Un equipo de investigadores encabezado por el Dr. Álvaro Langer, Director Alterno del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes Imhay y académico del Instituto de Estudios Psicológicos de la Facultad de Medicina de la Universidad Austral de Chile, publicó en la revista Frontiers in Public Health los resultados de un estudio acerca de los factores sociales y económicos asociados a la depresión en jóvenes universitarios chilenos durante la pandemia de COVID-19.
“En Chile, se ha analizado la asociación entre distintos niveles de ingresos económicos y síntomas de depresión, ansiedad, estrés y consumo de alcohol y drogas en esta población. Sin embargo, es importante seguir profundizando en variables relacionadas con aspectos sociales y económicos que son muy relevantes en salud, no sólo en salud mental, como el tipo de vivienda, la situación laboral, el tener o no hijos, etc.”, explica el Dr. Langer.
El trabajo también exploró un aspecto menos estudiado, pero igualmente importante, la depresión subumbral, que se caracteriza por la presencia de síntomas depresivos clínicamente importantes, pero que no alcanzan a cumplir los criterios para el diagnóstico de un trastorno depresivo mayor.
“Hay una tendencia en enfocarse en la psicopatología cuando se cumplen ciertos criterios, pero ¿Qué pasa con aquellas personas que no cumplen todos los criterios para tener un síndrome y, sin embargo, tienen un conjunto de síntomas que igual causan malestar? Esas personas requieren intervenciones para aliviar su malestar y para prevenir el desarrollo de cuadros más graves”, plantea Marcelo Crockett, investigador doctoral del Núcleo Milenio Imhay y co-autor de esta investigación.
Impacto de la pandemia
El trabajo consistió en el análisis de los resultados en la pandemia de COVID-19 de una encuesta en línea que se aplica en forma anual hace más de siete años en estudiantes de una universidad del sur de Chile y que evalúa síntomas depresivos y variables socioeconómicas, entre otras.
La encuesta se realizó en noviembre de 2020, justo antes de que se reanudaran las cuarentenas en donde se llevó a cabo el estudio. Participaron 1.577 estudiantes de pregrado (64,6% mujeres) con un promedio de edad de 22 años.
Según los resultados del estudio, el 32,3% de los jóvenes cumplía criterios para un episodio de depresión mayor y un 14,3% para un episodio de depresión subumbral. Se confirmaron algunos datos de estudios previos, de manera que la prevalencia de episodios de depresión mayor fue más alta en mujeres, en universitarios que no vivían con sus padres, pertenecientes a estratos socioeconómicos más bajos y que tenían dificultades económicas debido a la pandemia.
Al analizar la información de aquellos jóvenes con depresión subumbral aparecieron las novedades. El Dr. Langer cuenta: “En los alumnos con mayores ingresos económicos fue donde hubo mayor prevalencia de depresión subumbral. A mí me parece muy interesante porque es una población que uno podría invisibilizar al diseñar estrategias para prevenir enfermedades del ánimo, ya que no se considera tradicionalmente como de riesgo”.
Factores de prevención
Otro hallazgo de esta investigación es acerca de la influencia de dos aspectos sociales: la pertenencia a algún grupo y la percepción del apoyo social que se recibe, es decir, la percepción de apoyo afectivo y la posibilidad de hablar y compartir temas importantes para uno. Los análisis mostraron diferencias entre jóvenes con episodios de depresión mayor y aquellos con depresión subumbral.
“En jóvenes con depresión mayor, el sólo pertenecer a un grupo no sería suficiente como medida protectora, en ellos cobra mayor importancia el percibir un alto apoyo social. En cambio, en jóvenes con depresión subumbral tanto el pertenecer a un grupo como el alto apoyo social percibido serían medidas protectoras”, explica el Dr. Álvaro Langer. Promover un alto apoyo social percibido sería una posible medida para favorecer la prevención de la depresión en jóvenes universitarios, especialmente en quienes tienen algunos síntomas de depresión, pero que aún no tienen la enfermedad. “Estas personas que están iniciando síntomas podrían pasar inadvertidas, sin embargo, con estrategias oportunas, la progresión a una depresión mayor se puede detener”, dice el investigador doctoral de Imhay Marcelo Crockett. “Es un grupo al cual hay que poner atención para las estrategias de prevención. Es relevante e interesante de investigar en estudios futuros”.
¿Y cómo prevenir? Participar en el mundo social, no aislarse, unirse a grupos, y si además esa participación se constituye en un apoyo más específico, aún mejor. De ahí la importancia de que en los espacios universitarios se propicie la adecuada relación de los jóvenes con sus pares y la pertenencia a grupos.
Estos resultados podrían abrir la puerta a nuevas investigaciones, no sólo para delinear mejor el beneficio de la interacción social en jóvenes con depresión en sus diversos grados, sino también para profundizar en la comprensión de la depresión subumbral.