GPT3 es una inteligencia artificial (IA) entrenada con cantidades interminables de textos extraídos de internet que promete revolucionar la forma en la que escribimos. Los párrafos que genera como resultado van de regulares a sorprendentes. Entre muchas cosas que podemos pedirle a esta herramienta está el contestar a preguntas sobre diversos tópicos, redactar un texto e incluso pedirle que escriba una canción o un poema con resultados extraordinarios. Pero eso no es todo, el estilo de la escritura también los puedes graduar de acuerdo al nivel de precisión que necesites conseguir.
Esta tecnología de acceso libre en internet ya está disponible desde noviembre de 2022. He tenido la oportunidad de usarla en varias ocasiones en mi rol como académico e investigador. Puedo decir que puede llegar a convertirse en una herramienta superpoderosa. Cabe preguntarse entonces sobre el uso que le darán nuestros estudiantes a esta tecnología cuando se les solicite trabajos escritos. Esta pregunta se la han hecho académicos de prestigiosas universidades norteamericanas y plantean que una de las alternativas será pasar de la evaluación de ensayos tradicionales a más presentaciones orales, fomentar que el trabajo de escritura se realice dentro de la sala de clases o impulsar la creación de podcast en lugar de escribir un artículo.
Por mi parte, considero que esta herramienta debemos usarla a nuestro favor, a diferencia de google, en GPT3 no encuentras referencias bibliográficas, es sólo el texto. Por lo tanto, creo que ahí tenemos un punto a favor con nuestros estudiantes y debemos ser exigentes a la hora de revisar la fuentes de información e incrementar el porcentaje de evaluación de la exposición oral respecto del trabajo escrito.
No olvidemos que la escritura ordena la forma en que pensamos, si no escribimos no reflexionamos. Los invito a conversar con sus estudiantes sobre la responsabilidad de sus uso, entender sus limitaciones y beneficios y a discutir en el claustro de profesores sobre cómo aprovechar estas herramientas de IA en lugar de considerarlo un sustituto del aprendizaje.
Esta columna fue publicada en El Calbucano, El Llanquihue digital y El Llanquihue en su versión impresa.