La Dra. Carola Flores, a cargo de la cátedra Recuperación y Análisis del Registro Arqueológico, fue la encargada de la salida a terreno que desarrolló la Escuela de Arqueología de la Universidad Austral de Chile para sus estudiantes este año, efectuada en la localidad de Ilque, comuna de Puerto Montt. La actividad se denominó “Registro en terreno de componentes arqueológicos de Ilque” y congregó durante un fin de semana a las y los estudiantes de tercer año de la carrera que imparte la UACh en la Sede Puerto Montt.
El objetivo de esta actividad al aire libre fue aprender, a través de la práctica, el registro de sitios arqueológicos costeros de gran relevancia para la región sur austral, como son los conchales y corrales de pesca existentes en la localidad costera de Ilque, ubicada en la comuna de Puerto Montt a 40 km desde la plaza de armas, por el camino costero a Calbuco.
Según informó la académica, la actividad consistió en caminar 3.4 kms. (ida y vuelta) por el borde costero durante el amanecer, hacia el sitio arqueológico Ilque 1 y 2 (Mera et al 2016; Munita et al 2021), para trabajar durante la baja marea en el registro de un conchal y corrales de pesca. Para ello, los/as estudiantes utilizaron fichas de registro, GPS (dispositivos de localización geográfica) y cámaras fotográficas con los cuales lograron registrar alrededor de 11 corrales y un conchal.
Pero este recorrido, que podría haberse tomado como una caminata por la playa al amanecer, fue en pleno temporal con una copiosa lluvia y viento norte, lo que dificultó la visibilidad y la marcha. Según relató la académica, “a pesar del inclemente clima de fuertes lluvias, nada detuvo a los y las estudiantes en el trabajo en terreno”.
La vinculación con la comunidad local es relevante para el trabajo que desarrolla la Escuela de Arqueología de la UACh, por lo que inicialmente la profesora se comunicó con el director de la Escuela de Ilque, Prof. Patricio Oporto, y su jefa de UTP, Sandra Gonzalez, para invitar a los escolares a participar de las actividades y aprender técnicas de registro de sitios arqueológicos. Sin embargo, debido al adelanto de las vacaciones de invierno esto no se pudo concretar.
Afortunadamente, el vínculo permitió contactar a otras personas para gestionar la logística de alojamiento y alimentación. Así lo narró la profesora Carola Flores: “Hernán Almonacid, Amin Sayed y José Velázquez fueron cruciales en el éxito de las actividades, ya que con gran amabilidad nos prestaron las dependencias para el trabajo pedagógico y alojamiento, abrieron las puertas de la iglesia -inaugurada en 1845, una de las más antiguas de la zona- y nos contaron historias sobre ella, el cementerio y festividades religiosas del lugar».
El trabajo arqueológico
Respecto al trabajo práctico realizado, la académica Dra. Carola Flores indicó que la metodología de registro de los corrales de pesca fue grupal y con instancias colectivas de reflexión al final de cada día de terreno. Luego, el producto del trabajo fue un informe o diario de terreno individual, donde la información obtenida en terreno es sistematizada y vinculada con literatura arqueológica disponible sobre el lugar y los corrales de pesca.
Según detalló, “el trabajo arqueológico se compone de actividades de gabinete, de laboratorio y de terreno. Este último componente requiere una gran capacidad de adaptación a condiciones extremas, un gran sentido de la colectividad y mucho aguante a las condiciones climáticas y naturales de las zonas de estudio. En el desierto pueden ser las vinchucas, el sol, el calor y la tierra. En el sur pueden ser los tábanos, la lluvia y el frío. Los y las arqueólogas deben trabajar esa resistencia y adaptabilidad para, a pesar de los desafíos del clima y la naturaleza, poder obtener la información necesaria de las investigaciones».
Por su parte, Jorge Urrea, estudiante de tercer año de Arqueología, originario de la comuna de Puyehue, destacó: “El terreno fue realizado en bahía Ilque, un sitio sumamente relevante para comprender las adaptaciones marinas a nivel local y regional, siendo esta ocupación tan antigua que supera los 6 mil años antes del presente. Este terreno fue el primero que duró varios días del 2022. El primer día caminamos por el borde de la costa bajo una lluvia muy fuerte, pero siempre con la expectativa de llegar al yacimiento y ver los corrales de pesca adyacentes al sitio. Los dos días de caminata quedamos completamente empapados y tuvimos que secar nuestras cosas donde nos quedábamos a dormir”.
“La realización del terreno me pareció adecuada, si bien no tuvimos todas las facilidades del mundo, debemos ser capaces de aprender a trabajar en contextos en los que el clima y la comodidad no siempre acompañan, lo cual es especialmente cierto para los arqueólogos que trabajan en investigación. La formación que estamos recibiendo me parece buena dado que a lo largo de la carrera hemos salido a terreno en diversos contextos, lo cual nos desafía constantemente a adaptarnos”.
Junto con ello, destacó que lo que le entusiasma a ser un futuro arqueólogo que trabaja en distintos contextos “es la invitación que cada terreno nos hace a conocer tanto sobre el pasado como del presente, trabajar intentando descifrar el registro arqueológico nos abre una ventanilla a un pasado muy lejano, lo cual nos llena de curiosidad. Por último, quiero destacar que los sitios arqueológicos hoy en día están rodeados de una dinámica cultural muy interesante y rica, esa es una de las cuestiones que, según yo, todos los estudiantes valoramos y disfrutamos”.