Playas, terrenos de cultivos, pampas utilizadas con fines deportivos, además de industrias y viviendas, conforman parte de los paisajes de las riberas de río que quedaron en la memoria de los habitantes de Valdivia. Sin embargo, tras profundas transformaciones del paisaje, provocados especialmente por el terremoto de 1960 y la posterior planificación urbana desarrollada de forma fragmentada, las riberas fueron, por lo general, abandonadas.
Ante iniciativas de construcción de nuevos espacios públicos de bordes de río, surge la pregunta ¿cómo incorporar la memoria histórica en ellos? Frente a esto, un equipo de investigadores encabezado por la Dra. Karen Andersen, arquitecta y directora del Magíster en Diseño de Entornos Sostenibles de la Universidad Austral de Chile (UACh), caracterizó el estado actual de dos bordes fluviales de la ciudad, con el fin de evaluar su percepción y usos públicos, a través de un estudio realizado durante 2018 en el marco del proyecto FONDART Nacional 44955.
“Buscamos entender lo que ya no está, las memorias urbanas en torno al espacio público. Queríamos comprender cómo eran esos usos y por qué hoy ese espacio ya no es espacio público. Hoy, los barrios que están contiguos a ellos han cambiado y la ciudad también ha cambiado. Queríamos volver a preguntarnos por ellos. Ir a terreno y mirarlos bajo las perspectivas de las ciencias sociales, del análisis del paisaje, del análisis urbano y la perspectiva ecológica. Fuimos a cuestionar su estado actual y su posibilidad de uso público a partir de esta caracterización”, explica la Dra. Andersen.
Para conocer el estado actual de los bordes de río, el equipo de investigación, conformado por académicos de las áreas de arquitectura, antropología y ecología, analizó las dimensiones urbanas, sociales y ambientales de dos bordes fluviales en Valdivia, uno situado en el sector sur de Las Ánimas y otro en el sector sur de Isla Teja. Ambos paisajes fueron puntos de encuentro y actividad social en el pasado, para luego ser abandonados.
Como resultados de la investigación, los bordes fluviales estudiados se caracterizaron por una pérdida de accesibilidad y legibilidad, es decir, ambos presentan dificultades para ser recorridos y una mala visibilidad respecto a su delimitación, lo que restringe su uso público, exponiéndoles al abandono. Con ello, se abre una disyuntiva: por una parte, el abandono invita a conservar la riqueza ecológica de estos paisajes y, por la otra, estimula el uso de estos como micro-basurales, rellenos de humedales y la especulación inmobiliaria que a partir de proyectos exclusivos privatiza sus accesos y con ello su uso. De ocurrir así, se pierde la relación de convivencia y confianza de los habitantes de las localidades aledañas con las riberas del río, y la historia que ellas entrañan.
“Los resultados tienen que ver con comprender estos paisajes como posibilidad de espacio público, pero también comprender cómo estos espacios se han transformado en zonas fragmentadas, fracturas dentro de las ciudades, que generan también usos marginales, lo que limita finalmente su uso público y social. Entonces existe esta dualidad, tenemos estos espacios problemas y llenos de potencial al mismo tiempo, y que en los relatos de los antiguos habitantes guardan una parte importante de la historia de la ciudad de Valdivia”, concluye la Dra. Andersen.