Con preocupación por los efectos que la megasequía ha provocado en la vegetación, dos guardaparques de la Reserva Nacional Roblería del Cobre de Loncha, ubicada en el cordón Cantillana cerca de Rancagua, visitaron el Laboratorio de Dendrocronología y Cambio Global de la UACh en búsqueda de respuestas sobre el impacto de la crisis hídrica en las especies nativas que esta zona alberga.
Julio César Vergara, administrador de la reserva, y Roberto Cerda, guardaparque, quedaron sorprendidos luego de conocer la información que los árboles son capaces de entregarnos a través de sus anillos. Durante tres días fueron recibidos en la Facultad de Ciencias Forestales y Recursos Naturales por los investigadores del Laboratorio Tania Gipoulou y Moisés Rojas Badilla, ambos ingenieros en conservación de recursos naturales, quienes se encargaron de enseñarles todo el proceso para el análisis de los anillos, desde extraer el tarugo de los árboles hasta montar y preparar las muestras para ser observadas bajo la lupa. Este estudio permite saber y comparar cómo se comportaron en el pasado los árboles y en el presente, con la megasequía.
“El bosque esclerófilo se está secando”
Los guardaparques miran con preocupación cómo han ido secándose diferentes especies propias del bosque esclerófilo de la zona. Para ellos es evidente que el cambio global ha afectado estos ecosistemas.
“La reserva cuenta con 5800 hectáreas, donde encontramos roble, peumo, quillay, litre, belloto del sur -que es monumento natural en peligro de extinción-. Asociado al roble tenemos al Gruñidor de Valeria, un reptil que viene de épocas pasadas. Toda esta biodiversidad es de alto valor ecológico, pero muy frágil. Los bosques que albergan estos animales están secándose, como los robles y otras especies del bosque esclerófilo”, explicó Julio Vergara.
La situación que describe el administrador los motivó para estrechar lazos con el equipo de investigadores y venir hasta la UACh, donde visitaron la xiloteca y el laboratorio de Dendrocronología y Cambio Global. Además, se reunieron con los académicos Carlos LeQuesne y Duncan Christie para organizar futuras investigaciones.
“Tenemos un vínculo estratégico con los científicos, quienes realizan un serio trabajo para saber qué sucede a los árboles con la sequía. Nosotros venimos a aprender cómo es el método que utilizan en el laboratorio. Para eso trabajamos con tarugos de los árboles de la zona, como roble, lingue y peumo. De esta forma podemos observar y tener la certeza de cuáles han sido los años secos. Queremos extraer esa información que nos entregan los árboles y así también orientar a la gente y enseñarles qué es lo que está sucediendo en la zona, entregando fechas y certezas, basándonos en lo que dicen estos ejemplares”, señaló Vergara.
La educación ambiental con las comunidades aledañas y niños y niñas de la región es un ámbito importante para ellos, el que se verá enriquecido con estos nuevos conocimientos, expresó Roberto Cerda, responsable de educación ambiental. “Agradezco el intenso aprendizaje que obtuvimos de parte del equipo de investigadores. Los conocemos hace tiempo, pero es la primera vez que estamos viendo las maravillas de la tecnología y el trabajo científico, que es tan importante para comprender qué nos están diciendo los árboles y llevarlo a la comunidad en general”.
Cabe mencionar que tanto el académico Carlos LeQuesne, como Tania Gipoulou y Moisés Rojas, han realizado presentaciones en esa zona en el año 2020, siendo valorado este esfuerzo tanto por CONAF como por autoridades de la región como la Alcaldesa de Doñihue. En esa oportunidad también tomaron muestra de los árboles, los que ahora pudieron analizar.
Finalmente, Moisés Rojas Badilla enfatizó que “las investigaciones no se deben quedar solo a nivel de científicos, sino que es necesario darlas a conocer a la comunidad en un lenguaje amigable y con personas cercanas a la sociedad, como en este caso, por medio de los guardaparques”.