnico.»
La causa de aquello radicaría en que los problemas se analizan en término culturales y no en forma global, «dado que el Estado y el Banco Mundial o el BID están enfocando los temas siempre en términos culturales como si todos los problemas fueran culturales, no sociales, políticos o económicos. Tienden a «etnicizar» la lucha social, o sea tienen a ver todos los problemas en términos de mapuche contra huinca, y ese efecto de «etnicización» tiene consecuencias muy graves entre la gente, lo que conduce a «etnicizar» las luchas sociales y a generar un odio étnico que no existía de esa manera anteriormente.»
Para el investigador lo esencial es fomentar la comunicación intercultural con una base común que es «compartir el pasado, hacer que los chilenos no indígenas sientan la historia mapuche, atacameña o aymará, tan propia como la de los criollos.»
En este sentido, señala que «en lugar de enfatizar la diferencia, creo que es el momento de enfatizar lo que la gente tiene en común.»