Bárbara Madariaga Calderón viajó a Alemania para realizar un intercambio estudiantil en Albert-Ludwigs-Universität Freiburg, sin embargo, sus ganas de continuar aprendiendo el idioma y avanzar en el área de genética de la conservación, la llevaron a instalarse más tiempo y finalmente terminar el pregrado desde ese país. Así comenzó su carrera en el extranjero, donde lleva ya 10 años. Hoy cursa un doctorado en ciencias: Bioquímica y Biotecnología en la Universidad de Gante, en Bélgica, donde es miembro de laboratorio de bioenergía y bioaromáticos.
Recuerda que finalizar sus estudios en Alemania fue un proceso bastante agotador, “pero tuve la suerte que todos en la Facultad en Chile fueron comprensivos y flexibles, facilitando todo”. Su examen de titulación se realizó de forma online en 2011. “Luego de la ronda de preguntas, nos pidieron un tiempo para dar el veredicto, y finalmente los profesores me evaluaron con un 1. Al principio no entendí, pero en realidad era que me habían dado la nota más alta en la escala alemana”, comentó.
Diferentes oportunidades se le abrieron desde entonces: trabajó en el Departamento de Ecología Silvestre, en esa misma casa de estudios, investigando una población de gatos salvajes en el área de Kaiersthul; luego se desempeñó para una empresa canadiense en el área de foto interpretación forestal en la región de Ontario, y cuando llegó a Bélgica, comenzó una práctica en la Universidad de Gante hasta que obtuvo una Beca Chile para realizar su doctorado.
Biotecnología con plantas
De acuerdo a lo señalado por la profesional, el área de la biotecnología, es decir, la aplicación de tecnologías que hace uso de material o procesos biológicos para la creación de bienes y servicios; es de gran relevancia hoy, siendo uno de los ámbitos con más perspectivas laborales a futuro. “Hoy mismo hay muchos institutos biotecnológicos de investigación haciendo el uso de la ingeniería genética de forma ética. Muchos problemas podrían ser solucionados, como el desarrollo de plantas resistentes a la sequía, heladas, agentes patógenos, entre otros. Eso solo en el área ambiental, ya que también es aplicable en la de la salud”, explicó. La investigación del grupo Bioenergía y Bio-aromáticos tiene como objetivo apoyar la transición de una economía basada en fósiles a una economía basada en bio.
En el marco del doctorado que cursa, Bárbara Madariaga trabaja con un equipo enfocado en bioenergía y bioaromáticos. “El objetivo de este grupo es el de editar la composición de las paredes secundarias en plantas modelos como Arabidospsis, maíz y poplar, para la conversión de biomasa en azúcares fermentables o en componente químicos esenciales, reduciendo su costo e incrementando su eficiencia. La sacarificación es el proceso donde los polisacáridos (azúcares fermentables) son separados de la lignina. Lamentablemente este proceso se ve entorpecido por la presencia de la lignina, haciéndolo más costoso. Por este motivo, nosotros nos enfocamos en el estudio de dicha sustancia (biosíntesis, polimerización, estructura), y analizamos cuál es el rol de la biosíntesis de la lignina en el desarrollo y metabolismo de las plantas. Asimismo, nos enfocamos en la caracterización y/o identificación de metabolitos secundarios. Estos últimos son utilizados, por ejemplo, en bioplásticos, detergentes, cosméticos y en el desarrollo de fármacos”.
Bárbara expresó que se siente “afortunada de haber tenido el privilegio de estudiar en Alemania. El cambio fue bastante grande, en ese entonces casi no hablaba alemán, estaba constantemente buscando las palabras en el diccionario para poder entender”. Por eso, aconseja a los estudiantes a cursar a lo menos un semestre en el extranjero. “Es una experiencia bastante gratificante, que da la oportunidad de aprender del manejo forestal en otros países, de otras culturas, otro idioma. Hay muchos acuerdos internacionales con la UACh y otros específicos entre facultades, que no son aprovechados por desconocimiento. Anímense y pregunten qué convenios vigentes existen”, manifestó.
La investigadora recalcó también que no se debe olvidar de la existencia de otros productos que se pueden obtener de los bosques, sin generar un gran impacto ambiental. “Por ejemplo, el descubrimiento de nuevos metabolitos secundarios. Chile es un país con una gran cantidad de especies endémicas, donde lo más probable es que haya metabolitos secundarios que no se encuentren en otras especies a nivel mundial y que puedan, eventualmente, ser utilizados, por ejemplo, en la producción de fármacos”.