Durante la actual elección de nuestra máxima autoridad universitaria no todos los postulantes han tenido la capacidad de poner las ideas sobre la mesa con la misma fuerza. En este sentido, nuestra candidatura ha hecho grandes esfuerzos por empujar una discusión académica profunda y realista, en cada debate, en cada visita a las diferentes unidades de nuestra universidad. Hemos puesto los números sobre la mesa más allá del diagnóstico, y hemos dicho como corregiremos el rumbo con propuestas claras y específicas para cada situación, yendo un paso delante del simple deseo de avanzar.
Hemos sido explícitos al indicar como lo haremos, tanto en la creación de políticas generales como en las acciones específicas. Está escrito en nuestro programa desde fines de abril. Nuestras propuestas han sido tan bien recibidas por la comunidad universitaria, que incluso han sido recientemente “difundidas” por varios postulantes a rectoría. Es así como otra candidatura propone en su programa (semanas más tarde a nuestra propuesta) la elección de Vicerrector/a de la Sede Puerto Montt mediante una terna elegida por sus académicos; y en un correo a la comunidad, hace referencia a trabajar en «la co-construcción de un modelo educativo mixto y flexible, que combine la presencialidad/virtualidad», algo que es parte del ADN de nuestro programa. Durante el debate SINDOC, otra candidatura hace referencia a 3 acciones específicas y reconocibles que hemos puesto sobre la mesa: modernización de la dirección de personal y gestión de planta, distribución de cargas y su impacto en clima laboral, y las facilidades para quienes son cuidadores. Pero bajo el entendido que solo podrían ser coincidencias, la cuarta alusión es simplemente un halago. En la misma instancia se habla de avanzar hacia “una política de bienestar de vida en comunidad”, representando en toda su dimensión la idea fuerza número 3 de nuestro programa: mejoramiento de la calidad de vida en comunidad. Sabemos que los diagnósticos pueden ser compartidos y que las ideas no tienen dueño, pero llegar tarde es otra cosa.
La elección de rector o rectora no es un acto para elegir al más popular, es un acto de responsabilidad con nuestra propia casa, la UACh. No hay duda que llegar primero o después con una idea no garantiza nada. Tampoco lo hace quién logre consultar a más o menos personas, o quien diga asegurar estabilidad gestionando indicadores. Buenas intenciones tenemos todos. Elegir rector/a debiera ser un acto donde logremos identificar a una persona capaz de liderar procesos de cambio con decisión y energía, que posea las capacidades para empujar el día de mañana las transformaciones propuestas hoy. Sin importar de donde venga, su género o edad, quien elijamos debiera ser capaz de mostrarnos una ruta clara y viable. El cómo, sí importa y hace la diferencia.
En este sentido, nuestra candidatura presentó la ruta tempranamente, qué vamos a hacer, por qué lo vamos a hacer y, sobre todo, cómo lo vamos a hacer. Pero, además, nuestra postulación ha tenido la iniciativa más clara de transparencia: presentamos prácticamente a todo nuestro equipo de gobierno. Porque es claro, no basta con prometer transparencia, también hay que dar el ejemplo. Presentar al equipo es un acto de confianza, nos dice con quienes se pretende dirigir la universidad. El equipo es tan importante como el candidato/a, ya que será quien dé vida a los programas y debe ser capaz de garantizar equilibrio entre capacidad, confianza, gestión y liderazgo. Estamos convencidos que nuestro equipo cumple este requisito.
Les invitamos a analizar las candidaturas con espíritu crítico, a evaluar programas, liderazgos y equipos, a poner por delante a nuestra querida universidad. Están todas y todos convocados a apoyar este profundo proceso de transformación institucional, con decisión y entusiasmo, para avanzar hacia un sueño posible, donde el cambio en la forma de construir universidad por fin nos lleve hacia la UACh del siglo XXI.